*Domingo XII del Tiempo Ordinario*
🪔 Mc 4,35-40
Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: "Pasemos a la otra orilla del lago". Entonces despidieron a la gente y llevaron a Jesús en la misma barca en que se encontraba. Otras barcas le acompañaban. De pronto se desató una tormenta; y el viento era tan fuerte, que las olas, cayendo sobre la barca, comenzaron a llenarla de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada. Le despertaron y le dijeron: "¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?" Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!" El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. Después dijo Jesús a sus discípulos: "¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe?" Y ellos, muy asustados, se preguntaban unos a otros: "¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
*Meditación:*
Creer en Dios no es un seguro a todo riesgo que nos libera de las dificultades, las dudas o las preguntas ante el aparente silencio divino ante el sufrimiento. Como los discípulos, también nos brota la pregunta de si a Jesucristo no le importan nuestras cosas. Hay circunstancias en las que nos cuesta confiar en que, a pesar de todo, estamos en Buenas Manos. Por mucho que nos parezca dormido, que la vida nos zarandee e incluso que nos veamos en riesgo de hundirnos, no hay motivo para dejarnos llevar por el miedo. En medio de tantas tormentas, pidámosle al Señor que nos recuerde que está en nuestra misma barca.
*Oración:*
No dejes, Señor, que mi corazón se angustie. Que mi alma encuentre siempre la paz en tu presencia.
*Acción:*
Enciende una vela para tener un momento especial de oración y pide por quienes viven un momento tormentoso.
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