*Domingo XI del Tiempo Ordinario*
🪔 Mc 4,26-34
Jesús dijo también: "Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra en la tierra: que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma la espiga y, por último, el grano que llena la espiga. Y cuando el grano ya está maduro, se siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También dijo Jesús: "¿A qué se parece el reino de Dios, o con qué podremos compararlo? Es como una semilla de mostaza que se siembra en la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas del mundo; pero, una vez sembrada, crece y se hace mayor que cualquier otra planta del huerto, y echa ramas tan grandes que hasta los pájaros pueden anidar a su sombra". De esta manera les enseñaba Jesús el mensaje, por medio de muchas parábolas como éstas y hasta donde podían comprender. No les decía nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte.
*Meditación:*
El ser humano es siempre gerundio y nunca participio. Estamos siendo y nunca acabamos de estar hechos del todo. Somos en proceso, tal y como refleja esta parábola propia de Marcos. La semilla de una existencia plena, esa que el Señor siembra en nuestro interior, va creciendo y transformándose en espiga madura y lista para la siembra. Todo esto ocurre sin que sepamos cómo, sin controlar ni dominar un proceso en el que Dios tiene un papel esencial, por más que nosotros posibilitemos o entorpezcamos ese despliegue e incluso seamos capaces de reconocer los cambios. ¿No es un buen motivo para agradecer?
*Oración:*
Gracias, Señor, por los frutos que crecen sin que apenas los veamos. Ayúdanos a cuidar de ellos en tu nombre.
*Acción:*
Presta atención esta semana a los pequeños detalles que dan calidez a cada día.
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