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martes, 31 de enero de 2017

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

Jairo, el jefe de la Sinagoga, era una persona importante, pero ante la enfermedad de la hija no tiene vergüenza en arrojarse a los pies de Jesús: «¡Mi hijita está muriendo, ven a imponerle las manos, para que se salve y viva!». No tiene vergüenza, no piensa en lo que podrán decir los otros, porque es un padre

¡Para él, lo más importante es la hija! No existe otra cosa. ¡La única cosa importante! Nos hace pensar a la primera cosa que nosotros decimos a Dios, en el Credo: «Creo en Dios Padre…». Nos hace pensar en la paternidad de Dios. Pero Dios es así.

¡Dios es así con nosotros! «Pero, Padre, ¡Dios no llora!». ¡Cómo no! Recordamos a Jesús, cuando lloró mirando a Jerusalén. «¡Jerusalén, Jerusalén! Cuántas veces he querido recoger a tus hijos, como la gallina recoge sus pollitos bajo las alas». ¡Dios llora!

¡Jesús ha llorado por nosotros! Y aquel llanto de Jesús es precisamente la figura del llanto del Padre, que nos quiere a todos en torno a sí.

En los momentos difíciles el Padre responde. Recordamos a Isaac, cuando va con Abraham a hacer el sacrificio: Isaac no era tonto, se dio cuenta que llevaban leña, el fuego, pero no la oveja para el sacrificio. ¡Tenía temor en el corazón! ¿Y qué cosa dice? «¡Padre!». Y de inmediato: «¡Aquí estoy hijo!». El Padre responde.

Así, Jesús, en el Huerto de los Olivos, dice con aquella angustia en el corazón: «Padre, si es posible, ¡aparta de mí este cáliz!». Y los ángeles vinieron a darle fuerza. Así es nuestro Dios: ¡es Padre! ¡Es un Padre!.

[...] Vayamos hoy a casa con este ícono:... el jefe de la Sinagoga, que se arroja ante Jesús, sin miedo de avergonzarse y hacer reír a los otros. En juego estaba la vida de su hija. (Homilía en Santa Marta, 04 de febrero de 2014)

"Señor, concédenos la gracia de las lágrimas, para llorar por nuestros pecados y recibir tu perdón". Papa Francisco

lunes, 30 de enero de 2017

COMIENZA LA VENTA DE ENTRADAS

Ya están a la venta las entradas al concierto "On the other side" de Gen Verde, con los jóvenes de la diócesis de Jaén.

Las entradas se pueden adquirir en la taquilla del Teatro Darymelia de Jaén (único punto de venta).
Los grupos que sean de fuera de Jaén, pueden ponerse en contacto con nosotros y les intentaremos hacer la gestión de las mismas en la taquilla del teatro (contactar en el mail info@genverdejaen.es).

Horario de Taquilla del Teatro Darymelia:
-De Lunes a Viernes: 10:00 h. - 14:00 h. y de 18:00 h. a 21:00 h.
-Dos horas antes de la actuación en la taquilla del lugar de celebración.

Dirección
Calle Colón, 6 
23004 Jaén (Jaén) Mapa
Telf: 953219180


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?»
Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Déjanos ir y meternos en los cerdos.»
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor
 Reflexión del Papa Francisco

En la Biblia hay muchos encuentros con Jesús. También en el Evangelio. Y son todos distintos entre sí. Verdaderamente cada uno tiene su encuentro con Jesús

Está, por ejemplo, el de Natanael, el escéptico. Inmediatamente Jesús con dos palabras lo tira por los suelos. De tal modo que el intelectual admite: "¡Tú eres el Mesías!".

Está también el encuentro de la Samaritana que, a un cierto punto, se siente en medio de un problema e intenta ser teóloga: "Pero este monte, el otro…". Y Jesús le responde: "Pero tu marido, tu verdad". La mujer en el propio pecado encuentra a Jesús y va a anunciarlo a los de la ciudad: "Me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será tal vez el Mesías?".

Está además el encuentro del leproso, uno de los diez curados, que regresa para agradecer. Y, además, el encuentro de la mujer enferma desde hacía dieciocho años, que pensaba: "Si al menos lograra tocar el manto estaría curada" y encuentra a Jesús.

Y también el encuentro con el endemoniado del que Jesús expulsa tantos demonios que se dirigen hacia los cerdos y después quiere seguirlo y Jesús le dice "No, vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo".

Podemos hallar muchos encuentros en la Biblia, porque el Señor nos busca para tener un encuentro con nosotros y cada uno de nosotros tiene su propio encuentro con Jesús.

Quizá lo olvidamos, perdemos la memoria hasta el punto de preguntarnos: "Pero ¿cuándo yo me encontré con Jesús o cuándo Jesús me encontró?". Seguramente Jesús te encontró el día de tu Bautismo: eso es verdad, eras niño. Y con el Bautismo te ha justificado y te ha hecho parte de su pueblo.

Todos nosotros hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Él, un encuentro verdadero en el que sentí que Jesús me miraba. No es una experiencia sólo para santos.

Y si no recordamos, será bonito hacer un poco de memoria y pedir al Señor que nos dé la memoria, porque Él se acuerda, Él recuerda el encuentro... (Homilía en Santa Marta, 24 de abril de 2015)
"Un inmejorable programa de vida para todos: Las Bienaventuranzas y Mateo 25". Papa Francisco

domingo, 29 de enero de 2017

‬ Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12a):

EN aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco

Jesús nos indica el programa de vida, la identidad de los cristianos, yendo contracorriente con respecto a lo que se suele hacer en el mundo. Felices, Bienaventurados los pobres.

Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo lindo de la vida. E ignora, mira hacia otro lado cuando hay problemas de enfermedad, problemas de dolor en la familia.

El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas como son y llora en su corazón es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo.

Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el comienzo es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea por todas partes, donde en todo lugar hay odio. Y Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, paz, mansedumbre. Si soy manso en la vida, pensarán que soy un necio, que piensen lo que quieran, los mansos heredarán la Tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados, tantas injusticias, que son producto de la corrupción, de los compinches de la corrupción, de la política del negocio por encima de todo. Y Jesús nos recuerda que son Bienaventurados los que luchan contra estas injusticias.

Bienaventurados los misericordiosos, los que comprenden los errores de los demás, Jesús no nos dice Bienaventurados los que se vengan.

Bienaventurados los que perdonan, misericordiosos. ¡Porque todos somos un ejército de perdonados! Y por ello es Bienaventurado el que va por ese camino del perdón.

Bienaventurados los que tienen el corazón puro, sencillo, puro sin malezas, un corazón que sabe amar con esa pureza tan linda.

Bienaventurados los que trabajan por la paz. ¡Pero es tan común entre nosotros ser trabajadores por guerras o al menos trabajadores de malentendidos! Cuando oigo algo de éste y voy y se lo digo, con una versión ampliada ... El mundo de los chismes. Esta gente que chismea no trabaja por la paz, es enemiga de la paz. No son bienaventurados.

«Pocas palabras, palabras sencillas pero prácticas para todos, porque el cristianismo es una religión práctica: no para pensarla sino para practicarla.

Hoy, si tienen un poco de tiempo en casa, tomen el Evangelio, el Evangelio de Mateo, capítulo quinto, al comienzo están estas Bienaventuranzas; en el capítulo 25 las otras. Les hará bien leerlo, una, dos, tres veces. Pero leer esto, que es el programa de santidad. ¡Que el Señor nos de la gracia de comprender este mensaje suyo!.  (Homilía en Santa Marta, 09 de Junio de 2014)

"María, Reina de la paz, ayúdanos a erradicar el odio y a vivir en armonía". Papa Francisco

REFLEXIÓN DE DON MANUEL PARA HOY

DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO “A”
 
     Queridos hermanos. El Domingo pasado Jesús nos decía “El Reino de Dios está cerca”. Y debíamos pedirlo, acogerlo y hacerlo posible.“Venga a nosotros tu Reino”.
    
     1.- LAS BIENAVENTURANZAS: DECÁLOGO DE LOS CRISTIANOS.
    -Hoy Jesús nos ha regalado las Bienaventuranzas, y con ellas nos indica la concreción de los valores del Reino de Dios que quiere implantar en la tierra.
     -Las Bienaventuranzas son el Decálogo de los cristianos. El monte de Galilea, donde nos las da Jesús, es el Sinaí de la Nueva Alianza. Las ocho palabras son la realización de las diez palabras del Decálogo, dadas por Moisés al pueblo de Israel.
     -Son las expresiones admirativas con que Jesús felicitaba al pueblo que acogía y empezaba a vivir su Evangelio. Todas ellas son los rasgos de un solo rostro, el de Cristo y el de todo cristiano: Humilde, misericordioso, compasivo, limpio de corazón, justo, dador de paz…
     
     2.- UN PROGRAMA DIFICIL, PERO POSIBLE DE VIVIR.
     Es un  programa de vida difícil de cumplir por nuestra parte, pues somos débiles… Pero no estamos solos. El cristiano cuenta siempre con la presencia del Espíritu Santo en su vida; al que hemos de ser dóciles y estar muy atentos a su voz, a su inspiración.
    
     3.- DEBEMOS TENER UN ESPÍRITU POBRE.
     Para seguir las huellas de Jesús debemos tener un espíritu de pobre;  es decir, tener conciencia de nuestra propia limitación, de la propia debilidad…,de la necesidad de conversión, y ponernos con total confianza y humildad en las manos de Dios Padre: “Sólo tú tienes palabras de vida eterna”
    
     4.- NOS DESCUBREN A DIOS.
     Las Bienaventuranzas buscan mostrarnos como es en el fondo nuestro Dios y como, consecuencia, debemos ser nosotros, sus hijos. Así lo proclama hoy el salmo: “El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los encarcelados”. Dios prefiere a los pobres y humildes. Dichosos ellos. Dios es su amor.
     Este descubrimiento si tiene que afectar a toda nuestra vida moral. Dios no quiere la pobreza, la injusticia, la guerra… todo lo contrario. Pero cuando uno las padece, apuesta por ellos, lo ama viniendo en su ayuda. Por eso decía su amigo y apóstol Juan: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado, sino en que El nos amó primero”
      5.- LA ACTUTUD EVANGELICA.   
      Los cristianos debemos ofrecer al mundo la verdadera dicha y felicidad que nos viene del amor de Dios. En un mundo que busca la felicidad de una manera alocada, y más que felicidad parece buscar el placer, a base de comer, beber…
     ¿Seremos capaces de hacer emerger el mensaje cristiano como una llamada a la felicidad? ¿Nuestro Dios (proclamado y testificado) lo presentamos como amigo de la vida, de la alegría que da respuesta a nuestras máximas aspiraciones, que ama, hace justicia…? ¿Que acrecienta la alegría, aumenta el gozo...?
     Que nuestra presentación del mensaje cristiano no sea de tonalidades oscuras. Dios es luz radiante, y tenemos la inmensa alegría de anunciar de su parte la Buena Noticia. De gritar  y de vivir: “Dichosos los…”
     “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón se halla inquieto hasta que no descansa en ti”
     Nuestra vida, pues, ha de ser una respuesta coherente con la experiencia de Dios. Nuestra vida ha de ser un canto a Dios en favor de los pobres, de la justicia, la paz, la limpieza del corazón, de la vida…,PUES DE NOSOTROS ES EL REINO DE DIOS.

sábado, 28 de enero de 2017


 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

AQUEL día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco

[...] Cuando en esa barca sube Jesús, el clima inmediatamente cambia: todos se sienten unidos en la fe en Él. Todos pequeños y asustados se vuelven grandes  en el momento en el cual se arrodillan y reconocen en su maestro al Hijo de Dios.

Cuantas veces también a nosotros nos sucede lo mismo: sin Jesús, lejos de Jesús nos sentimos miedosos e inadecuados, a tal punto que pensamos no poder lograr nada.

Falta la fe, pero Jesús está siempre con nosotros y escondido quizás, pero presente y siempre pronto a sostenernos.

Esta es una imagen eficaz de la Iglesia: una barca que tiene que enfrentar la tempestad y a veces parece estar a punto de ser embestida.

Lo que la salva no es el coraje ni la calidad de sus hombres, pero la fe, que permite caminar también en la oscuridad, en medio a las dificultades.

La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús, siempre a nuestro lado, de su mano que nos aferra para sustraernos a los peligros. Todos nosotros estamos en esta barca, y aquí nos sentimos seguros a pesar de nuestros límites y nuestras debilidades.

Nos encontramos seguros especialmente cuando nos ponemos de rodillas y adoramos a Jesús, el único Señor de nuestra vida.

A esto nos llama siempre nuestra Madre, la Virgen. A ella nos dirigimos con confianza. (Reflexión antes del rezo del ángelus 10 de agosto de 2014)
"No podemos dormir tranquilos mientras haya niños que mueren de hambre y ancianos sin asistencia médica". Papa Francisco

viernes, 27 de enero de 2017


BOLETÍN DEL MES DE ENERO DE LA ANE
 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

EN aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor
 Reflexión del Papa Francisco

Cuando Jesús explicaba en las parábolas cómo era el reino de Dios, utilizaba siempre palabras serenas, tranquilas y utilizaba también figuras que decían que el reino de Dios estaba escondido.

Así, Jesús compara el reino a un mercader que busca perlas finas aquí y allá o bien, a otro que busca un tesoro escondido en la tierra. O decía que era como una red que acoge a todos o como la semilla de mostaza, pequeñita, que luego llega a ser un árbol grande.

En definitiva, el reino de Dios no es un espectáculo. Precisamente el espectáculo, muchas veces, es la caricatura del reino de Dios. En cambio, el reino de Dios es silencioso, crece dentro; lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad. Pero crece lentamente, silenciosamente.

¿Tú eres cristiano? ¡Sí! ¿tú crees en Jesucristo? ¡Sí! ¿crees en los sacramentos? ¡Sí! ¿crees que Jesús está allí y que ahora viene aquí? ¡Sí, sí, sí!». Y, entonces, ¿por qué no vas a adorarlo, por qué no vas a la misa, por qué no comulgas, por qué no te acercas al Señor, para que su reino crezca dentro de ti?

Por lo demás, el Señor jamás dice que el reino de Dios es un espectáculo. Cierto, es una fiesta, pero es distinto. Es una fiesta bellísima, una gran fiesta. Y el cielo será una fiesta, pero no un espectáculo.

Y es lo que sucede, a veces, en las celebraciones de algunos sacramentos, dijo invitando a pensar especialmente en las bodas.

Tanto que tenemos que preguntarnos: ¿Esta gente vino a recibir un Sacramento, a hacer fiesta como en Caná de Galilea, o vino hacer el espectáculo de la moda, de hacerse ver, de la vanidad?.

Al contrario del espectáculo, está la perseverancia de muchos cristianos que llevan adelante la familia: hombres, mujeres que se preocupan por sus hijos, que llegan a finales de mes con menos de un euro solamente, pero oran.

Y el reino de Dios está allí, escondido en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. Porque el reino de Dios no está lejos de nosotros, está cerca.

El reino de Dios es humilde, como la semilla: humilde; pero se hace grande por el poder del Espíritu Santo. Y a nosotros nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin gloriarnos.

Dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y nos lleve adelante en el silencio, la paz, la quietud, la cercanía a Dios, a los demás, sin espectáculos. (Cf Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 13 de noviembre de 2014)

"Pidamos al Señor la gracia de no hablar mal de nadie, de no criticar, de no chismorrear, de querer a todos" (Papa Francisco)

jueves, 26 de enero de 2017

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."

 Reflexión del Papa Francisco

Debemos recordar la importancia de rezar para que, como dijo Jesús a sus discípulos, "el dueño de la mies… mande obreros a su mies."

Jesús nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión.

Efectivamente, si la Iglesia es misionera por su naturaleza, la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una experiencia de misión.

Así, escuchar y seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en este dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios.

Entregar la propia vida en esta actitud misionera sólo será posible si somos capaces de salir de nosotros mismos...

Quisiera reflexionar precisamente sobre ese particular «éxodo» que es la vocación o, mejor aún, nuestra respuesta a la vocación que Dios nos da.

Cuando oímos la palabra «éxodo», nos viene a la mente inmediatamente el comienzo de la maravillosa historia de amor de Dios con el pueblo de sus hijos, una historia que pasa por los días dramáticos de la esclavitud en Egipto, la llamada de Moisés, la liberación y el camino hacia la tierra prometida.

El libro del Éxodo - el segundo libro de la Biblia -, que narra esta historia, representa una parábola de toda la historia de la salvación, y también de la dinámica fundamental de la fe cristiana.

De hecho, pasar de la esclavitud del hombre viejo a la vida nueva en Cristo es la obra redentora que se realiza en nosotros mediante la fe (cf. Ef 4,22-24). Este paso es un verdadero y real «éxodo», es el camino del alma cristiana y de toda la Iglesia, la orientación decisiva de la existencia hacia el Padre.

[...] En efecto, la vocación cristiana es sobre todo una llamada de amor que atrae y que se refiere a algo más allá de uno mismo, descentra a la persona, inicia un «camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 6).

[...] La Virgen María, modelo de toda vocación, no tuvo miedo a decir su «fiat» a la llamada del Señor. Ella nos acompaña y nos guía. Con la audacia generosa de la fe, María cantó la alegría de salir de sí misma y confiar a Dios sus proyectos de vida.

A María nos dirigimos para estar plenamente disponibles al designio que Dios tiene para cada uno de nosotros, para que crezca en nosotros el deseo de salir e ir, con solicitud, al encuentro con los demás. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la 52 jornada mundial de oración por las vocaciones, 14 de abril de 2015)

"Dios ama al que da con alegría. Aprendamos a dar generosamente, desprendiéndonos de los bienes materiales". (Papa Francisco)


miércoles, 25 de enero de 2017

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-18):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco

El bautismo es la puerta de la fe y de la vida cristiana. Jesús Resucitado dio a sus apóstoles este mandato: "Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará". (Marcos 16:15-16).

La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los pecados a través del sacramento del bautismo.

[...] El Bautismo es en un cierto sentido el documento de identidad cristiana, su certificado de nacimiento. Es el certificado de nacimiento a la Iglesia. Todos ustedes saben el día en que nacieron. De verdad, ¿no es así? Celebran los cumpleaños, todos.

Todos celebramos el cumpleaños. Pero voy a hacerles una pregunta que hice otra vez, y que voy a repetir otra vez: ¿quién de ustedes se acuerda de la fecha de su bautismo?... ¿Quién de ustedes? Hay pocos, ¿eh? No muchos... Hay pocos, ¿eh?

Pero hagamos una cosa, hoy cuando regresen a casa, pregunten: "¿En qué día fui bautizado?” Busquen. Éste es el segundo cumpleaños.El primer cumpleaños es el cumpleaños a la vida y éste es el cumpleaños a la Iglesia: es el día del nacimiento a la Iglesia...

Al mismo tiempo, al bautismo está unido nuestra fe en el perdón de los pecados. El sacramento de la Penitencia o Confesión es, de hecho, como un segundo bautismo, que tiene siempre como referente el primero para consolidarlo y renovarlo.

En este sentido, el día de nuestro bautismo es el punto de partida de un camino, de un camino hermosísimo, de un camino hacia Dios, que dura toda la vida, un camino de conversión y que continuamente se apoya en el Sacramento de la Penitencia.

Y piensen también en esto: cuando vamos a confesarnos de nuestras debilidades, de nuestros pecados, pidamos el perdón de Jesús, pero renovemos también el Bautismo con este perdón, ¡eso es hermoso! Es como festejar en cada confesión el día del Bautismo.

Y así, la confesión no es una sesión en una cámara de tortura, es una fiesta para celebrar el día de nuestro Bautismo ¡La confesión es para los bautizados! ¡Para mantener limpia esta vestidura blanca de nuestra dignidad cristiana!. (Reflexión antes del rezo del ángelus, 27 de enero de 2013)

"Con su venida entre nosotros, Jesús es cercano, nos ha tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca". Papa Francisco

martes, 24 de enero de 2017

 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó: «¿Quienes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco:

Jesús seguía hablando a la gente y amaba a la gente, amaba a la muchedumbre hasta tal punto que dice: "Estos que me siguen, esa muchedumbre inmensa, son mi madre y mis hermanos, son éstos".

Y entonces, Jesús explica: "Quienes escuchan la Palabra de Dios, la ponen en práctica". Estas son las dos condiciones para seguir a Jesús: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más, ¡eh! Simple, simple.

Tal vez nosotros la hayamos hecho un poco difícil, con tantas explicaciones que nadie entiende, pero la vida cristiana es así: "escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica".

He aquí porqué Jesús replica a quien le refería que sus parientes lo estaban buscando: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".

Y para escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús, basta abrir la Biblia, el Evangelio. Pero estas páginas no deben ser leídas, sino escuchadas.

Escuchar la Palabra de Dios es leer eso y decir: "¿Pero qué me dice a mí esto, a mi corazón? ¿Qué me está diciendo Dios a mí, con esta palabra?". Y nuestra vida cambia

Cada vez que nosotros hacemos esto, abrimos el Evangelio, leemos un pasaje y nos preguntamos: "Con esto Dios me habla, ¿me dice algo a mí? Y si dice algo, ¿qué cosa me dice?", esto es escuchar la Palabra de Dios, escucharla con los oídos y escucharla con el corazón.

Abrir el corazón a la Palabra de Dios. Los enemigos de Jesús escuchaban la Palabra de Jesús, pero estaban cerca de él para tratar de encontrar una equivocación, para hacerlo patinar, y para que perdiera autoridad. Pero jamás se preguntaban: "¿Qué cosa me dice Dios a mí en esta Palabra?".

Dios no habla sólo a todos; sí, habla a todos, pero habla a cada uno de nosotros. El Evangelio ha sido escrito para cada uno de nosotros. (Homilía en Santa Marta,
"Dejémonos conmover por la mirada de Dios; lo único que desea es que permanezcamos unidos a su Hijo Jesús como sarmientos vivos". Papa Francisco

lunes, 23 de enero de 2017

 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,22-30):

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.»
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor

 Reflexión del Papa Francisco:

Debemos trabajar también por la unidad de todos los cristianos, ir por el camino de la unidad que es el que Jesús quiere y por el que ha rezado.

Frente a todo esto, debemos hacer seriamente un examen de conciencia. En una comunidad cristiana, la división es uno de los pecados más graves, porque la hace signo no de la obra de Dios, sino de la del diablo, el cual es por definición el que separa, que rompe las relaciones, que insinúa prejuicios...

La división en una comunidad cristiana, ya sea una escuela, una parroquia o una asociación, es un pecado gravísimo, porque es obra del demonio.

Dios, sin embargo, quiere que crezcamos en nuestra capacidad de acogernos, de perdonarnos, de querernos, para parecernos cada vez más a Él que es comunión y amor.

En esto está la santidad de la Iglesia: en el reconocer a imagen de Dios, colmada de su misericordia y de su gracia.

Queridos amigos, hagamos resonar en nuestro corazón estas palabras de Jesús: «Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).

Pedimos sinceramente perdón por todas las veces que hemos sido motivo de división o de incomprensión al interno de nuestras comunidades, sabiendo bien que no se llega a la comunión, sino es a través de la continua conversión.

¿Y qué es la conversión?: “Señor, dame la gracia de no hablar mal, de no criticar, de no chismorrear, de querer bien a todos”. ¡Es una gracia que el Señor nos da! Esto es convertir el corazón, ¿no?

Y pedimos que el tejido cotidiano de nuestras relaciones pueda convertirse en un reflejo siempre más bello y gozoso de la relación entre Jesús y el Padre. Gracias. (Catequesis, Audiencia General, 27 de agosto de 2014)
La unidad de amor se realiza cuando anunciamos juntos las maravillas que Dios ha hecho por nosotros". Papa Francisco

domingo, 22 de enero de 2017

VOTA POR LA SEMANA SANTA DE BAEZA COMO LA MEJOR DE LA PROVINCIA

REFLEXIÓN DE DON MANUEL PARA HOY

DOMINGO 3º ORDINARIO CICLO “A” SANTA INFANCIA
     Queridos hermanos, continuamos nuestro seguimiento de Jesucristo, nuestro maestro… El pasado Domingo nos preguntaba“¿Qué buscáis?” Y le contestamos“queremos saber dónde y cómo vives”. “Venid y lo veréis”, nos dijo. Y nos quedamos con Él.
     Hoy vemos que Jesús se ha enterado de que Juan Bautista ha sido encarcelado, y toma su relevo, comienza su misión. Juan Bautista ha culminado la obra que tantos Profetas habían realizado enviados por Dios: Preparar la venida del Reino de Dios y de su Mesías. El terreno, pues, está preparado, abonado.
     Ahora Jesús va a echar la simiente del Reino y comienza presentando la Buena Noticia a los hombres: Dios os ama y os pide que también os améis. Invita a acoger esta Buena Noticia y por eso invita:“Convertíos, volveos a Él, a su amor”.
     Y esta invitación la hace primero a todos, pero luego la personaliza: Venid conmigo; ven, yo soy el amor de Dios y su Reino. “Quien me acoge a mí, acoge al Padre”. Y “lo dejaron todo y lo siguieron”. Es todo un proceso vocacional, en el quepodemos destacar:
1.- Que Jesús ofrece siempre el amor de Dios y nos lo ofrece ahí en la vida normal que llevamos entre manos.
2.- Que ese ofrecimiento hay que tomárselo en serio; lo que supone dejar nuestras redes, nuestra forma de enfocar la vida, y abrirnos al estilo de vida de Jesús, donde solo cuenta Dios y las personas.
COMENTARIO: Es cierto que nosotros somos cristianos; que tenemos ya nuestra vida organizada; que tenemos un lugar para Dios… Pero Él viene, quiere transformarlo todo.
     A veces sin darnos cuenta, queremos integrar a Dios y a su llamada en nuestros esquemas y estilos, cuando lo que nos pide es que nos queramos integrar en su proyecto. No acomodar a Dios a nuestros esquemas e intereses.
     El nos invita a dar el paso del proyecto centrado en uno mismo, en función mía, a una disponibilidad a los proyectos de Dios, proyectos de Dios que se hacen visibles en la Iglesia, en las necesidades de los demás: familia, trabajo, relaciones, apostolado…
     Jesús hoy como entonces, viene a nuestro encuentro allí donde estamos…, pensemos y preguntémonos: la invitación de Jesús, ¿qué cambios en mi vida debe provocar?, ¿qué debo dejar y que caminos nuevos me pide emprender con Él? Recuerda que siempre nos invita a buscar a Dios y a los hermanos. Y debemos concretar
     Hoy, Día de la Santa Infancia, se nos invita a compartir los frutos de la paz que disfrutamos; a saber, la alegría, la esperanza, la fraternidad, el entusiasmo, el optimismo, el amor, el progreso, la cultura, el desarrollo... Pero aún muchos niños y pobres carecen de esos frutos, porque no conocen la paz. Lo vemos por los Medios de comunicación social que no estamos en el mejor de los mundos y que falta la paz en muchos lugares de la tierra: guerras, deportaciones, actos terroristas, cárceles, injusticias, desconfianzas, emigración, hambre, incultura, niños soldados y prostituidos. Y siempre los que más sufren son los débiles, los pequeños, los niños, los ancianos, los enfermos, los pobres…
¿Qué hacer ante este panorama?, ¿Qué hace Jesús en el Evangelio? Va llamando a sus apóstoles y les hace pescadores de hombres. En esa lista también estás tú; Jesús cuenta contigo, te llama y quiere que seas“un niño misionero”, un apóstol. Los cristianos hemos de trabajar y colaborar con los demás en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales, cuidando esencialmente la educación de los niños y adolescentes por medio de las escuelas.
También los niños habéis de tomar parte en los esfuerzos de los pueblos por conseguir mejores condiciones de vida… y afianzar la paz en el mundo y su pleno desarrollo.
En esta Eucaristía presentamos a Dios Padre lo poco que hacemos (en forma de propósitos concretos) y lo mucho que deberíamos  hacer para ser fieles a la Buena Noticia de su Hijo y de su Reino.

 Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):

AL enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retirá a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos,porque está cerca el reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Palabra del Señor

 Reflexión del Papa Francisco

Cuando el Señor viene a nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, siempre te dice una palabra y también esta promesa: "¡Ve adelante... ánimo, no temas, porque tú harás esto!".

Esta es una invitación a la misión, una invitación a seguirlo a Él. Y cuando sentimos este segundo momento, vemos que hay algo en nuestra vida que no va, que debemos corregir y lo dejamos, con generosidad.

O incluso si hay en nuestra vida algo bueno, pero el Señor nos inspira a dejarlo, para seguirlo más de cerca, como ha sucedido aquí: estos han dejado todo, dice el Evangelio.

"Y arrastradas las barcas a la tierra, dejaron todo: ¡barcas, redes, todo! Y lo siguieron"

Sin embargo, Jesús no pide que se deje todo por un fin que permanece oscuro a quien ha elegido seguirlo.

Al contrario, el objetivo es declarado inmediatamente y es un objetivo dinámico, Jesús jamás dice «¡Sígueme!», sin decir la misión. ¡No! "Sígueme y yo te haré esto". "Sígueme, para esto". "Si tú quieres ser perfecto, deja y sigue para ser perfecto". Siempre la misión.

Nosotros vamos por el camino de Jesús para hacer algo. No es un espectáculo ir por el camino de Jesús. Vamos detrás de Él, para hacer algo, es la misión.

Promesa, petición, misión. Estos tres momentos no tienen que ver sólo con la vida activa, sino también con la oración. Mientras tanto una oración sin una palabra de Jesús y sin confianza, sin promesa, no es una buena oración.

Segundo, es bueno pedir a Cristo estar listos a dejar algo y esto predispone al tercer momento, porque no hay oración en la que Jesús no inspire algo que hacer.

Es una verdadera oración cristiana sentir al Señor con su Palabra de consuelo, de paz y de promesa; tener el valor de despojarnos de algo que nos impide ir rápidamente en su seguimiento y tomar la misión.

Esto no quiere decir que después no haya tentaciones. ¡Habrá tantas! Pero, mira, Pedro pecó gravemente, renegando a Jesús, pero después el Señor lo perdonó. Santiago y Juan... pecaron de afán de hacer carrera, queriendo ir más alto, pero el Señor los perdonó”. (Homilía en Santa Marta, 5 de septiembre de 2013)
 "Todos somos pecadores. Dejémonos transformar por la misericordia de Dios". Papa Francisco

sábado, 21 de enero de 2017

TARSICIOS MES DE ENERO




Primera reunión de aTarsicios de este nuevo año 2017.
Una fría mañana donde hemos encontrado tanto los niños como los monitores el calor del amor de Jesús Eucaristía.
Un tiempo entrañable ante el Santísimo donde se produce el encuentro en la oración comunitaria, de petición y acción de gracias, enriquecida con la esponteneidad de los niños.
Después hemos visto una pelicula pues el tiempo no acompañaba a realizar juegos en el patio.
¡VIVA JESÚS SACRAMENTADO!
¡SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO!

viernes, 20 de enero de 2017

 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,13-19):

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

Palabra del Señor
 Reflexión del Papa Francisco

Jesús fue al monte a rezar. Y luego llamó a los doce, los eligió. Así, pues, Jesús bajó juntamente con ellos del monte, encontrando que en la llanura lo esperaba una gran muchedumbre de sus discípulos, a los que enviará, y una gran multitud de gente que trataba de tocarlo para ser curada.

Jesús ora, Jesús llama, Jesús elige, Jesús envía a los discípulos, Jesús cura a la muchedumbre. Y dentro de este templo Jesús, que es la piedra angular, hace todo este trabajo: es Él quien, de este modo, lleva adelante a la Iglesia.

Precisamente como escribe Pablo, esta Iglesia está edificada sobre el cimiento de los apóstoles que Él eligió. Lo confirma el pasaje evangélico cuando recuerda que el Señor eligió a doce: todos pecadores, todos.

Judas no era el más pecador y no sé quien haya sido el más pecador. Pero Judas, pobrecillo, es quien se cerró al amor y por ello se convirtió en traidor.

Es un hecho que todos los apóstoles escaparon en el momento difícil de la pasión y dejaron solo a Jesús: todos son pecadores. Y a pesar de ello, Jesús mismo los eligió.

Así, a la Iglesia la edifica Jesús con su oración; con la elección de los apóstoles; con la elección de los discípulos que luego envía; con el encuentro con la gente.

Jesús nunca está separado de la gente: está siempre en medio de la multitud que trataba de tocarlo, porque de Él salía una fuerza que curaba a todos...

Nosotros somos ciudadanos, conciudadanos, de esta Iglesia, si no entramos en este templo y formamos parte de esta construcción para que el Espíritu Santo more en nosotros, no estamos en la Iglesia. (Homilía en Santa Marta, 28 de octubre de 2014)
 "Dios es muy misericordioso con nosotros. Aprendamos también nosotros a tener misericordia con los demás, especialmente con los que sufren". Papa Francisco

jueves, 19 de enero de 2017

GEN VERDE

No puedes dejar pasar esta oportunidad.
 GEN VERDE te propone una actividad multidisciplinar con grupos de jóvenes, preferentemente de entre 14 y 25 años. Cinco días durante los que se comparten talentos y se prepara un concierto que se celebrará en el Teatro Infanta Leonor de Jaén. Canto, danza, teatro y percusión al servicio de una cultura de paz, de diálogo y de aceptación del otro. El Proyecto Start Now te cautivará y será una experiencia única en tu vida.

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 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,7-12):

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

Jesús es cercano a la gente. Muchísimas personas van a escucharlo y a ser curados de sus enfermedades. Toda la muchedumbre trataba de tocarlo porque de Él salía una fuerza que curaba a todos.

Jesús está en medio de su pueblo. No es un profesor, un maestro, un místico que se aleja de la gente y habla desde la cátedra, desde allí. ¡No! Está en medio de la gente; se deja tocar; deja que la gente le pida. Así es Jesús: cercano a la gente.

Esta cercanía no es una cosa nueva para Él: él lo subraya con su modo de actuar, pero es algo que viene de la primera elección de Dios por su pueblo. Dios dice a su pueblo: "Piensen, ¿qué pueblo tiene un Dios tan cercano, como Yo lo estoy con ustedes?".

La cercanía de Dios con su pueblo es la cercanía de Jesús con la gente.

Así es nuestro Maestro, así es nuestro Señor. Es uno que reza, uno que elige a la gente y uno que no tiene vergüenza de estar cerca de la gente. Y esto nos da confianza en Él.

Nos encomendamos a Él porque reza, porque nos ha elegido y porque está cerca de nosotros. (Homilía en Santa Marta, 01 de abril de 2014)

 "En la vida cristiana son esenciales: la oración, la humildad, el amor a todos. Éste es el camino hacia la santidad". Papa Francisco

miércoles, 18 de enero de 2017


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor

 Reflexión del Papa Francisco

En este pasaje del Evangelio encontramos también otro pecado cuando vemos que Jesús es criticado por haber curado a un enfermo un sábado. El pecado del formalismo.

Hay cristianos que no dejan lugar a la gracia de Dios. Y la vida cristiana, la vida de esta gente es tener todos los documentos en regla, todos los cerificados: Cristianos hipócritas, como estos.

A ellos sólo les interesaban las formalidades. ¿Era sábado? No, no se pueden hacer milagros el sábado, la gracia de Dios no puede actuar el sábado. ¡Cierran la puerta a la gracia de Dios!  ¡Tenemos tantos en la Iglesia, tenemos tantos! Es otro pecado.

Los primeros, los que cometen el pecado de la pereza, no son capaces de ir adelante con el celo apostólico, porque han decidido detenerse en sí mismos, en sus tristezas, en sus resentimientos, en todo eso.

Estos no son capaces de llevar la salvación porque cierran la puerta a la salvación. Para ellos cuentan sólo las formalidades. No se puede: es la palabra que más usan.

Y a esta gente la encontramos también nosotros y también nosotros tantas veces hemos tenido pereza, o hemos sido hipócritas como los fariseos. Se trata de tentaciones que vienen, pero que debemos conocerlas para defendernos.

Ante estas dos tentaciones, ante ese hospital de campaña, allí, está el símbolo de la Iglesia, ante tanta gente herida, Jesús se acerca y les pregunta: "¿Quieren curarse?" y les da la gracia. La gracia hace todo.

[...] Este es el camino cristiano, el camino del celo apostólico: acercarse a tantas personas, heridas en este hospital de campaña, y también tantas veces heridas por los hombres y las mujeres de la Iglesia.

Es una palabra de hermano y de hermana: ¿quieres curarte? Y después, cuando va adelante: "¡Ah, no peques más, que no hace bien!".

Es mucho mejor esto: las dos palabras de Jesús son más bellas que la actitud de la pereza o la actitud de la hipocresía. (Homilía en Santa Marta, 01 de abril de 2014)
"Señor, concédenos la gracia de llorar por nuestra indiferencia, por la crueldad que hay en el mundo y en nosotros mismos." (Papa Francisco)

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martes, 17 de enero de 2017


 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,23-28):

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»
Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

A los fariseos les importaba salir bien de las situaciones. Eran oportunistas, se aprovechaban de las situaciones.

Sin embargo alguno de ustedes podrá decirme:

"Pero Padre, esta gente era observante de la ley: el sábado no caminaban más de cien metros – o no sé cuánto se podía hacer – jamás, jamás iban a la mesa sin lavarse las manos; era gente muy observante, muy segura en sus hábitos".

Sí, es verdad, pero en las apariencias. Eran fuertes, pero en la parte exterior. Eran rígidos. El corazón era muy débil, no sabían en qué creían. Y por esto su vida era, la parte de afuera, toda regulada, pero el corazón iba de una parte a la otra: un corazón débil y una piel rígida, fuerte, dura.

Al contrario, Jesús nos enseña que el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón firme, el corazón que crece sobre la roca, que es Cristo, y después, debe ir por el mudo con prudencia: "En este caso hago esto, pero…" Es el modo de ir, pero no se negocia el corazón, no se negocia la roca. La roca es Cristo, ¡no se negocia!.

Éste es el drama de la hipocresía de esta gente. Y Jesús no negociaba jamás su corazón de Hijo del Padre, sino que estaba tan abierto a la gente, buscando caminos para ayudar.

"Pero esto no se puede hacer; nuestra disciplina, ¡nuestra doctrina dice que no se puede hacer!" les decían ellos. "¿Por qué tus discípulos comen el trigo en el campo cuando caminan, el día sábado? ¡No se puede hacer!". Eran tan rígidos en su disciplina: "No, la disciplina no se toca, es sagrada".

[...] Éste es el drama de esta gente. Jesús denuncia la hipocresía y el oportunismo.

También nuestra vida puede llegar a ser así, también nuestra vida. Y algunas veces, les confieso una cosa, cuando yo he visto a un cristiano, a una cristiana así, con el corazón débil, no firme, firme sobre la roca – Jesús – y con tanta rigidez afuera, he pedido al Señor:

"Pero Señor, tírales una cáscara de banana delante, para que se haga una linda resbalada, se avergüence de ser pecador y así te encuentre, a Ti que eres el Salvador".

¡Eh!, muchas veces un pecado nos hace avergonzar tanto y encontrar al Señor, que nos perdona, como estos enfermos que estaban ahí y que iban a ver al Señor para que los curara.

Pero la gente sencilla no se equivocaba, no obstante las palabras de estos doctores de la ley, porque la gente sabía, tenía ese olfato de la fe.

Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da, y así podremos ser amables, perdonador, ser comprensivos con los demás, de corazón amplio con la gente, misericordiosos.

Jamás condenar, jamás condenar. Si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás, ¡eh!. (Homilía en Santa Marta, 16 de diciembre de 2014)

"Si queremos seguir a Jesús de cerca, no podemos buscar una vida cómoda y tranquila. Será una vida comprometida, pero llena de alegría". Papa Francisco

lunes, 16 de enero de 2017

: Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

Jesús nos habla de fiesta, fiesta esponsal, y dice: ¡pero estamos en tiempo de fiesta! Hay algo nuevo aquí, ¡hay una fiesta! Algo que era anticuado y algo que se renueva, que se hace nuevo.

Y es curioso que Jesús al final recurra a la imagen del vino, hasta tal punto que cuando se lee este pasaje no se puede dejar de relacionar esta fiesta esponsal con el vino nuevo de Caná.

En el fondo, es todo un símbolo, que nos habla de novedad. Sobre todo cuando Jesús dice: El vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Por lo tanto, a vino nuevo, odres nuevos. Aquí está la novedad del Evangelio. Por lo demás, ¿qué nos trae el Evangelio? Alegría y novedad.

En cambio estos doctores de la Ley estaban encerrados en sus preceptos, en sus prescripciones. Hasta tal punto que san Pablo, hablando de ellos, nos dice que antes que llegara la fe, es decir, Jesús, todos nosotros estábamos custodiados como prisioneros bajo la ley. Pero esta ley no era mala: custodiados pero prisioneros, en espera de que llegara la fe. Precisamente, la fe que se revelaría en Jesús mismo.

El pueblo tenía la ley que le había dado Moisés. Y también costumbres y pequeñas leyes que habían codificado los doctores, los teólogos. Por eso la Ley los custodiaba, pero como prisioneros. Y ellos estaban a la espera de la libertad, de la libertad definitiva que Dios daría a su pueblo con su Hijo.

[...] Cuando Jesús reprende a esta gente, a estos doctores de la Ley, los reprende por no haber custodiado al pueblo con la Ley, por haberlo hecho esclavo de tantas pequeñas leyes, de tantas pequeñas cosas que se debían hacer. Y por haberlo hecho sin la libertad que Él nos trae con la nueva ley, la ley que Él selló con su sangre.

Por consiguiente, esta es la novedad del Evangelio, que es fiesta, es alegría, es libertad. Es precisamente el rescate que todo el pueblo esperaba cuando estaba custodiado por la Ley, pero como prisionero.

Y esto es también lo que Jesús quiere decirnos: ¿qué hacemos ahora, Jesús?. La respuesta es: A la novedad, novedad; a vino nuevo, odres nuevos.

Por esta razón no hay que tener miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio, que es una ley de la fe. San Pablo distingue bien: hijos de la Ley e hijos de la fe. A vino nuevo, odres nuevos.

Por eso la Iglesia nos pide a todos nosotros algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras anticuadas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio.

No se puede comprender, por ejemplo, la mentalidad de estos doctores de la Ley, de estos teólogos fariseos, con el espíritu del Evangelio. Son cosas diversas.

En efecto, el estilo del Evangelio es un estilo diverso, que da plenitud a la ley, pero de un modo nuevo: es el vino nuevo en odres nuevos.

A la pregunta de esos fariseos y escribas, Jesús responde: "No podemos ayunar como ustedes mientras estamos de fiesta. Días vendrán en que les será arrebatado el esposo". Y al decir esto, pensaba en su Pasión, pensaba en el tiempo de la pasión de tantos cristianos, incluso de nuestras pasiones, en las que estará la cruz. (Homilía en Santa Marta, 05 de septiembre de 2014)

"El cristiano está siempre lleno de esperanza;nunca puede dejarse llevar por el desánimo". Papa Francisco

domingo, 15 de enero de 2017

ADORACIÓN NOCTURNA DE JAÉN
 Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,29-34):

EN aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

[...] El Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, cerca del rio Jordán. Quien la describe es el testigo ocular, Juan Evangelista, que antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto con el hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea, todos pescadores.

El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud e, inspirado del alto, reconoce en Él al enviado de Dios, por esto lo indica con estas palabras: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! » (Jn 1,29).

El verbo que viene traducido con “quitar”, significa literalmente “levantar”, “tomar sobre sí”. Jesús ha venido al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargándose las culpas de la humanidad. ¿De qué manera? Amando.

No hay otro modo de vencer el mal y el pecado que con el amor que empuja al don de la propia vida por los demás.

En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene las características del Siervo del Señor, que "soportó nuestros sufrimientos, y aguantó nuestros dolores" (Is 53,4), hasta morir sobre la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el rio de nuestro pecado, para purificarnos.

El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en fila con los pecadores para hacerse bautizar, si bien no teniendo necesidad. Un hombre que Dios ha enviado al mundo como cordero inmolado.

En el Nuevo Testamento la palabra “cordero” se repite varias veces y siempre en referencia a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, es un animal que no se caracteriza ciertamente por su fuerza y robustez y se carga un peso tan oprimente.

La enorme masa del mal viene quitada y llevada por una creatura débil y frágil, símbolo de obediencia, docilidad y de amor indefenso, que llega hasta el sacrificio de sí misma.

El cordero no es dominador, sino dócil; no es agresivo, sino pacifico; no muestra las garras o los dientes frente a cualquier ataque, sino soporta y es remisivo.

¿Qué cosa significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio.

Ser discípulos del Cordero significa no vivir como una “ciudadela asediada”, sino como una ciudad colocada sobre el monte, abierta, acogedora y solidaria.

Quiere decir no asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres... (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 19 de enero de 2014)

"La misericordia es la acción concreta del amor de Dios que, perdonando, transforma y cambia la vida". Papa Francisco

REFLEXIÓN DE DON MANUEL

DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO “A”
 
                      INTRODUCCIÓN: El Domingo pasado comenzamos a celebrar la Vida Pública de Jesús, con la Fiesta de su Bautismo. Vimos que Jesús, después de prepararse en el retiro de Nazaret, para comenzar su misión, es bautizado en el río Jordán por Juan Bautista: El Espíritu Santo descendió sobre Jesús y el Padre lo proclamaba su Hijo Amado, al que debemos escuchar, para recibir su vida.
                        1.- CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.
                        Hoy aparece Jesús, presentado por Juan Bautista con estas palabras: “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.  ¿Qué significado tienen estas palabras? En estas palabras se condensa, se encierra la misión redentora de Jesús. Quiere expresar que Jesús ha hecho suyo, ha asumido con toda solidaridad el mal, el pecado en el que los hombres estamos metidos; así, compartiendo totalmente nuestra vida, ha sido también fiel a Dios, hasta ser ejecutado, hasta ser sacado de en medio de sus hermanos. Así, alguien como nosotros vive plenamente el amor y la verdad de Dios.
                        Consecuencias: Ya no habrá esa barrera que nos impedía  a las personas participar del amor pleno, de la vida plena que es Dios. Jesús ha roto esa barrera, y nosotros tenemos ya el camino libre, si nos agarramos a Él, si lo seguimos. Esta es la Redención, la liberación del pecado, esta es su obra.
 
                        2.- EL QUE HA DE BAUTIZAR CON ESPÍRITU SANTO.
                        Ahora, una vez abierto el camino, hay que apuntarse a él, incorporarse a él. En realidad toda persona que quiera vivir el amor entra ya en ese camino, lo sepa o no. Para nosotros cristianos hay algo más: Tenemos u Sello que nos ha marcado y nos ha unido a Jesús, nos ha hecho seguidores suyos de un modo pleno y reconocido. Por eso, Juan nos ha dicho que Jesús viene a “Bautizarnos con Espíritu Santo”.
                        Nosotros por la fe y por el bautismo, hemos recibido y seguimos recibiendo el mismo Espíritu, que movió a Jesús a lo largo de su vida y que lo condujo hasta la Resurrección. Jesús pone y pondrá su Espíritu dentro de nosotros para que este seguimiento pueda ser más pleno cada día, para ser continuadores de su misión en el mundo.
 
 
                        3.- APLICACIONES.
                            
                        Hemos de proclamar nosotros también como Juan Bautista a Jesús. Y ello supone:
-         Que se ha hecho siervo por mí.
-         Beneficiarme de sus gracias, a través de la oración, los Sacramentos, especialmente de la Penitencia, que hemos de frecuentarla y la Eucaristía.
-         También es nuestra su misión: luchar por quitar el pecado del mundo, siendo siervos que reconcilian.
 
                        La Eucaristía. En ella se realiza la Palabra proclamada, Jesús, siervo entregado y por su entrega nos pasa y nos hace permanecer en la libertad. Comulguemos y luchemos  por permanecer en la vida de Gracia y comuniquémosla.