DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO “C”
Queridos hermanos, seguimos con la mirada puesta en Jesús, para conocerlo y
seguirlo mejor en nuestra vida. El Domingo pasado proclamaba en la Sinagoga
cuál era la misión que realizaría el Mesías: “Los ciegos ven, los cojos
andan, los muertos resucitan…” Y hoy nos dice que esas palabras que acabáis
de oír se realizan por Él.
Nos quiere mostrar que Jesús es la Palabra del Padre, que en Él se cumplen las
promesas de Dios, y que con sus palabras y sus obras… se manifiesta la
salvación de Dios a todos los hombres.
Son unas síntesis de lo que es y de lo que representa la figura de Jesús y que
irá desarrollando durante su vida: EL ÚNICO SALVADOR, EL BUEN SAMARITANO, que
hace presente el rostro de Dios Padre, y cuyo amor hoy también canta San
Pablo: “Su amor es paciente, afable; no tiene envidia: no presume ni se
engríe, no es mal educado ni egoísta, no se irrita; no lleva cuentas del mal;
no de alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin
límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no
pasa nunca”.
Sin embargo la Palabra de Dios de hoy se detiene en la reacción que Jesús
suscita: “Todos se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca
y decían: ¿No es este el hijo de José?” Reacción típica de rechazo ante el
mensaje de Jesús, que se irá repitiendo. Y cuando Jesús les acusa de no acoger
su amor, la salvación de Dios, la reacción se acentúa, hasta intentar
despeñarlo por el barranco. “Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se
alejaba”
Estas reacciones de la gente hacia Jesús y hacia su mensaje nos pueden sorprender,
pero mantienen toda su actualidad, en un doble aspecto:
Por un lado, debemos preguntarnos qué actitud es la nuestra: ¿Nos adherimos de
corazón a Jesús o lo rechazamos? Posiblemente de palabra nunca lo neguemos, y
por eso decimos que somos cristianos. Pero en nuestra manera de vivir, en
nuestra actuación de cada día, ¿somos coherentes con la fe que profesamos?
Por otra parte, ahora y aquí somos nosotros los continuadores del mensaje y de
la salvación de Jesús, y hoy en nuestro mundo, Jesús sigue siendo recibido con
actitudes de rechazo, de indiferencia. Esto nos puede causar dolor, incluso con
la tentación de desertar…, pero hemos de mantenernos fieles y esperanzados.
El testimonio de Jeremías y del mismo Jesús nos han de alentar. Dios nos da
fuerzas como a ellos para resistir y continuar: “No les tengas miedo…” “Se
tú mi roca de refugio”. Hemos de ponernos en las manos de Dios y pedirle
que sea nuestro “alcázar de salvación”, nuestra “roca de refugio”
en los momentos difíciles de nuestra vida.
Lo que si debe preocuparnos es nuestra adhesión a Jesús y la imagen que damos
de Él. Es lo que en definitiva nos plantea San Pablo en la segunda lectura, que
lo llama “un camino excepcional”. Es el camino mejor para mostrar
nuestra fe en Jesucristo, nuestro amor a él; para ser su imagen nítida: El amor
vivido entres ámbitos:
a) El de la comunidad cristiana:
Entre nosotros, nuestros grupos… como la mejor familia. Así nuestra comunidad
puede ser luz y sal del mundo. Unidos proclamando nuestra fe, esperanza y
caridad.
b) En el ámbito de nuestras
relaciones con todos: casa, trabajo, vecinos, pueblo, amigos “Comprensivos y
serviciales”
c) En el ámbito de nuestro del
trabajo por mejorar el mundo, la sociedad… ante el hambre, el subdesarrollo del
tercer mundo… ante los problemas de nuestros hermanos.
d) Hagamos nuestra la oración
inicial de la Misa dirigida al Padre: “Concédenos amarte con todo el corazón
y que nuestro amor se extienda a todas las criaturas” Necesitamos pedirlo,
pues sabemos bien que estamos lejos de ese amor. Pero gracias a Dios, tenemos
el ejemplo y la fuerza de Jesús y de su Eucaristía: Que nos ayuden a confiar en
El y a gastar nuestra vida por los hermanos.