DOMINGO SEGUNDO DEL TIEMPO ORDINARIO C
INTRODUCCIÓN:
Queridos hermanos este Domingo marca el inicio de una nueva etapa en la
liturgia. Hemos acabado las celebraciones de la Navidad y volvemos al tiempo
litúrgico ordinario, en el que acompañaremos a Jesús en su vida pública. Por
ello la Palabra de Dios de este Domingo nos ha presentado el Evangelio de las Bodas de Caná, en las que Jesús “comenzó sus signos, manifestó su gloria y
creció la fe de sus discípulos en Él”
EL AGUA CONVERTIDA EN VINO: Dice
el Evangelio que de la colaboración atenta entre Jesús y María surge una obra
maravillosa: El agua se convierte en vino, y así es motivo de alegría para los
novios (que se les aguaba la fiesta); motivo de alegría también para los
invitados (que podían proseguir la fiesta) y aún más para los discípulos (que
poco a poco van depositando su fe, su confianza en la persona de Jesús).
JESÚS ACOMPAÑA LA VIDA DE TODOS. Así
nos invita a darnos cuenta de lo que supone tener a Jesucristo tan cerca. Su
presencia transforma la vida en “Buena”,
en “Mejor”. Nos muestra que la
presencia del amigo Jesús, Dios con nosotros, cambia realmente el mundo, “el orden de los cosas”, las relaciones
entre las personas, el sentido de la vida, convirtiéndola en una gozada, en una
fiesta. Nada iba a ser igual desde entonces. El estaba allí acompañando a los
novios, apoyándoles y regalándoles lo mejor que tenía: su amor, su amistad
solidaria. Así quería demostrar que Él acompañaría a todos para que el vino de
la fiesta y el sentido de la vida ya no le faltasen a nadie.
Este Evangelio nos invita también a nosotros que tenemos a Cristo y su amor a “CONVERTIR EL AGUA EN VINO”, a hacer
de las cosas habituales y cotidianas de la vida, algo valioso y alegre para
todos. A estar bien seguros que el amor sencillo y constante a los demás (el
esfuerzo, el trabajo…) convertirá lo vulgar y lo diario en motivo de alegría
para aquellos que tratamos personalmente, porque se convertirá para ellos en un
buen vino, el de nuestro cariño y amor.
EL AMOR REVELA A DIOS. Y
ese amor nuestro que Jesús nos regala, a la vez hará visible al mismo Dios, que
San Juan define como Amor Mayor. Así fue y así será. Al ver el amor que Jesús y
su Madre tenían a los novios y a los invitados, creció la fe de sus discípulos.
Hoy, al ver el amor que nos tenemos, los padres, los catequistas, los miembros
de Caritas, Adoradores, los cristianos…, todos comprenderemos la fuerza y la
grandeza del amor de Dios y que todos somos llamados por Dios mismo a la
felicidad.
DÍA DE LAS MIGRACIONES.
Hoy, Jornada Mundial de las Migraciones, es de justicia recordar a esos
hermanos nuestros que su vida, hace años dejó de ser un banquete… Hoy el Señor
nos muestra a millones de hombres y mujeres con nombres y apellidos que lo han
perdido todo. Y la Iglesia de Cristo los acoge, los trata como hermanos y se
preocupa por su dignidad y que también participen del banquete de vida… que
Dios quiere par todos sus hijos. No podemos seguir comiendo, bebiendo y
danzando en esta fiesta como si nada. El milagro de rellenar las tinajas no
podemos dejarlo únicamente en manos de Dios.
Que
la vida de millones de personas sea una boda como la de Caná, ¡es una tarea que
nos salpica a todos por igual!
Pidamos
al Señor que nos ayude a ser portadores
de “más vida” para los que están a nuestro alrededor, y que todo el mundo,
a través de nosotros, encuentren motivos serios para amar la vida y disfrutarla.
LA EUCARISTIA es el
banquete de bodas de Jesús, al que Él no invita. Jesús se desposa con la
Iglesia y se da en comida para que tengamos vida abundante y eterna.
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