1.- LAS PUERTAS DE
DIOS.
Hermanos todos sabemos para que sirve una
puerta… La gran puerta para que el hombre llegue a Dios y para que Dios llegue
al hombre no puede ser otra que Cristo. Ya lo dijo Él: “Yo soy la Puerta de las aprisco, de las ovejas…” Pero en nuestra
cronología hay una puerta previa, que es su madre, María.
-María, porta coeli, por la que el cielo llega a nosotros y por la que
nosotros llegamos al cielo (y el cielo es
Cristo). A la hora de entrar Dios en la tierra, llamó a la puerta de María.
Y en la hora de acercarse a Dios, el hombre acude a María, “Puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar…”.
-Salve,
reina de los cielos… Salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz.
¿Cómo
es la puerta mariana?
. Es una puerta pequeña.
-¿cómo puede ser si Dios es inmensamente
grande?
-Por el misterio de la pequeñez: Dios se hizo pequeño, puro embrión. Dios
escogió madre pequeña, miró la pequeñez
de su esclava. Dios prefirió nacer en el pueblo pequeño, Belén, y en un
rincón abandonado de ese pueblo. Asimismo, el hombre que quiera entrar por ella
tiene que achicarse. Sólo los que se hacen pequeños pueden alcanzar a Dios. Si no os hacéis como niños…
. Es una puerta pobre y sencilla.
-Nos encontramos de nuevo con el misterio
de la sencillez. Hay puertas grandiosas, preciosas, ricas… La puerta mariana no
deslumbra ni rivaliza ni se complica. Está siempre a nuestro alcance. Basta
querer. No hay que pagar peaje, basta desearlo con fe.
. Es una puerta confiada y alegre.
-Se abre con un Sí. Esa es la clave de la cerradura. Si dudas, nunca podrás
entrar.
-Alegre.
Una vez que se entra por la puerta, se empieza a bendecir y a cantar:
-Bendita
tú entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, mi niño también se
alegra. Todo es una fiesta.
-Se alegra
mi espíritu en Dios mi Salvador.
. Es una puerta misericordiosa.
-Acoge con preferencia a los pobres y a
los que sufren. Todos sus materiales son entrañables. Todos los que lloran se
sienten consolados.
. Es una puerta agradecida.
-Reconoce que en ella todo
es gracia, que fue el Señor quién se
fijó en ella, y que en ella hizo
cosas grandes. Ella misma es el fruto de su gran misericordia, que traspasa todas las generaciones.
2.- AQUÍ ESTOY
Cuando
Cristo entró en el mundo, su primer pensamiento fue el Padre; su primer
sentimiento fue de entrega al Padre; sus primeras palabras fueron: Aquí estoy para hacer tu voluntad. Una
actitud de obediencia al Padre, que mantendrá hasta el fin: No se haga mi voluntad, sino la tuya.
SÍ. En esa obediencia amorosa todos fuimos
salvados: “Quedamos santificados por la
oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre”.
Verdaderamente
no vino a condenar. Podría haber contado al Padre las muchas miserias que
encontró en la tierra; de lo difícil que le sería adaptarse; de lo mucho que
tendría que sufrir… Solamente dijo ¡SÍ! Esta primera palabra del Enmanuel
es como un eco de las que dijo su Madre: ¡Fiat!
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas.
Tú no quieres la muerte de tus criaturas
ni te alimentas con su sangre. Tú no quieres las mortificaciones de tus hijos.
Tú no quieres más mortificación que la de la propia voluntad, ni más
sacrificios que los de la misericordia, ni más ofrendas que las de la alabanza,
ni más liturgia que la del amor, ni más incienso que el de la oración.
3.- DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN
-Tú puedes ser el ángel de la Navidad.
-Tú puedes ser San José.
-Tú puedes ser portal de Belén.
-Tú puedes ser madre de Dios.
-Tú puedes actualizar la visitación.
-Tú puedes cantar el magníficat.
-Tú puedes ser Navidad…
. Si escuchas a Dios
y le dices Sí.
.Si te sientes hijo
de Dios y le dices Sí.
.Si te acercas al
hermano y le dices Sí
. Si cuando recibes
una buena noticia, dices Sí.
. Si cuando acontece
un dolor, dices Sí.
. Si cuando te
sientes más pobre, dices Sí.
. Si cuando te sientes el último, dices Sí