DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C
Queridos hermanos: Los cristianos afirmamos con el apóstol San Juan que Dios es
amor. Y así lo hemos escuchado en la primera lectura proclamada del libro de la
sabiduría: “Señor amigo de la
vida, que amas a todas las personas, porque son tuyas”.
Mejor no se puede decir. Es la visión positiva, optimista de la vida desde la
perspectiva de un Dios que es amor. Esta visión quizá la hemos tenido muy
olvidada los cristianos: “A todos
perdonas,… corriges poco a poco a los que caen y los reprendes, para que se
conviertan y crean en Ti, Señor”.
Esta contemplación de la misericordia de Dios y su universalidad nos debería
alegrar más a los cristianos y practicarla más en nuestra vida: TENEMOS UN
DIOS, AMOR,- JESÚS - NOS SALVA.
Así se nos muestra en el Evangelio de hoy: Parece a primera vista que sea
Zaqueo quien intenta encontrar a Jesús, pero de hecho, es Jesús quien quiere
hacerse el encontradizo con ese hombre rico y pequeñajo encaramado en el árbol.
Y es que Jesús de Nazaret, Dios con nosotros, se esfuerza por acercarse al que
va por el mal camino y mira de entablar amistad con él para reinsertarlo en la
sociedad y salvarlo. Le concede el don mesiánico del perdón y la paz.
Zaqueo es el hombre, todo hombre, amado y buscado por Jesús, prototipo del
hombre llamado a la salvación: ES EL HOMBRE QUE ESCUCHA UNA LLAMADA, LLAMADA
QUE TRANSFORMA SU VIDA.
1º. ESCUCHA UNA LLAMADA. Hay un encuentro entre Dios y el hombre, un
mirarse el uno al otro, un dirigirse la palabra. La salvación, la vida es
siempre fruto de una llamada, de un diálogo entre Dios y el hombre. Jesús y
Zaqueo se buscaban desde hacia tiempo. El rico, de corazón vacio e
insatisfecho, buscaba a Jesús desde su subconsciente (sería bueno ver a Jesús).
Zaqueo avergonzado quería ver sin ser visto.
Jesús lo mira descaradamente, “levantó
los ojos” para verle· Así se encuentran la miseria y la misericordia,
el pecado y el perdón.
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