FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN
HOMILÍA:
INTRODUCCIÓN:
“Los hijos vivirán tal vez separados del hogar, lejos unos de otros, cada uno
dedicado a sus quehaceres... Pero se celebra la Fiesta de la Madre y todos se
dan cita en el hogar entrañable y querido. Así lo habéis entendido también
vosotros. En la Fiesta de nuestra Madre, la Virgen del Carmen, os habéis
acercado al hogar común. Sed todos bienvenidos a su propia casa. Sentios a
gusto en ella. Que la Virgen del Carmen vea a sus plantas hoy y estos días a
todos sus hijos que vienen a honrarla, a venerarla, a darle gracias y, sobre
todo, a aprender de su vida los pasos seguros para la nuestra. Ella será la
puerta, que a todos se abre para que solo Cristo la habite”.
Saludo: Hermana Mayor y Junta de
Gobierno, Sr. Presidente de la Agrupación Arciprestal de Cofradías, Hermanas y
Hermanos Mayores de las asociaciones públicas de la Iglesia de Baeza, queridos
cofrades e hijos todos de la Virgen del Carmen. Sí, hoy celebramos la Fiesta de
nuestra Madre, Nuestra Señora del Carmen.
Hoy con toda la Iglesia nos alegramos y nos gozamos, porque el Señor la habita,
porque con nosotros numerosos pueblos y ciudades se unen al Señor formando una
sola familia, un solo pueblo: el Pueblo de Dios, hijos de Dios e hijos de María
para homenajear a su querida Madre.
Gracias a la misericordia de Dios
que ha mirado la humillación de la humanidad y nos ha salvado dándonos a su
Hijo Único Jesucristo, nacido de mujer: María Santísima.
El Libro de los Reyes nos ha
descrito que el Pueblo de Israel por haber roto la Alianza con Dios, sufría el
hambre y la escasez, por la falta de lluvia… Y el Profeta Elías oró,
suplicó a Dios que tuviera misericordia de su pueblo. Y como consecuencia
de su oración apareció en el cielo una pequeña nubecilla blanca, que ascendía
desde el mar hacia el Monte Carmelo. Y dicha nube trajo agua abundante, y
volvió la vida, se acabó el hambre, se acabó la sed, se acabó la muerte, vino
la vida…
La Iglesia ha contemplado en esta
nubecilla blanca la figura de la Virgen Inmaculada, la Virgen del Monte
Carmelo: La Mediadora universal de todas las gracias por su divina maternidad
corredentora. Así lo proclama la Iglesia y lo celebra hoy en su Liturgia: María
del Monte Carmelo, la pequeña, la pobre, la humilde esclava del Señor,
fecundada por la acción del Espíritu Santo, deja caer la lluvia del Cielo que
es Cristo el Hijo de Dios, el Salvador de los hombres, nuestra paz, nuestra
única esperanza.
¡Cómo se nos ensancha el corazón y la
vida al contemplar a la Virgen del Carmen, Madre de la Misericordia!,
cuando hoy también nosotros y muchos hermanos sentimos el corazón reseco y
sediento por la falta de vida que se manifiesta de mil formas: Falta de trabajo
para muchas familias, falta de ilusión en muchos jóvenes, falta de
vocaciones consagradas en la Iglesia, falta de dar un sentido auténtico a la
vida, falta en definitiva de Dios y de su amor…
Por eso, acudimos a La Virgen del
Carmen, en quien desembocan todos los ríos de la Misericordia Divina y
de la esperanza humana. Diríamos que Ella vivió y sigue viviendo las
esperanzas de todos los pequeños y pobres del mundo; las esperanzas de todos
los hombres, las tuyas también… En la situación que te encuentres. Ella
como buena Madre conoce y se identifica con los problemas de sus hijos y pide y
reclama a su Hijo Jesús, el Hijo de Dios: “No
les queda vino” “haz cuanto puedas”…
Porque ella es la mujer vestida de
sol y de Espíritu, que da a luz a Cristo. La mujer doliente y perseguida,
atravesada por la espada cerca de la Cruz del Hijo y de todas las cruces. La
mujer preñada del Espíritu, abriendo el seno a todos los hijos, abriendo
los brazos a todos los hermanos. Mujer, vencedora de la serpiente y de toda
seducción; desprendida y despojada de toda idolatría y canta autora de todos
los humildes y hambrientos. Mujer vacía de
sí, radicalmente libre y disponible, esclava de Dios y servidora de los hombres.
Y nosotros la celebramos hoy.
“¡Alégrate,
Iglesia, también tú llena de gracia!” Y nuestro gozo y alegría se
convierten en compromiso de anunciarla y de presentarla a nuestro mundo,
sediento de Dios y de vida: A los que hemos experimentado y recibido por
mediación de María la alegría de la salvación de Cristo, hoy se nos pide un claro compromiso de
unidad y de fraternidad, de ilusión, de esperanza y alegría. Que sepamos dar
razón para vivir y para sufrir, que sepamos contagiar nuestra fe y nuestra
esperanza.
Se nos pide que presentemos a todos
los hombres, hijos de María, un rostro joven y alegre, que hablemos al
corazón de las gentes, que seduzcamos y atraigamos por la fuerza de nuestro
testimonio. De esta manera presentaremos el verdadero rostro de Cristo; disiparemos
las dudas de la existencia de Dios y descubriremos al mundo la presencia de
nuestro Dios que ama al hombre y apuesta por la vida. Como María, Nuestra
Señora del Carmen, presentaremos a Cristo con nuestro testimonio, saciaremos la
sed que todo hombre tiene de vida, de Dios, de amor…Y LO HAREMOS CON SU AYUDA
FORMANDO:
-
Comunidades que ponen en común sus bienes…
-
Grupos y familias cristianas que no viven para sí, sino para los demás y son
felices.
-
Personas dispuestas a servir a los más necesitados.
-
Gentes que hacen de su trabajo y de sus vidas un servicio y una entrega y son
felices.
-
Personas e instituciones que se vuelcan sobre los marginados para levantarles y
curarles sus heridas…
-
Tú puedes seguir la lista.
Que la Virgen del Carmen, Madre de la Misericordia y de la Esperanza, nos
alcance de su Hijo Jesucristo los bienes que
necesitamos. Amén
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