DOMINGO TERCERO DE CUARESMA CICLO C
Queridos hermanos, estamos ya en el centro de la Cuaresma, tiempo de gracia y
de conversión a Dios. Es una invitación a mirarnos por dentro, a analizar las
raíces profundas de nuestra vida. No basta con una limosna de más o un rezo
añadido… Se trata de conocer más y mejor a nuestro Dios, de apegarse a Él y de
reconocerle como el Tesoro y lo más importante de nuestra vida… Hoy la
Palabra de Dios proclamada nos da a conocer perfectamente quién y cómo es nuestro Dios:
A) El Dios cercano, solidario y liberador: “He visto la opresión de mi pueblo…, me he
fijado en sus sufrimientos…, voy a bajar a liberarles”. Es el Dios que ve,
que oye, que siente. Dios es entrañable, Dios se compadece, Dios también sufre.
Y más adelante:
- “Soy el que soy. He bajado. Yo estaré
contigo”. Dios se acerca, ayuda, acompaña. Dios quiere estar al lado del
hombre para acompañarlo y ayudarlo. Se hará definitivo y pleno en la
Encarnación: Dios con nosotros.
- Es el Dios que libera, que no tolera ninguna opresión ni esclavitud. He
bajado para liberarle. Quiere para todos sus hijos el respeto y la dignidad que
merecen, la vida plena.
- La compasión de Dios no se reduce a sentimientos, es enérgica y operativa; su
compasión es pasión, fuerza apasionada y liberadora… Cuando Dios se acerca,
cuando Dios pasa, se rompen las cadenas, es el principio de la Pascua. Así
ocurre hoy con cada uno de nosotros. Nos quiere liberar de toda esclavitud que
podamos sufrir, nos quiere orientar y salvar en nuestras dificultades, en nuestra
lucha, en nuestras debilidades. Reflexiona, pues.
B) Es el Dios de la paciencia y la
esperanza. Si estamos queriendo conocer a Dios, el Evangelio de hoy nos
ofrece otra clave de aproximación: Dios espera coger los frutos en su huerto.
Es normal. Ha plantado un árbol, una higuera y la ha cuidado con esmero.
Debiera dar frutos buenos y abundantes… Y la higuera no responde a las
expectativas. Entonces, el dueño, Dios, en vez de cortarla, aguanta y espera, cultiva
y espera, sigue cultivando y espera. Tiene fe en el árbol. Quizá haya que
cambiar el cultivo. Dios sigue esperando, un año y otro y otro. Y es que el
amor espera siempre, sin límites. Como esperaba el Padre la vuelta del hijo.
¿Cuántos años esperando?
Cristo que llama a (nuestra) tu puerta, también espera que le abramos. ¿Cuánto
tiempo lleva esperando? La imagen de Cristo en la cruz puede ayudarnos a
comprender: “Pero, ¿cómo te digo que me
esperes, si estás para esperar, los pies clavados?”
Una vez decididos, una vez, en su casa, una vez sentidos amados y ¡con qué
amor!, nos pide que respondamos con una conversión seria hacia Él y hacia los
hermanos. -Hacia Él, cultivando nuestra vida específica espiritual,
nuestra o mejor su relación conmigo. A saber, trato con Él, amistad, relación,
conocimiento, confianza: oración y sacramentos.
-Hacia los hermanos: Ve, yo te envío para que saques a mi pueblo… Dios quiere
mediaciones, necesita de colaboradores… Te necesita a ti para realizar la obra
maravillosa de liberar, de salvar al mundo. Para realizar la obra de su amor en
nuestros días… Parroquia, familia,…
CONCRETANDO: Dios
nos ha repartido con su Espíritu sus dones, sus carismas. Todos estamos
llamados a vivir su amor… Pero cada uno en su vocación y de acuerdo con los
dones recibidos. Necesitamos replantearnos la vida, hacer nuevos planteamientos…
La Eucaristía, esta Eucaristía es el Paso de Cristo de la muerte a la vida… Y
de cada uno de nosotros de este mundo al Padre. Porque no puede ser mi
oportunidad definitiva. Dios, tu Dios, así lo espera.
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