PREGON PASCUAL
Queridos
hermanos y hermanas, sed bienvenidos especialmente hoy, a la celebración de la
Resurrección de N. S. Jesucristo.
Hoy
quisiera hablaros de otra manera: Lo que tengo que deciros lo habéis oído otras
veces, pero me gustaría que no pareciera lo de siempre. Es necesario que os
suene a nuevo, que os dé la impresión de que no lo habéis oído nunca.
Hoy
quisiera que mis palabras os sonaran a nuevas, como si no me conocierais, y no
supierais qué voy a deciros. Si creéis mi palabra de hoy, si de verdad os
tomáis en serio lo que hoy os digo, vuestra vida será nueva:
Empezaréis a vivir de una forma distinta; la rutina diaria tendrá una
profundidad desconocida, la celebración religiosa os traspasará el alma, la
alegría, que nadie puede quitar, será vuestro huésped, la vida será una ruta
guiada por la esperanza, la misma enfermedad tendrá una cara desconocida,
incluso la muerte será una puerta llena de posibilidades.
Hermanos y hermanas, esto es lo que esta noche, estos días, tengo que
deciros: Jesús de Nazaret, el hijo de
José y de María, el muerto injustamente y sepultado, HA RESUCITADO Y VIVE PARA
SIEMPRE.
La
muerte ha sido vencida: el muro impenetrable, la oscuridad existencial, el mal
constante que nos espera, la queja irremediable... ya no son verdad del todo.
Alguien ha roto el misterio, ha desvelado la aurora, ha iniciado una nueva y
definitiva creación
Oídlo
todos los que estáis aquí y en cualquier lugar: ¡CRISTO HA RESUCITADO!
Oídlo todos los que vivís en Baeza:
¡CRISTO HA RESUCITADO!
Vosotros, niños, que empezáis a soñar:
Cristo vivo puede realizar vuestros sueños.
Vosotros, jóvenes, que os asustáis ante la dureza de
la vida:
Cristo resucitado enciende vuestros ideales, fortalece vuestra rebeldía ante el mal.
Vosotros padres y madres de familia:
Cristo vivo resplandece en el amor fiel, Ilumina la entrega generosa a
los hijos.
Solteros y solteras:
Cristo resucitado os hace fecundos, pone en vuestras manos otro modo de
crear la vida, construye otra familia no según la carne y la sangre, sino en el
Espíritu de hijos y hermanos.
Cristo resucitado vive con vosotros, no permite que se reseque vuestra
alma, y hasta el final os sostiene llenos de vida.
Vosotros,
enfermos:
Cristo vivo está con vosotros en la cruz, con vosotros se pone en las
manos del Padre con vosotros cruza la frontera de la vida sin fin.
Vosotros,
pobres de la tierra, unios a Cristo resucitado:
Él
está animando vuestra lucha por salir de la miseria. Él exige que os respeten y
os escuchen; Él está dentro de vosotros y se identifica con vosotros.
Vosotros, los que lucháis por la justicia, la
libertad, el amor, la dignidad de todo
ser humano...sabed que Cristo vivo os está sosteniendo, os patrocina la tarea,
os asegura que resucitareis y vuestra vida será todo un éxito.
Hermanos: Cristo, el amigo de los niños, el que perdona a la adúltera,
el cercano a los enfermos, el que se sienta con los pecadores, el que quiere a
todos, el que acepta a todo hombre... una vez resucitado, sigue haciendo lo
mismo.
Por
eso, hermanos, terminemos diciendo todos:
Cristo resucitado: Alienta nuestra vida, llena de alegría nuestro
corazón, caldea con tu amor nuestra convivencia, cura nuestras enfermedades,
concédenos tu mismo Espíritu.
¡FELICIDADES, HERMANOS Y HERMANAS!
¡CELEBRÉMOS Y GOCEMOS EN EL SEÑOR!
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