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domingo, 1 de mayo de 2011

POR ENRIQUE RUIZ CANTOS

De Juan Pablo II hay muchos grandes especialistas que pueden hablar de el mucho más y mejor que yo, pero no por eso quiero dejar de hablar de el con la ignorancia que poseo…

La primera fiesta religiosa que tenemos después del domingo de Resurrección es la de la Divina Misericordia, fiesta que instituyo el Papa Juan Pablo II a los pocos de meses de ser nombrado Papa. La vinculación de Juan Pablo II y la Divina Misericordia es inseparable, siendo Obispo de Cracovia inició el proceso de Beatificación, (declarándola “Sierva de Dios”) de la entonces Sor Faustina, monja a quien Jesús se le apareció en numerosas ocasiones y a la cual le revelo lo que hoy conocemos como “La Fiesta de la Divina Misericordia”, posteriormente Juan Pablo II siendo ya Papa la Beatifico y la Canonizo queriendo que su Canonización fuese la primera del tercer milenio. El punto culminante que une a Juan Pablo II con la Divina Misericordia es cuando Dios decide reclamar a Juan Pablo II, Juan Pablo II muere un sábado (recordemos que la Iglesia dedica los sábados a la Virgen) por la tarde, litúrgicamente era ya domingo, el domingo de la Divina Misericordia, por ello no me extraño cuando su sucesor, Benedicto XVI, decidió poner como fecha la de la fiesta de la Divina Misericordia para su Beatificación, ¿Coincidencia? No, yo nunca he creído en las coincidencias, yo creo en Dios y en el destino que nos tiene preparados si somos capaces de aceptar su voluntad, si somos capaces de fiarnos de Él a ejemplo de la Virgen María. Y es que Juan Pablo II como otros tantos Santos, como otros tantos cristianos se fían de Dios, hay tantos ejemplos… si leemos en el Antiguo Testamento el libro de Job, es buen ejemplo de ello, “Dios me lo dio, Dios me lo quito, Bendito sea Dios”, o los Salmos “El Señor es mi fuerza y mi poder”, ciertamente el ejemplo más claro es el de Maria, “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”, el nuevo santo sigue el ejemplo de nuestra Madre, de la cual era un gran devoto. Por ello creo que no hay ninguna coincidencia, simplemente Dios quiere culminar uno de los títulos que “adquiere” el nuevo santo, “El Apóstol de la Divina Misericordia” y es que Juan Pablo II cree firmemente en el gran amor de Dios, cree en su Misericordia, a la cual dedica una encíclica “Dives in Misericordia (Rico en Misericordia)” y fomenta la fiesta, también hace que en la Iglesia más cercana al Vaticano se le tenga devoción permanente…


Otra de las facetas que más admiro es algo que ya he mencionado, la gran devoción a nuestra Bendita Madre la Virgen, es curioso pero en todas las biografías que he leído de santos hay siempre dos puntos de unión, el gran amor a Jesús Sacramentado y la gran devoción a María, pero Juan Pablo II no solo destaca por estos grandes amores, destaca en otras facetas, el gran apostolado, la defensa de la vida, el acercamiento a toda persona, la gran acogida que tuvo con los jóvenes a pesar de que no nos decía lo que queríamos oír… Juan Pablo II demostró siempre una gran coherencia, siempre fiel a Dios, a pesar de la critica que eso pudiese conllevar, por eso me resulta incluso casi más admirable, por que en una sociedad en la que nos dejamos llevar, en la que nos falta fuerza para defender nuestra Fe, nuestras convicciones, en una sociedad en la que vivimos más pendientes del que dirán, más que de la opinión de Dios, y por ende de ser coherentes con nuestras creencias.

No quiero atormentar al lector, pero me permito acabar con un…

Muchas Gracias Dios por concedernos un “ejemplo” como ha sido Juan Pablo II.

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