🟢 *Domingo XXX del Tiempo Ordinario*
🪔 Lc 18,9-14
Jesús contó esta otra parábola para algunos que se consideraban a sí mismos justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador!’ Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido”.
*Meditación*
Las lecturas de hoy nos muestran la justicia y la compasión de Dios, que escucha las súplicas de los afligidos. San Pablo, al final de su vida, nos da ejemplo de fidelidad y perseverancia. Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano, nos enseña la verdadera humildad ante Dios que debe tener el verdadero creyente.
¿Cómo es nuestra actitud en la oración? ¿Y nuestra compasión hacia los necesitados? ¿Y ante aquellos que consideramos inferiores a nosotros?
*Oración*
Señor, dame la gracia de tener un corazón humilde y misericordioso que siempre busque la justicia y la compasión. Que no olvide, que Tú estás en mi vida y te muestro en mis acciones hacia los demás. Amén.

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