🟢 *Domingo XIX del Tiempo Ordinario*
🪔 Lc 12,32-48
En aquel tiempo dijo Jesús: “No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino. Vended lo que tenéis y dad a los necesitados; procuraos bolsas que no envejezcan, riquezas sin fin en el cielo, donde el ladrón no puede entrar ni la polilla destruye. Pues donde esté vuestra riqueza, allí estará también vuestro corazón. Estad preparados y mantened vuestras lámparas encendidas. Sed como criados que esperan que su amo regrese de una boda, para abrirle la puerta tan pronto como llegue y llame. ¡Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar, encuentre despiertos! Os aseguro que los hará sentar a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a medianoche o de madrugada. Y pensad que si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que se la abrieran para robarle. Estad también vosotros preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis”. Pedro le preguntó: “Señor, ¿has contado esta parábola sólo para nosotros, o para todos?”. Dijo el Señor: “¿Quién es el mayordomo fiel y atento, a quien su amo deja al cargo de la servidumbre para repartirles la comida a su debido tiempo? ¡Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, encuentra cumpliendo con su deber! De verdad os digo que el amo le pondrá al cargo de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en volver, comienza a maltratar a los demás criados y a las criadas, y se pone a comer, beber y emborracharse, el día que menos lo espera y a una hora que no sabe llegará su amo y lo castigará. Le condenará a correr la misma suerte que los infieles. El criado que sabe lo que quiere su amo, pero no está preparado ni le obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el criado que por ignorancia hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.
*Meditación*
Las lecturas de este día dedicado al Señor nos hablan de la fe y la confianza en las promesas de Dios. ¡Qué importante es esto! Jesús nos anima a no tener miedo, porque el Padre nos ha dado ya el Reino. Así que no temas…
Reflexiona hoy sobre la confianza en Dios y piensa cómo puedes fortalecer tu fe. Recapacita sobre tu corazón, ¿dónde está? ¿Cuál es tu mayor riqueza?
*Oracion*
Te pido, Señor que, al igual que Abraham, pueda caminar confiado en tus promesas, sabiendo que eres fiel y cumples siempre lo que prometes. Amén.
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