🟠 *Domingo IV de Pascua*
🪔 Jn 10,27-30
En aquel tiempo dijo Jesús: “Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán ni nadie me las quitará. Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie se lo puede quitar. El Padre y yo somos uno solo”.
*Meditación*
Hoy vemos a Pablo y Bernabé enfrentándose al rechazo y la hostilidad de sus contemporáneos, una circunstancia que afrontan con valentía. El salmo nos recuerda que estamos llamados a reconocer nuestra identidad como el pueblo de Dios. Somos ovejas de su rebaño, guiados por su amorosa presencia. Esta relación íntima con Él nos ofrece consuelo y seguridad, sabiendo que siempre está cerca.
En el evangelio, Jesús nos asegura que sus ovejas, quienes reconocen su voz y le siguen, recibirán la vida eterna y nunca serán arrebatadas de su mano, revelando la profundidad de una relación íntima y eterna con Él. Meditemos en cómo cada uno de nosotros está llamado a responder a esta voz que nos conoce y nos llama por nuestro nombre, invitándonos a seguir el camino que conduce a la vida plena y eterna.
*Oración*
Señor, en este día, te pedimos que nos ayudes a escuchar y a reconocer tu voz en medio del ruido del mundo. Que podamos seguirte con confianza, sabiendo que tú eres el camino hacia pastos verdes y aguas tranquilas. Inspíranos a vivir con la valentía de Pablo y Bernabé.
Que nuestra vida refleje siempre tu amor y tu luz, aun en medio de las dificultades y de la oposición del mundo. Sabemos que no será fácil. Pero Tú no dejas de estar a nuestro lado. Amén.
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