🟣*Domingo II de Cuaresma*
🪔 Lc 9,28b-36
En aquel tiempo Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Y aparecieron dos hombres conversando con él: eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén. Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo: “Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube, tuvieron miedo. Entonces de la nube salió una voz que dijo: “Éste es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle”. Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.
*Meditacion*
Las lecturas nos invitan a reflexionar sobre la fe, la confianza en Dios y la transformación espiritual. En el pasaje del Génesis, Dios hace una promesa misteriosa a Abraham. Es el Dios que todo lo puede y que siempre es fiel. El salmo nos brinda consuelo en la certeza de que Él nos guía y protege en todo momento. Pablo nos exhorta a vivir como ciudadanos del cielo, centrados en las cosas eternas y no en los placeres temporales de este mundo.
El relato de la Transfiguración nos invita a contemplar la gloria de Jesucristo. La presencia de Moisés y Elías subraya la continuidad y el cumplimiento de la historia de la salvación en Cristo. La nube que envuelve a los discípulos y la voz del Padre que proclama a Jesús como su Hijo elegido refuerzan esta verdad, al sacarlos del tiempo y llevarlos a la dimensión divina. Esta experiencia nos desafía a profundizar en nuestra relación con Jesucristo, luz del mundo, revelación definitiva de Dios al hombre.
*Oracion*
Me invitas, Señor, a escuchar tus enseñanzas, a seguir tus pasos y a abrir mi corazón a tu amor transformador. Que nada me impida confiar en tus promesas, amar como Tú me amas. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario