*Domingo XIV del Tiempo Ordinario*
🪔 Mc 6,1-6
Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos le acompañaron. Cuando llegó el sábado comenzó a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oír a Jesús, se preguntaba admirada: "¿Dónde ha aprendido éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?" Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo: "En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa". No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de sanar a unos pocos enfermos poniendo las manos sobre ellos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.
*Meditación:*
Es ley de vida que, con el paso de los años, vamos perdiendo destrezas que nos brotaban con naturalidad con menos edad. De entre ellas, es probable que la pérdida de la capacidad de asombro sea una de las peores. Sin darnos demasiada cuenta, vamos acostumbrándonos a todo aquello que debería seguir asombrándonos cada día. Es lo que les sucede a los de Nazaret ante Jesús, a quien creen conocer, en este pasaje del evangelio y lo que nos ocurre a nosotros con las personas con las que tratamos a diario. Durante esta jornada, intentemos dejarnos sorprender por quienes nos rodean, admirando el misterio que son y que nunca acabaremos de descubrir.
*Oración:*
Te adoro, Señor, en tu sencillez de Nazaret. Te admiro en el trabajo de tus manos.
*Acción:*
Haz un esfuerzo por valorar a quienes te encuentres esta semana y escuchar sus opiniones con respeto.
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