*Domingo II del Tiempo Ordinario*
🪔 Jn 1,35-42
Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús, dijo: "¡Mirad, ése es el Cordero de Dios!" Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó: "¿Qué estáis buscando?" Ellos dijeron: "Maestro, ¿dónde vives?" Jesús les contestó: "Venid a verlo". Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo: "Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo)". Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro)".
*Meditación:*
No podemos conocer a Jesús sin los demás. Nuestro encuentro con Él no sería posible sin el testimonio de todos aquellos que, a lo largo del tiempo, nos han precedido y han compartido con nosotros su propia experiencia. Se trata de la misma dinámica que refleja este pasaje del cuarto evangelio: las palabras del Bautista despiertan la inquietud de dos seguidores y el testimonio de Andrés, uno de ellos, impulsa a Simón a encontrarse con el Señor. También tú y yo formamos parte de esa inmensa cadena de testigos que podemos expresar, con palabras o sin ellas, quién es Jesucristo para nosotros. Solo así quien quiera podrá buscarle y dejarse encontrar por Él.
*Oración*
Gracias por encontrarte conmigo, Señor. Ayúdame a encender en otros la llama de tu amor.
*Acción:*
Invita hoy a alguien a acompañarte al encuentro eucarístico con Jesús.
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