FIESTA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL DESCENDIMIENTO Y DE MARIA SANTÍSIMA EN SU QUINTA ANGUSTIA. “LAS TRES MARIAS”
Sra. Presidenta de la Unión local de Cofradías. Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento y Maria Santísima en su quinta angustia. “Las tres Marías”. Hermanos Mayores...
DOMINGO CUARTO DE CUARESMA CICLO “A”
Queridos hermanos y hermanas.
Con todos los cristianos del mundo nos preparamos para celebrar la Pascua de Cristo, la Pascua cristiana, nuestro paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia...Lo hacemos cuando todos los cristianos vamos con Cristo camino de Jerusalén, para celebrar su Pasión; Muerte y Resurrección; y para identificarnos con Él, para ser personas nuevas...Nos ayuda la Palabra de Dios proclamada.
Muchos de nosotros conocemos a alguna persona ciega. Una persona ciega es una pena, una gran tristeza. No poder ver una luz, un color, un cielo azul, un bello rostro, una mirada bella... Es una pena.
1.- CIEGO DE NACIMIENTO ES TODA PERSONA
Sin embargo, podemos afirmar que toda persona que viene a este mundo padece ceguera: ciegos nuestros ojos y turbios y enfermos y cansados. Pues vemos cosas, objetos, máquinas...Vemos llagas, lágrimas, enfermedades, pobrezas, riñas, esclavitud... Aunque nuestros ojos han visto y ven también muchas realidades buenas: la vida que nace, el amor que crece, el esfuerzo que crea, el servicio generoso del personal sanitario...
Podemos seguir afirmando nuestra ceguera: VEMOS MUCHAS COSAS, PERO SE NOS ESCAPAN LAS MÁS IMPORTANTES. Nuestros ojos se fijan en la estatura, y en las apariencias, pero no ven el corazón. No son suficientes nuestros ojos de la cara. PARA VER EN PROFUNDIDAD, LO QUE PASA EN EL FONDO, SE NECESITAN OTROS OJOS, LOS DEL CORAZÓN.
Pues, ¿quién valora a los pobres, a los niños, a los ancianos, a los deficientes…? Cierto joven enfermo de Sida se cuestionaba, ¿Por qué me amáis?
LA MASCARA Y EL PERSONAJE
Somos ciegos incluso para nosotros mismos. Nos da miedo mirarnos. No sólo cultivamos las apariencias, sino que vivimos en ellas. Vemos la imagen que nos vamos formando y no la
real. Por eso, nos molesta tanto que alguien nos haga ver la realidad, lo que somos.
¿No te das cuenta de que te buscas a ti mismo en todo, que eres mezquino, envidioso, egoísta. No te das cuenta de que eres un pobre hombre, digno de compasión, pobre y ciego?
SIN EMBARGO, DIOS ESTÁ AHÍ
Muchas veces somos ciegos porque no tenemos a Dios, porque no vemos a Dios. Buscamos constantemente pruebas y exigimos signos, milagros, sin embargo, Dios está ahí: en las estrellas, en el agua que acaricia, en el beso de la madre, en la sonrisa del niño; en el servicio generoso del enfermero y en el pobre indefenso... Dios está aquí; hasta le podría sentir, respirar... PERO ESTOY CIEGO.
2.- LA CURACIÓN DEL CIEGO
El ciego de nacimiento tuvo la suerte, la gracia, de encontrarse con Jesús, que era un sol. No fue el ciego, fue Jesús el que vio al ciego y, compadecido, quiso curarlo.
Jesús podía haber curado al ciego inmediata y directamente, con una sola palabra o un solo golpe de gracia. Y, sin embargo, utiliza una serie de mediaciones. TODO UN PROCESO: La saliva, el barro en los ojos, la necesidad de lavarse en la piscina. Y es que Cristo necesita de NUESTRA COLABORACIÓN: El que no multiplica los panes, si no ofrecemos los pocos que quedan,
Tampoco cura al ciego:
- Si primero no reconoce bien su ceguera.
- Si no escucha y acepta la Palabra.
- Si no se deja conducir.
- Si no se lava o se deja lavar en la Piscina del Enviado.
RECONOCER LA CEGUERA: Y es que la Buena Noticia llega para aquellos que sienten la necesidad de ser salvados. , su incapacidad y valoran el poder de la gracia.
ESCUCHAR LA PALABRA: Es salir de sí mismo y estar abierto al don que Dios nos promete. Es empezar a confiar, empezar a creer.
DEJARSE CONDUCIR: El ciego no pone resistencia. Cuando Jesús le embarra, se lava en la piscina cuando Jesús lo manda; se fía de la palabra de Jesús. Es decir, no debemos poner resistencia y obstáculos a la gracia. Hay que ponerse en las manos de Dios y dejarse llevar, aunque no siempre entiendas sus caminos.
LAVARSE EN LA PISCINA: La del Mesías, la piscina de la Iglesia. Se trata de aceptar esas mediaciones humanas que Dios ha señalado. Y no se trata del valor de esas mediaciones, sino de la fe. Todos nos podemos salvar por la fe en la palabra y en la presencia de Jesús, que se conservan y actualizan en la Iglesia.
3.- VER A JESÚS
El ciego tardó en ver a Jesús. Después que es expulsado de la Sinagoga, Jesús sale otra vez a su encuentro. El no puede abandonar a los que sufren persecución. Entonces, el ciego vio a Jesús, pero aún no le conocía.
Pero ahora Jesús le va a curar nuevamente y le va a añadir una sobredosis de luz. “¿Cree tú en el Hijo del Hombre?... Lo estás viendo... Creo, Señor. Y se postró ante Él”. Ahora es cuando el ciego está definitivamente curado de su ceguera. Ahora es cuando ha recibido enteramente su salvación. Ha visto a Jesús; ha visto en él al Mesías; y se postró ante Él.
Todo el que ha sido curado de la ceguera, todo el que cree en Jesús, tiene que esforzarse por verle, por descubrir también hoy su presencia entre nosotros.
Tampoco le resultará fácil, necesitas que el Señor te cure diariamente los ojos, para que puedas seguir viendo.
QUE VEAS COMO JESÚS: Todavía se te pide más: no sólo que veas a Jesús, sino que veas como Jesús: que veas las cosas, los hechos, las personas como Jesús las ve. Todo sería tan distinto. Y aún, un poco más: que llegues a iluminar como Jesús.
La Palabra lleva a la confesión, y la Comunión a la proclamación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario