DOMINGO CUARTO DE CUARESMA CICLO C
Queridos hermanos y hermanas:
Con todos los cristianos del
mundo nos preparamos para celebrar con Jesucristo nuestro paso de la muerte a
la vida, del pecado a la gracia... Vamos con Cristo, camino de Jerusalén, para
identificándonos con Él; para llegar a ser personas nuevas... Nos ayuda la
Palabra de Dios proclamada.
Hoy la Palabra de Dios nos
ha situado ante el gran amor que Dios nos tiene a sus hijos. Creo que no hay
Evangelio más hermoso que el proclamado para expresar y captar el amor de Dios.
A) “Celebremos un
banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo
hemos encontrado” Y comenzó una gran fiesta. Debemos subrayarlo:
Celebraron la gran fiesta. Domingo de Letare, que mira al banquete del Jueves Santo.
Alguien de vosotros me
dirá: “Oiga, pero más importante que la
fiesta es el abrazo del Padre”. Pues precisamente por eso hubo fiesta;
porque la fiesta ya empezó con el abrazo del Padre. Decidme sino:
- los ojos llenos de lágrimas
de emoción, al mirar a lo lejos y adivinar que aquel podía ser el hijo, y pedir
con toda su alma que lo fuera...
- Aquellas lágrimas de emoción,
¿no eran campanillas de plata que saltan a fiesta?
- Aquel conmoverse sus
entrañas, aquel vibrar de su espíritu enternecido... ¿No era el preludio de un
corazón en fiesta?
- Aquellos pasos con una prisa
incontrolable, aquel correr para adelantar el encuentro, ¿no eran ya los
primeros compases de una música de fiesta?
Y aquel colgarse al cuello,
aquel cubrir al hijo de besos, aquel abrazo estrecho... ¿no eran ya el comienzo
de una danza en fiesta?
Estos gestos, estos hechos
eran la verdadera fiesta. Lo demás, el vestirse con el mejor traje, el anillo
con el sello familiar en la mano, el calzar los pies doloridos del camino, el
banquete con el ternero cebado, el festín, eran la explosión de una fiesta ya
iniciada a la que se sumaba ahora la familia entera.
B) Bueno con la reticencia inicial del hermano mayor, que representaba a
todos aquellos que murmuraban entre sí: ”Ese acoge a los pecadores y come
con ellos”. Es posible que nos
tipifique a algunos de nosotros que nos gustaría convertir nuestro grupo,
nuestra comunidad, parroquia, nuestra religión en un gueto cerrado en el que no
tengan cabida los otros, los malos.
¡Qué bien está expresado el
contraste entre esa actitud estrecha y el amor ancho y sin fronteras del
Padre! Para el hermano mayor, aquel que
ha vuelto dejó de ser hermano hace tiempo. Por eso dice “Ese hijo tuyo”...
Para el Padre, es el hijo que ha resucitado, es la familia que ha sido
recompuesta. Por eso contesta: “Ese hermano tuyo”. Y por eso
mismo quiere el Padre que ésta sea la fiesta de toda la familia.
C) La reconciliación es una
fiesta, el perdón es una fiesta, la confesión es una fiesta. Buena falta nos
hace recobrar el sentido gozoso y festivo del Sacramento de la reconciliación o
penitencia. ¿Qué tienen que ver tantos miedos y escrúpulos y tanta vergüenza
con el gozoso colgarse el Padre del cuello del hijo y comérselo a besos?
El encuentro de Jesús con
los pecadores casi siempre coincide o termina en un banquete, símbolo del
festín con que el cielo celebra la vuelta de un pecador. Y buena falta nos hace
también recobrar ese sentido de familia, de comunidad, de Iglesia, que tiene la
reconciliación.
D) Por último, el hijo
pródigo es el modelo de todo aquel que vive alejado del otro, huye de sí mismo,
vive en la superficie, se aliena con la diversión, el placer y el consumo. No
quiere vivir para el otro y tampoco vive para sí, se pierde. Si siente la
insatisfacción, puede ser un principio de gracia que lo conduzca de nuevo hasta
los brazos del Padre.
E) Aplicaciones: La historia
se repite. Un día dejamos la casa del Padre.... en busca de nuevas aventuras. Y
quisimos llenar el vacío y aliviar la insatisfacción. Derrochamos la fortuna y
vivimos perdidamente: la diversión, la compra, la droga, el sexo, el consumo
..., el fútbol... Empezamos a pasar
necesidad y nos sentimos vacíos e insatisfechos.
Nos pusimos en camino y
comenzamos el viaje de vuelta, arrepentidos y, sobre todo, confiando en la
misericordia y la bondad del Padre. Y aquí estamos DE FIESTA. El Padre nos ha
acogido... gracias al Hijo que desciende a nuestras miserias y se entrega y
surge:
-
La inmensa alegría...
-
No nos separaremos de
ti (compromiso futuro)
-
No romperemos nuestra
alianza.
La Virgen nos ayudará a
vivir todas las tesituras cerca de Jesús, del Padre y de todos los hermanos.
Comamos y robustezcamos
nuestro amor y nuestra unión, y permanezcamos en el amor de Dios y de los
hermanos.
Esta Pascua, será la señal y
anticipo de la Pascua que no acaba. Y el que empezó en nosotros la obra buena,
Él mismo la llevará a su término.
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