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sábado, 5 de febrero de 2022

HOMILÍA DEL DOMINGO

 

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO “C”.

Queridos hermanos, continuamos con nuestro itinerario  sobre el conocimiento y el seguimiento de Jesús, llevados de la mano del evangelista San Lucas.

El Domingo pasado vimos que Jesús era rechazado por sus vecinos de Nazaret. Era la plasmación de las palabras de San Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”

La conclusión  para nuestra vida era evidente: Debemos acoger realmente a Jesús, de manera que esté de verdad presente y activamente en nuestra vida de cada día…

Hoy cambia de perspectiva el evangelio proclamado: Jesús mismo llama a otros a que participen de su misión, de su ministerio. El tema de hoy, pues, es el de la vocación , un mensaje siempre constante y actual: DIOS LLAMA A UNA TAREA, Y LA PERSONA, SI QUIERE, RESPONDE.

La primera lectura nos ha presentado la vocación de Isaías y en ella se presentan unos rasgos comunes que después aparecerán en el evangelio: El miedo del llamado, la conciencia de su limitación y de su pecado, que serán vencidos  por la fuerza mayor de la gracia de Dios, que lo llama y lo envía. “A quién enviaré?, ¿Quién irá por mí?” Y finalmente, la respuesta generosa y desinteresada: “Aquí estoy, mándame”.

San Pablo, en la segunda lectura, es otro llamado, otro enviado. El menor de los Apóstoles recuerda también cómo fue su proceso de conversión, de seguimiento y de envío, pero no por méritos propios, sino “por la gracia de Dios”.

Y como culmen de la llamada y vocación, el evangelio proclamado de la pesca milagrosa.

El protagonista es Simón Pedro de ese proceso que compartió con sus compañeros y que estamos llamados a vivir todos los discípulos de Jesús. Unos hombres sencillos, que trabajan con esfuerzo y que acogen con escepticismo la interpelación de Jesús: “Maestro nos hemos pasado toda la noche bregando y no hemos cogido nada”, Pero le dan un voto de confianza. “Pero, por tu palabra, echaré las redes”.

El resultado de este paso fue sorprendente; el fruto que obtienen supera todas las expectativas: “Hicieron una redada… las dos barcas casi se hundían”.

Entonces aparece el miedo, la conciencia de la propia limitación (“Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”) Pero Jesús anima, entusiasma, da un valor y un sentido grande a los que pasa; “No temas, desde ahora, serás pescador de hombres”.

Conclusión: Quien se ha dejado tocar por Jesús se siente transformado, liberado, salvado, experimenta un cambio total en su vida. Tan profundo que invierte la orientación de todo su ser: “Sacaron las barcas a tierra y dejándolo todo , lo siguieron”.

Jesús sigue llamando hoy. Toda esta reflexión debe llevarnos a aterrizar hoy, aquí y ahora: Como nos sentimos llamados y enviados por Jesús. Cada cual, desde su propia vida, desde su talante, debe ver cómo CORRESPONDE A LA LLAMADA DE JESÚS, DEL SEÑOR. Hay variedad de vocaciones, pero todos estamos llamados a convertirnos en apóstoles, en pescadores de hombres. Por ello cada cual debe preguntarse: A QUÉ ME LLAMA DIOS, QUÉ ME PIDE, QUÉ MISIÓN, ME CONFIA.

Lo principal es que cada uno se sienta interpelado y sea capaz de reaccionar con generosidad, con confianza dispuesto a dejar y a cambiar lo que sea para ponerse en camino con Jesús.

Finalmente, toda la Iglesia está llamada a ser “pescadores de hombres”. Por ello debemos revisar como va nuestra tarea misionera, evangelizadora. Seguramente tenemos miedos, dudad, y quizás desánimos. Hoy puede ser un gran día para reanimarnos: si ponemos toda nuestra confianza en el Señor, si nos dejamos tocar por su gracia y ponemos todo a su servicio con generosidad, seguro que los frutos que obtendremos, serán abundantes. “El asombro se había apoderado de ellos…”                                                                                                                    

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