SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS
Queridos hermanos, os
deseo un feliz y prospero Año Nuevo. Hoy es el primer día del año 2.022; y el
primer día del resto de nuestra vida. Y es que siempre estamos comenzando. Y
siempre estamos sintiendo la necesidad de una nueva bendición y protección.
Hoy imploramos la
bendición del Señor: Que el Señor te bendiga y te proteja, el Señor te ilumine,
el Señor te sonría, el Señor te pacifique, el Señor te fortalezca. Si no te
quita los obstáculos... que te ayude a superarlos. Lo más importante es que El
te acompañe siempre. Si El te acompaña, pase lo que pase, serás feliz.
Todas las bendiciones
se concentran en el Niño que nos ha nacido y que hoy fue circuncidado y recibió
el nombre de Jesús. El nombre de Jesús expresa todas las bendiciones de Dios al
hombre: Es el Dios que salva, que se acerca benévolo y compasivo, con poder
curativo y liberador. No es el Dios que viene a ajustarnos las cuentas, Él viene
a perdonarnos, a sacarnos de nuestras prisiones, a devolvernos nuestra
dignidad...
MARIA, MADRE DE DIOS
Y al Niño, a Jesús se
le encuentra gracias a María, la Madre. La Misión de María fue y es propiciar
el encuentro de Dios y el hombre. Su vocación no es otra que la de ser MADRE DE
DIOS, la que permite que Dios sea
engendrado en su vientre, la que proporciona a Dios el cuerpo y la sangre, la
que alimenta a Dios, la que cría y hace posible a Dios. ¿Qué más puede ser y se
puede decir de una criatura? - Si Dos
piensa y siente como hombre se debe a María. - Si Dios puede mirar y amar como
hombre, se debe a María. - Si Dios puede emocionarse, llorar... se debe a
María.
Por eso, María está
asociada a la misión de Jesús. En todos los momentos importantes de su vida
aparece María. Maria se convierte en Sacramento de Cristo, como la Iglesia. Si
acudimos a Maria no tardaremos en encontrar a Jesús.
María es también una bendición de Dios, un don para el hombre. Dios no solo nos regala al Hijo, nos regala también a la Madre. La Iglesia, cada uno de nosotros, tiene también una Madre. Y como Madre, Maria nos protege, nos ayuda, intercede permanentemente por nosotros. Acudamos...
¿Cómo no agradecer a
Dios esta bendición, este don? ¿Cómo no amar y agradecer a María? ¿Quién puede
sentirse
huerfano en la Iglesia? Tenemos a un Dios que es Padre, tenemos a una
Madre que está cerca de Dios.
2.- DANOS, SEÑOR, TU
PAZ.
Hoy celebramos también
la Jornada Mundial de la paz instaurada
por el Papa Beato Pablo VI desde el
año 1.968. Y con San Juan Pablo II
hacemos memoria de la Jornada Mundial de oración por la paz, que tuvo lugar en
Asís hace 33 años. Y con Zacarías
recordamos que aquel sol que viene del cielo, viene “para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. Y con la primera lectura de hoy pedimos al buen
Dios que ilumine su rostro sobre nosotros y sobre el mundo entero y nos conceda
la paz. Y con el niño en el pesebre que, cuando será mayor subirá a la montaña
y gritará con todas sus fuerzas: “Dichosos
los que trabajan por la paz”, los que siembran por todas partes semillas de
paz. A todos los que hoy, en un mundo zarandeado por tantas tensiones,
violencias, apuestan por la paz, la bienaventuranza les dice que “ellos se llamarán los Hijos de Dios”.
¡Qué alegría trabajar por la paz! ¡Qué compromiso más hermoso trabajar por la
paz!
Y con el Papa Francisco hoy nos
hace el siguiente LLAMAMIENTO: “La construcción de la paz mediante la no violencia activa es
un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para
limitar el uso de la fuerza por medio de normas morales, a través de su
participación en las instituciones internacionales y gracias también a la
aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a
todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un “manual” de esta estrategia de
construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña. Las ocho
bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona bienaventurada,
buena y auténtica. Bienaventurados los mansos, dice Jesús, los misericordiosos,
los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y
sed de justicia. Esto es también un programa para los líderes políticos y
religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los
dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo:
aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades”.
La paz
la tenemos que pedir a Dios como un don, pero la tenemos que trabajar cada día
nosotros. Y para ello, desde el día uno de Enero de 2.011 comenzó su andadura en
la Iglesia el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral,
que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia, “los inconmensurables bienes de la justicia,
la paz y la protección de la creación” y de la solicitud hacia los
emigrantes, “los necesitados, los
enfermos, los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos
armados y de las catástrofes naturales, de los encarcelados, los desempleados y
las victimas de cualquier forma de esclavitud
de tortura”
Comenzamos un nuevo año y pedimos a María, Reina de la paz, que nos ayude a encontrarla y mantenerla siempre en nuestro interior, y que esta paz en el corazón contribuya a hacer cada día más posible la paz en la sociedad que nos rodea. Así sea.
3.- AL EMPEZAR EL AÑO, PAZ.
Con Jesús nació la Paz. Él es Príncipe de la Paz. Hoy es Jornada Mundial
de la paz. Este año el Papa Benedicto XVI ha escogido el lema “Bienaventurados
los que buscan la paz”.
Creyentes del mundo uníos a Cristo-Paz, para que seáis hijos y apóstoles
de la paz. Hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, uníos en el Espíritu
pacificador, para hacer posible otro mundo más unido, más solidario, más
pacífico.
Se nos invita a poner paz donde haya guerra, unión donde haya discordia,
puentes donde haya muros.
Jesús es Niño-Paz, Niño-Pan, Niño-Palabra. La Paz se convierte en pan,
basta inclinar un poco la última letra. Si no hubiera tanta guerra y tantas
armas, habría más educación y más alimentos. Lo que se quita a la paz favorece
la miseria, y cuanto se invierte en desarrollo favorece la paz.
El cristiano es, es el hombre renovado,
hijo de la solidaridad y la esperanza. A pesar de tantas dificultades y
fracasos, no se da por vencido, mira siempre adelante. El cristiano no se pliega sobre sí mismo, sino que se
despliega y sale a los caminos para vendar los corazones desgarrados. No se
acomoda, ni se deprime, sino que se levanta y se ofrece, siempre disponible.
Está bien armado con su capacidad, su generosidad y su oración. No se limita a
dar cosas, da tiempo, se da a sí mismo. Hace de su vida una sinfonía de servicio.
Es de los que siempre tienen el corazón dispuesto.
“Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada
encuentra una excusa”. Proverbio árabe.
Maria, Madre de Dios, es Reina de la paz. No se hizo sorda a la Palabra;
la escucha en Dios y en los hermanos, sus hijos. Escucha el clamor del
oprimido, y del que ya no tiene fuerza par gustar; es la que prestó su voz al
que no la tiene, la que entiende el lenguaje de los pobres, la que sabe
dialogar y se deja interpelar.
Como hijos suyos, aprendamos a imitarle. Unidos a Jesús, Príncipe de la
Paz y a su Madre, Reina de la Paz, hagámosla posible este año y siempre en
cualquier lugar y situación.
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