SOLEMNIDAD
DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN
Queridos hermanos e hijos de María, Nuestra Sra. del
Alcázar, nuestra Patrona: Con gran regocijo celebramos a María asunta en
cuerpo y alma al regazo del Padre. Hoy celebramos con todos los pueblos
cristianos una realidad plena y esplendorosa: María, mujer de nuestro pueblo, ha
sido llevada al cielo. Y esa realidad nos afecta también a nosotros: Lo
que hoy celebramos y contemplamos en María, lo celebramos como un adelanto y
una esperanza para todos nosotros cristianos…
La aventura de María solo podría
desembocar donde está su Hijo resucitado. Y Jesús es también para
nosotros. Hoy celebramos, pues, el cumplimiento de la salvación de María,
el mismo cumplimiento que esperamos para nosotros…
Por tanto la fiesta de la Asunción
no sólo es un homenaje a la Madre de Dios, sino también un canto de alabanza
a Dios por su salvación para nosotros los humanos, de la que María es la
primicia.
HOY NOS PREGUNTAMOS, ¿POR DONDE LLEGA MARÍA A LA META, A LA GLORIFICACIÓN?
Su prima Isabel nos da la respuesta:
“Dichosa tú, que has creído”. Sí,
María es proclamada ya dichosa, porque responde con toda su vida a Dios: “Hágase en mi según tu Palabra”. He ahí
lo fundamental de su vida: su fe que le llevó a su glorificación.
Los humanos buscamos el camino de la
felicidad y de la gloria. Hoy María nos recuerda las Palabras de su Hijo
Jesús: Encuentra la vida aquel que cree;
es decir, el que hace de Dios su luz, su absoluto. Pero la fe supone un elemento fundamental: La sencillez y la humildad: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece
a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacios”. También lo dijo Jesús: “Dichosos
los pobres… de ellos es el Reino”. La fe y la humildad siempre van unidas.
Por eso, celebrar hoy a María creyente y humilde, es confesar gozosamente: Ser
persona y ser persona en plenitud es posible también hoy.
“Con razón no quisiste que María conociese la
corrupción del sepulcro”. María, fiel a Dios, es la obra más grande de
la redención de Jesús. El ha resucitado y por Él ha venido la resurrección de
los muertos.
La unión de María con Jesús fue total,
por ello María tampoco ha experimentado la corrupción del sepulcro, y por ello
fue asunta al cielo. Ella es la Inmaculada, la sin pecado, la llena de
gracia.
En Dios, el hombre está llamado a la vida;
a la vida eterna, transfigurada personal y también corporal.
“PROCLAMA
MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR”
El cántico de María es modelo de la
actitud del hombre ante la obra de Dios, de contemplación y alabanza. “Él hace proezas con su brazo”. DEBEMOS, PUES:
-Ejercitarnos en la contemplación y
admiración de las obras de Dios. Mirada contemplativa ante lo que hay de
bondad, de belleza, de verdad, de vida…y de amor. Todo ello es obra de Dios.
Pero podemos estar miopes y no descubrirlo.
-Recordemos las grandes obras de Dios
en María. Necesitamos ojos muy limpios y bien abiertos para descubrir la
mano de Dios… en Ella y en nosotros. Ello nos conducirá a la alabanza y al
agradecimiento.
-Aspiremos a los bienes que perduran…, y
mientras caminamos por esta tierra, celebramos y gocemos con los hermanos y con
nuestras familias, la Fiesta en honor a
la Virgen del Alcázar, nuestra Madre y Patrona.
La
Eucaristía es el gran Magnificat de la Iglesia por el don de
Dios, por su amor, manifestado en Cristo, por su obra en María y en nosotros.
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