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domingo, 1 de agosto de 2021

HOMILÍA DEL DOMINGO

 

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO “B”

 

          El evangelio que hoy hemos proclamado, es una continuación de la escena de la multiplicación de los panes y los peces. Jesús introduce una larga catequesis sobra la Eucaristía, Pan de Vida.

          La tarde anterior habían quedado saciados gracias al alimento material que habían recibido. Después de buscarle, le encuentran y no querían dejarle marchar. Entonces Jesús les da esta catequesis  sobre “el Pan de vida”.

                  

         “Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna”.

          Jesús repite con frecuencia este contraste entre lo que las personas buscan muchas veces y lo que Él ofrece y tendríamos que buscar. Así lo repite:

     “No sólo de pan vive el hombre…”

     “No amontonéis tesoros aquí en la tierra…”

     “No estéis agobiados por la vida, pensando que

      vais a comer…”

 

     Esta Palabra de Jesús es el grito de una persona de grandeza espiritual en medio de un mundo de intereses pequeños y de preocupaciones mediocres. Lo que nos preocupa y mueve en nuestra vida es el “pan”, alimento, trabajo, el sueldo, una buena base económica, el éxito…

 

          Jesús ama al hombre, se siente incómodo ante esta actitud tan común y nos dice: “Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna”

¿Qué nos quiere decir Hoy Jesús? Nos exhorta a buscar el verdadero tesoro, la manera auténtica de vivir, la actitud adecuada ante la vida, los verdaderos valores, la vida de Dios, del Amor.

         “Vosotros buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia; y todos o demás se os dará por añadidura”. (Mt.6, 33).

         El Reino de Dios pasa por encontrar a Jesús, ya que solo Él puede ofrecernos el alimento que no tiene caducidad. “Sin mí no podéis hacer nada…” Nos está diciendo que creamos en Él, que abramos la voluntad, la mente para adherirnos a su persona.

 

          Preguntémonos si es válido hoy el grito del Señor. Todos estamos llamados buscar cuál es la verdadera manera de vivir, pues la cuestión es cuál es la razón última de nuestro trabajo, de nuestra actividad, de toda nuestra existencia.

 

         Acerquémonos humildes y recibamos el Pan de Vida, la Eucaristía para renovar nuestro espíritu y nuestra manera de pensar, y revestidos de la nueva humanidad que Dios ha creado a su imagen, como dice el apóstol a los efesios, llevemos una vida de “justicia y santidad verdaderas”.

 

 

 

 

 

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