DOMINGO XIII DEL TIEMPO LITÚRGICO ORDINARIO “B”
1.- DIOS NO QUIERE NI
LA ENFERMEDAD NI LA MUERTE.
Lo hemos escuchado en la primera
lectura: “Dios no hizo la muerte”. Y
sigue insistiendo: “No se recrea en la
destrucción de los vivientes; todo lo creó para que subsistiera...” Más
aún, “todas las criaturas que el Padre ha
hecho, son saludables, no hay en ellas veneno de muerte”.
Sin embargo, nosotros solemos decir: “Dios le ha enviado una enfermedad”; “Dios lo ha castigado”. “Esta enfermedad es una prueba de Dios”. Y hablando de la muerte, decimos: “Dios lo ha llamado” ó “Dios lo ha querido”. Al hablar así, pensamos que hablamos de un modo muy cristiano. Sin embargo, nos equivocamos. Porque la Biblia, no habla así. Hoy lo hemos escuchado con bastante claridad.
Según el lenguaje popular del Antiguo
Testamento, fue el diablo el que introdujo este veneno de muerte en
la Creación. Dios, en cambio, es el autor de la vida y quiere la vida para
todos los hombres y mujeres. Dios no dijo: “Hágase
la muerte” ó “Hágase enfermedad”. Según el Antiguo Testamento es el diablo
el causante. Por eso, debemos revisar nuestros juicios y el modo de hablar y
de pensar sobre la enfermedad, el mal y la muerte en el mundo.
La muerte, la enfermedad, el mal... no
los envía ni los quiere Dios; lo que hace Dios que ama la vida, es
ayudarnos a sobrellevar con paciencia y amor estos males... que El nunca
quiere.
2.-
LO QUE HACIA JESÚS Y LO QUE PODEMOS HACER NOSOTROS.
Esto lo vemos claro en el Evangelio:
Jesús no dice a los enfermos que tuvieran paciencia, que vieran en el
sufrimiento una prueba de Dios. Ni que la muerte de deba aceptar
resignadamente. No lo dice. Jesús ante la enfermedad, muerte... no habla.
Jesús actúa; es decir, cura y resucita.
Nosotros podemos preguntarnos que podemos y
debemos hacer ante nuestros hermanos y hermanas enfermos... ó ante los que
sufren la muerte de seres queridos... Lo que Jesús, el Maestro, hacía no lo
podemos hacer... ¿Qué hacer, pues? Se trata no tanto de hablar, sino de
actuar. Pero, ¿cómo? Procurando comunicar vida a quienes más la
necesitan. Haciendo compañía, atendiendo con el máximo cariño, ayudando en todo
lo que necesitan... Dicho de otro modo: Lo que nosotros podemos hacer es
procurar COMPARTIR Y COMULGAR CON EL AMOR QUE DIOS TIENE PARA LOS QUE SUFREN
POR LA ENFERMEDAD O CERCANIA DE LA MUERTE. No tenemos el poder de hacer
milagros, pero tenemos el poder de amar, que es lo más importante.
3.-
CON FE
Jesús necesitaba una cosa para
poder actuar, curar... Necesitaba que quienes pedían, tuvieran fe. Así
le dice a Jairo: “No temas, basta que
tengas fe”. A la mujer afligida: “Tu
fe te ha curado” ¿De qué fe se trata? La fe que pide Jesús es una gran
confianza en la bondad de Dios, en que Dios es el Padre de la vida y quiere
vida para todos. Y este gran anuncio se realizaba por Jesús.
Esta fe en la bondad de Dios, creador y amante de la vida, que sufre por el dolor de los que sufren; esta fe que hemos recibido de Jesucristo, es lo que cada Domingo renovamos y celebramos en la Eucaristía, donde Él se entrega por amor y nos da la Vida.
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