HOMILÍA DE LA VIGILIA PASCUAL Y DE RESURRECCIÓN
Queridos hermanos y hermanas. ¡Felicidades!
¡Enhorabuena! CRISTO HA RESUCITADO.
1.- LA
VICTORIA DE LA PASCUA
Esta noche pascual, noche gozosa y
santa (Este día) es el sol de nuestra
vida. Hoy celebramos el paso de Dios entre nosotros, manifestado en Jesús de
Nazaret. Este paso lo ha dejado sembrado
todos de amor, de esperanza y de vida.
El
mensaje que hoy recibimos es de alegría y de victoria. “No tengáis miedo, ya
no hay nada que temer. No os preocupéis más ni de guardias, ni de losas
sepulcrales. El sepulcro ha florecido. Fuera, una vez más, miedos y tristezas.
¿Tenéis algún miedo todavía? ¿Hay alguna tristeza que os domine? ¿Pesa alguna
losa sobre vosotros? En esta noche (En este día), Cristo resucitado está junto
a vosotros y os habla al corazón: Yo soy tu alegría perfecta. Yo soy tu paz y
tu victoria”.
La
Pascua de Jesucristo es el punto culminante de la historia y el principio de
una nueva historia. La pascua de resurrección es la clave para interpretar el
sentido de la vida. Ya no existe un ritmo binario: vida-muerte, nacer para
morir, sino un ritmo ternario: vida-muerte-más vida, morimos para vivir. La
última palabra no es la muerte, sino Cristo resucitado. La paz vence a la
guerra, el amor vence al egoísmo, la vida vence a la muerte. Por eso, hoy
adornamos nuestros templos con las más hermosas flores de primavera.
Cristo ha resucitado. Cristo vive y ya no morirá. Aquel cuerpo roto y
ensangrentado, varón de dolores, sin atractivo ni belleza; aquel que fue
despreciado y desechado por los hombres... ha florecido gloriosamente y su
cuerpo resplandece de hermosura. Cristo vive y está aquí con nosotros, y nos
habla al corazón.
¿Qué supondría para una familia que ha perdido a un ser muy querido, que éste volviera a la vida? Pues Cristo es de nuestra familia, el amigo universal, el Hermano mayor.
La
resurrección de Jesucristo fue obra de Dios. “Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente”. Los primeros testigos hablan siempre de
que “Dios le ha resucitado”. Podríamos imaginarlo como un beso de Dios
al cadáver de su Hijo por medio de su Espíritu. Dios iría besando cada una de
sus heridas, y en cada beso comunicaba la plenitud de su Espíritu. Y en cada
beso le iría diciendo: “Si, Hijo. Todo lo hiciste bien. Todo fue bien”.
2.- LA PASCUA CONTINUA.
Cristo ha resucitado, pero no basta. Ahora, Cristo quiere que todos
participemos de su resurrección cada día, que vivamos ya resucitados. Es como
si Dios siguiera besando a cada uno de nosotros, infundiéndonos su Espíritu. “Sí,
hijo, yo te quiero y estoy contigo. Yo soy tu fuerza y tu riqueza. Yo soy tu
alegría”. Algún día, no muy lejano, nos veremos cara a cara y nuestro abrazo
será transformante. Mientras tanto, lucha, como mi Hijo, por la justicia”.
Si
celebramos en verdad la Pascua, tiene que notarse en nosotros sus efectos,
que son los signos de la vida nueva. Debemos empezar a ser:
Hombres nuevos; es decir hombres
purificados. A lo largo de la Cuaresma hemos ido muriendo a nuestras tristezas.
En la Cruz de Cristo hemos clavado nuestros pecados. En el sepulcro de Cristo
hemos encerrado nuestras semillas de muerte. Ahora tenemos que revestirnos de
Cristo y gozar de los sabrosos frutos del Espíritu.
Hombres
de esperanza. La resurrección de Cristo es un sí a la vida y al hombre.
Nuestras más profundas aspiraciones pueden cumplirse y nuestros mejores deseos
pueden llegar a realizarse. Tenemos derecho a esperar un mundo nuevo, en el que
todo sea distinto.
Hombres
alegres. La alegría es la huella que deja Dios a su paso. No es alegría
barata y divertida, sino don alcanzado por Cristo con su Pascua. Es una alegría
muy profunda.
Hombres que viven en el amor. La vida nueva que brota del sepulcro está dinamizada por el amor. El amor es la vida. Vivir pascualmente es vivir el amor hasta el fin. Pero el que no ama sigue en el sepulcro.
3.- TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN
El
que ha experimentado la fuerza de Cristo resucitado no puede guardarla para sí.
Cuando se posee el sol, hay que ser capaz de repartirlo. Es una hermosa tarea.
Y algunas exigencias de este compromiso son:
-
Luchar contra las fuerzas que producen muerte. Son las fuerzas que
crucificaron a Cristo y lo siguen crucificando: la injusticia y la violencia.
-
Situarse junto a los crucificados y condenados, los que continúan y completan
su Pasión, para compartir y aliviar, para ayudarles a celebrar su Pascua.
-
Hemos de resucitar lo que va muriendo. Alentar al decaído y
enderezar al que ya se dobla. Debemos confortar al temeroso y consolar al que
está triste...
-
Hemos de alentar lo que va naciendo. Lo nuestro es contagiar
vida y esperanza, llenarlo todo de ilusión. Estar cerca y apoyar al que cree en
un mundo nuevo y del que se esfuerza por construir la paz.
-
Hemos de vivir creciendo. Nos está prohibido enterrar los
talentos recibidos. Todos los dones recibidos son para desarrollarlos y
comunicarlos. Crecer en todos: en la fe, en el amor, en la verdad; en la
oración y en el testimonio cristiano.
-
En una palabra, se nos pide ser testigos de la resurrección. Dar a entender con nuestra vida
que Cristo ha resucitado, ser portadores de la gracia de Cristo resucitado,
amar al estilo de Cristo resucitado, llenarlo todo de resurrección y de vida.
-
FELICITACIÓN PASCUAL: Que el sol de Cristo resucitado no conozca ocaso en nuestras vidas.
¡Feliz Pascua Florida! ¿Feliz Pascua de amor!
Que Cristo resucitado siga resucitado en ti. Ayuda tú también a que
otros resuciten.
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