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viernes, 2 de abril de 2021

HOMILÍA DEL VIERNES SANTO

 

            Queridos hermanos en Cristo Jesús. Os deseo paz y bien.

 

            Hoy es Viernes Santo. Día de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy sobran las palabras o, mejor, las palabras se quedan vacías, porque no pueden expresar lo que celebramos: El gesto que ayer contemplábamos admirados, gesto de un Dios inclinado a nuestros pies, hoy se hace gesto de cruz, de muerte, de silencio.

            Hoy Dios habla muriendo, entregándose. Dios no se ha reservado nada; ha dado todo lo que podía dar. HA DADO SU VIDA EN LA CRUZ. La Cruz, se hace así signo que recoge todo el plan salvador y liberador de Dios. Si sabemos escuchar la Cruz desde lo más hondo del corazón, ya hemos escuchado todo. ¡Es la Palabra definitiva de Dios!

 

           1.- VIERNES SANTO, DIOS EN COMUNIÓN.

             

            ¡Escuchemos, pues, bien la Cruz!; miremos, pues, bien la Cruz! La Cruz se hunde en lo profundo de la tierra, en lo más profundo de la historia de la humanidad, en lo más íntimo de nuestra propia historia personal. Porque Dios nos ama a cada uno de nosotros en nuestra más profunda realidad. Es el gran empeño de Dios que nos busca en nuestra propia realidad y verdad.

            En este amor de Dios que se hunde en nuestra historia personal (vida), se hace verdad todo el recorrido de Jesús buscando a los pobres, a los enfermos, a los abandonados, a los pecadores. En la cruz de Jesús, Dios nos ha encontrado y Dios nos acoge; Dios nos resucita, nos habla al corazón, Dios nos renueva.               

            Dejemos que el amor de la Cruz nos penetre. Dejemos a Dios amarnos. Y mirémonos desde ese amor. No nos martiricemos más en nuestras intimidades oscuras y esclavas. Dios nos ha amado, somos criaturas nuevas. La Cruz nos ha penetrado para elevarnos hasta la categoría de hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos de la vida eterna.

  

         2.- VIERNES SANTO, DIOS ABRAZANDO A LA HUMANIDAD

 

           Si el mástil vertical de la cruz es signo de un amor que se hunde en la realidad de cada uno de nosotros para amarla y rescatarla,  el mástil horizontal es el signo de los brazos abiertos de Dios para abrazar a toda la humanidad. Es Dios, que se abre hasta romperse, para abrazar a toda la humanidad. Es Dios descoyuntado para acoger a todos en este abrazo liberador.

           Hoy la Iglesia ora por todo  el mundo, por todas las personas. Justamente por esto, porque la Cruz es el abrazo de Dios a toda la humanidad, a cada uno de los hombres y mujeres de nuestro mundo. Es el abrazo que rompe toda barrera, toda clasificación. La cruz es el abrazo que nos dignifica a cada uno de los seres humanos. Y, sobre todo, a cada uno de los abandonados de la sociedad.   

           Mucho le ha costado a Dios este abrazo. Ha tenido que romperse, descoyuntarse en la Cruz, para poder abarcar a todos en este abrazo. Es el abrazo de la misericordia. Es el abrazo que perdona. Abrazo que mira con ternura. Abrazo sin juicio.         

             Si Dios nos ha mirado así, ¿qué sentido tienen nuestras clasificaciones, nuestros juicios, nuestras culpabilidades, nuestras tristezas…? ¡Vive la alegría de ver abrazados a todos por Dios y unidos todos como hermanos!

 

            3.- VIERNES SANTO, ABRAZO DE ADORACIÓN

 

            El Viernes Santo los cristianos adoramos la Cruz. Y ese momento lo convertimos en momento de contemplación, de adoración, de abrazo de adoración. La adoración con que veneramos la Cruz, ha de significar, en primer lugar, recuerdo agradecido de lo que en ella se nos ha dado. Recordamos a Jesús buscando a los pecadores, consolando y sanando a los enfermos, acogiendo a los abandonados. Nuestro abrazo  ha de ser muy agradecido.

           Pero además, ha de significar un renovado compromiso de fe. Dios, al abrazar a la humanidad, nos quiere hacer participar en su abrazo. Nosotros somos los portadores de Dios en esta sociedad concreta. La acogida de Dios llegará a los más pobres y necesitados a través nuestro. Solo nosotros podemos hacer que los abandonados se sientan acogidos. Hoy la Cruz nos invita a implicarnos en la construcción del Reino. Nuestros brazos tienen que ser los brazos de Dios que abrazan. Nuestro corazón ha de ser el corazón de Dios que perdona…

 

            3.- MARIA

             Finalmente, vemos a María al pie de la Cruz firme y creyente. Ese es nuestro lugar. Esa es nuestra postura: Esa obediencia que se entrega a los planes de Dios; ese corazón grande que ama hasta hacerse madre de los que matan a su Hijo; ese “hágase” pleno… será el compromiso de nuestra fe profunda.

 

            Cuando besemos, abracemos la Cruz, renovemos el acto de fe de nuestro bautismo. ¡Vamos a atrevernos a creer en la Cruz! ¡Que la Cruz nos haga sentirnos en comunión con Dios y con todos los hombres!

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