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sábado, 27 de marzo de 2021

HOMILÍA DEL DOMINGO DE RAMOS

 DOMINGO DE RAMOS

          Hermanos-as y amigos-as. Hoy comenzamos una  Semana Santa atípica, restringidos aún a causa de la pandemia del Covip-19. Es la Semana grande de los cristianos. Y la comenzamos haciendo realidad el Evangelio de San Marcos 11, 1-10, la entrada de Jesús en Jerusalén.

                  Jesús viene de Galilea a Jerusalén para celebrar la Pascua, fiesta que reunía a todos los israelitas para recordar las grandes maravillas que Dios había realizado a favor de su pueblo: La liberación de la esclavitud de Egipto, la posesión de la tierra prometida…

         Con Jesús, gentes de todas partes y, sobre todo, de Galilea, venían a Jerusalén. Conocían a Jesús, habían escuchado su predicación del Reino, habían palpado sus milagros, cómo curaba a los enfermos, resucitaba a los muertos, cómo se acercaba a los pobres y los débiles, cómo plantaba cara a la injusticia y la maldad.

         Y todas esas personas que ya le conocían, le aclaman ahora cuando entra en Jerusalén, mientras que los que no le conocían, preguntan: ¿Quién es este?

 

         Nosotros también  conocemos a Jesús. Conocemos su amor. Creemos en Él; sabemos que Él nos propone un camino de felicidad y de vida. Y por ese motivo, también nosotros le aclamamos hoy con nuestros cantos y nuestras vidas.

        

        Celebremos muy de veras estos días santos. En ellos se hace presente lo más grande y hermoso que tenemos los cristianos y que Dios nos ha regalado. Que nuestra participación, nuestros silencios, oración, comunión espiritual... nos adentren en un renovado despertar de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor.

 

         El Señor “pasa”. Abrámosle las puertas de cada casa y de cada corazón; Y dejemos que renueve en nosotros su marca, su “huella”, su amor infinito, salvador y eterno.

        

         Dispongámonos a vivir la Pascua con todos los que, como Jesús en la cruz, gritan en todo el mundo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es el grito desgarrador de tantos hombres y mujeres, familias que sufren hoy, en especial a causa de la pandemia del coronavirus y por los que se entrega el mismo Jesús. Entremos en la Pascua con ellos y dejemos que Jesús entre en nuestras vidas, las transforme y las fortalezca.

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