DOMINGO III DEL TIEMPO O. “B” PARA LA
REFLEXIÓN
EL REINO DE DIOS ESTÁ ENTRE NOSOTROS
Muchos
cristianos vivimos sumidos en la indolencia, en una fe de rebajas, en un
cristianismo “a la carta”; y acogemos la venida de Dios entre nosotros como
si de un simple suceso se tratase y no saltamos de gozo, conscientes de que
somos partícipes de una Gran Noticia. Porque a lo largo de la historia no ha
habido otra Noticia que haya merecido más primeras páginas: Dios quiere
salvar al hombre, Dios nos trae el cielo a la tierra y quiere incorporarnos a
su aventura. Este es el gran mensaje de Jesús: que el Reino de
Dios está entre nosotros. Por eso hoy vemos a Jesús proclamar a los cuatro
vientos: ¡Está cerca el Reino de Dios, convertís y creed la Buena Noticia!
Pero Jesús no quiere en su Reino una masa
indolente de adeptos, sino que exige una condición para poder pertenecer al
Reino de Dios: es necesario convertirse. ¡Convertíos! Exclamará. Convertirse,
es salir de uno mismo y volver la mirada y la vida a otra persona. Es
quitar el centro de la vida de mi egoísmo y colocarlo en el amor de Dios y del
hermano. Es vivir saliendo de sí mismo para hallarnos con los otros. Porque la
persona, cuando encuentra al hermano, ya está cerca de Dios; y cuando encuentra
a Dios ya ve en cada hombre a un hermano.
Esta Buena Noticia, este mensaje de salvación necesita mensajeros
que lo proclamen. Por ello Jesús recorre Galilea haciendo
discípulos para convertirlos en apóstoles, y les invita con energía a
seguirle: ¡Venid conmigo y os haré pescadores de hombres! Jesús
les invita, como hoy a nosotros, a un cambio total de vida. Y ellos
realmente se convirtieron: dejando las redes, su trabajo, su vida,
salieron de sí mismos para encontrarse con el Maestro. Y en
nombre de su Maestro recorrieron su pequeño mundo continuando con la Buena
Noticia: “El Reino de Dios está aquí entre vosotros: ¡Convertíos!”
Hoy la mirada de Dios se posa en cada uno de nosotros, nos
penetra con la enérgica y suave invitación a seguirle y ser de los suyos, para
seguir predicando la Buena Noticia. Se trata del diálogo de dos
libertades: la libertad de Jesús que “llama a quien quiere”; y mi libertad que le responde: “voy
contigo, Señor”. Y así nos incorporamos como discípulos en la “aventura
del Reino”.
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