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sábado, 28 de diciembre de 2019

HOMILÍA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA CICLO A

     Queridos hermanos: Celebramos la Fiesta se la Sagrada Familia como consecuencia de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús al nacer comparte una familia, un hogar como el nuestro.

     La fiesta de hoy es una invitación a que valoremos y orientemos la vida de la familia, de nuestras familias a la luz de la Familia de Nazaret. Precisamente ahora que tantos interrogantes se levantan en torno a la institución  de la familia humana, y tantas dificultades encontramos todos para la convivencia y para la estabilidad  de nuestras opciones y nuestras relaciones. La Fiesta de hoy es una invitación a vivir y disfrutar la riqueza de una familia, de un hogar, la institución más y mejor valorada por todos.

     La Palabra de Dios proclamada quiere iluminar desde la luz cristiana y navideña la realidad de nuestras familias.

1.-HONRAR PADRE Y MADRE. La primera lectura nos ha trazado un pequeño tratado  sobre el comportamiento de los hijos para con sus padres. El marco social ha cambiado mucho desde entonces, pero la actitud que se señala sigue siendo actual: ATENDER A LOS PADRES, también cuando se hacen mayores y empieza a flaquear su cabeza. ¡Qué fácil es tratarles bien cuando  son ellos los que nos ayudan a nosotros! ¡Qué difícil cuando ya nos se valen por sí mismo! El motivo dado para este amor no es solo humano, se remonta a Dios y a su mandato: “Honrarás a tu padre…”

 2.-NO ES FACIL LA VIDA EN COMÚN

     San Pablo en la segunda lectura nos ha acercado a otro ambiente en que realizar ese mismo ideal de convivencia humana y cristiana: El de una comunidad, el de una Parroquia … Sus recomendaciones siguen válidas y son preciosas: “Revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad; perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro; y por encima de todo, esté el amor”. Es precisamente la actitud que no nos ha de faltar: La acogida mutua en cualquier clase de relación o convivencia.  

     Las relaciones interpersonales nos están resultando cada vez más difíciles. Es verdad que la Fiesta de hoy no nos da soluciones técnicas para la vida familiar y social, pero sí nos ofrece  claves profundas, humanas y cristianas para la vida familiar y cristiana a la vez: el amor, la comprensión, la acogida y el perdón: “Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas; padres no exasperéis a vuestros hijos…”
     Sin embargo hay otra clave superior: No solo por motivos de coexistencia civilizada, sino desde la fe: “En el Señor”. Porque Dios nos ha perdonado, nos ha amado…, nos sentimos agradecidos, y amamos a los demás. Hemos de ser un signo vivo de ese amor de Dios recibido, en medio de la sociedad, tan falta de amor y de esperanza…

3.-TAMBIÉN EN MOMENTOS DE ANGUSTIA
     La vida de familia comporta momentos de tensión interna o externa, como contemplamos en el Evangelio de hoy. José tuvo que decidirse a tomar a su mujer y a su hijo y huir a Egipto. Con todo lo que ello suponía de incomodidades… y de estancia en un país extranjero. Y de nuevo la vuelta a su patria, instalándose en Nazaret. Pero no serían las únicas dificultades que pasaría esta familia…
                             
     Quisiera concluir con unas palabras que el Papa Francisco dirigía  a las familias que peregrinaron a Roma con ocasión de la clausura del Año de la fe. Les decía. “Para sacar adelante a una familia es necesario usar tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para no avasallar en la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gusta que haga esto?” Con el lenguaje propio del que pide permiso. ¡Demos las gracias, gracias por el amor! Pero, dime, ¿Cuántas veces al día das gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: gracias! Y la última: perdón. Todos nos equivocamos, y a veces alguien se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces, como suelo decir, los platos salen volando, se dicen palabras fuerte, pero escuchad este consejo: No acabéis el día sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día, en la familia! “¡Perdonadme!”. Y así se empieza de nuevo. ¡Permiso, gracias, perdón!. Usemos estas tres palabras en nuestra familia. ¡Perdonarse cada día!


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