Con esta fiesta de la fe, concluye este año dedicado a la misión y a su vez, es el impulso para continuar con ella. Ser misionero es un deber del cristiano.
Ha sido una experiencia fantástica, de conocimiento de los distintos carismas de la Iglesia, de compartir la oración y las esperiencias de fe y como colofón la Eucaristía.
Enhorabuena a todos los que han hecho que esta feria se hiciese realidad y a todos los voluntarios.
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