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domingo, 10 de febrero de 2019

HOMILÍA DE ESTE DOMINGO

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO “C” HAMBRE
     Queridos hermanos celebramos este Domingo, segundo del mes de Febrero, como ya es habitual, la Jornada Nacional de Manos Unidas, Campaña contra el hambre, nº 60 con el lema: CREEMOS EN LA IGUALDAD Y EN LA DIGNIDAD DE LA PERSONAS. Se quiere subrayar que el hambre como problema mundial requiere igualmente de una solución mundial y de una alianza muy sólida de todos, tanto los países desarrollados como los que están en desarrollo.
     En el cartel de este año, aparece una mujer india, por algo será, pero que muy bien podría representar a la mujer en cualquier lugar del mundo y q       ue ilustra un gran lema: LA MUJER DEL SIGLO XXI ni independiente, ni segura, ni con voz. Son tres negaciones que provocan. Las cosas van cambiando, pero este siglo que pretende ser definitivo para tantas lacras sociales, también las esta poniendo de relieve con más claridad que nunca. Es un lema para pensar, es un lema para cambiar, es un lema para RESPETAR EL PLAN DE Dios sobre los humanos, a los que creó hombre y mujer, iguales en derecho y dignidad. La Biblia presenta al hombre y a la mujer como compañeros iguales ante Dios (Gn. 5,2) Tanto el cartel como el lema nos quieren transmitir que todos estamos involucrados en este proyecto de Dios y de la sociedad.
     Para que estos objetivos que se nos proponen sean posibles y, sobre todo para que los proyectos con los que se pretenden cambiar el mundo con un desarrollo integral, tengan eficacia, hemos de ser muy generosos en esta Campaña de Manos Unidas.

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     El Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium nos habla de los cambios sociales que necesitamos. Clama contra una“economía de la exclusión”, que“considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar” y en la que “los excluidos no son explotados, sino desechos, sobrantes”.Igualmente denuncia una“economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”, así como el“consumismo desenfrenado unido a la iniquidad”.                “Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone; requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos, específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo”
     ¿No será que los esfuerzos que nacen solo de los hombres acaban fracasados por nuestra fragilidad y pecados? Solo la luz que viene de lo alto, testimoniada por el profeta Isaías, es capaz de iluminar nuestros corazones en el camino de la paz y del verdadero desarrollo de los pueblos. Los fieles cristianos somos sal y luz, testigos de la caridad de Cristo, y estamos llamados a llevar esa luz y sabiduría en el trabajo, con todos los hombres, por un mundo mejor.
     Por eso Manos Unidas, expresión de la caridad de Cristo, quiere seguir dando respuesta a todas las necesidades de los hombres. Su apoyo llega a comunidades humanas muy desfavorecidas en más de
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 cincuenta países, y este ingente trabajo es posible gracias a tantas personas como la apoyan de distintas maneras, con voluntariado y con contribuciones económicas.
     Los que colaboramos desde aquí, junto con quienes lo hacen allí, en el sur, atendiendo a la buena marcha de los proyectos (entre ellos los misioneros) y las comunidades destinatarias, unidos, formamos una hermosa imagen de ese “mundo nuevo” al que aspiramos. Hagamos nuestras las palabras del Papa Francisco en la Jornada mundial de los pobres. Seamos “BENDITAS MANOS PERSOMALES Y ORGANIZADAS QUE SE ABREN PARA ACOGER A LOS POBRES Y TRAER ESPERANZA. Mientras celebremos la Eucaristía donde Cristo se nos da como pan y alimento para hacer posible el mundo nuevo y el cielo nuevo a que Dios Padre desea.                                                                 

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