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domingo, 17 de febrero de 2019

HOMILÍA DE DON MANUEL

DOMINGO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO  C. “C”

LOS DOS CAMINOS

       No se puede vivir sin ideales en la vida. Así lo observamos.  Cada uno busca un punto de apoyo para dar sentido a su vida y para ser feliz…
   
     El profeta Jeremías plantea los dos caminos, el de la felicidad y el de la perdición. Confiar en el Señor es seguridad y cobijo. (1ª Lect.)
    
     Jesús también señala el camino de la verdadera felicidad y el de la maldición. Bendición para el que sigue a Cristo y perdición para quien se apoya en otros valores.(Ev)
    
     Para San Pablo el camino de la felicidad se apoya en la fe en la resurrección de Cristo a la que estamos llamados a participar. (2ª Lect.)

     Con frecuencia oímos decir que la “carta magna” del cristianismo es el sermón de las bienaventuranzas: Que el Reino de los cielos es de los pobres y sufridos, de los humildes y perseguidos…
     Sin embargo la filosofía de la vida no suele coincidir con el contenido del sermón. No se acepta como dicha la pobreza, la humillación, la persecución… El espíritu de las bienaventuranzas contrasta con el espíritu mundano.
    
     El sermón de la montaña ilumina el camino emprendido en el bautismo y nos ofrece los criterios para nuestro actuar cristiano: - Los pobres son los humillados, los que sufren, los perseguidos. Los que no tienen apoyo alguno en lo humano para poner su total confianza en el Señor.
                -Los ricos, en cambio, son los que se tienen a sí mismos por sabios y autosuficientes. Los que sólo necesitan de sí o los seguros de si mismos… Para ellos, Dios está por demás, pues ya son felices con lo que han logrado.
     El que está lleno de sí mismo, el que rechaza a Dios es el más pobre que puede existir, pues se halla muerto, sin vida; en cambio, quien no tiene apoyo humano es rico porque ha puesto su corazón en la riqueza de Dios, que es amor.
      La Eucaristía es la manifestación del amor de Dios en Cristo a todos los hombres. Participar en ella es llenarse de ese amor de Dios para vivirlo, ser feliz y comunicarlo a los demás.

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