DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO “B”
Queridos hermanos: Palabras preciosas las que nos ha regalado hoy el Apóstol Santiago: “La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz y su fruto es la justicia”.
¿No nos recuerda este texto a las bienaventuranzas de Jesús?... ¿No es el mismo Jesús en persona esa sabiduría que viene de arriba? SÍ. Jesús es la sabiduría suprema de la felicidad humana que: - instruye a los discípulos mientras van de camino. - que se sienta en casa y les dice a los Doce “quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de…” - Sí, Jesús es la sabiduría, que con un gesto elocuente abraza a un niño y pronuncia una sentencia sacramental: “El que acoge a un niño como este me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado”.
I) GRAN SACRAMENTO, PUES, LA ACOGIDA.
Acoger a los niños que necesitan de los mayores; acoger y servir a los indefensos y faltos de ayuda…, a los que se encuentran necesitados para integrarse en la sociedad… es un Sacramento. Pues, el que acoge a uno de ellos acoge al Señor, acoge al mismo Dios. Esa verdad revolucionó el mundo, y esa verdad vale para todas las personas que acogen con su trabajo y amor a los niños nacidos en nuestras familias, a los niños adoptados, a las personas con menos recursos, a las personas y familias venidas de otras sociedades en busca de vida, a los ancianos… Acogiendo realmente a uno de estos, estamos acogiendo al mismo Dios.
Algo fundamental faltaría en la Iglesia si los débiles y los pequeños no fueran mimados, si ésta dejara de ser un hogar en que los pequeños… se encuentran a gusto. Jesús no pone en el centro de la Iglesia a los sabios y entendidos de este mundo, sino a estos humildes hermanos.
II) SEAMOS PERSONAS COMUNITARIAS Y FRATERNALES.
Y es que Jesús espera de los suyos… una comunidad que no sea “SALVESE QUIEN PUEDA”, llena de pugnas individualistas y fratricidas como la de Caín y Abel, como la descrita por Santiago en su carta “donde hay envidias y rivalidades…, donde os combatís y os hacéis la guerra” , como ocurre en el mundo
La experiencia nos enseña tantas veces que la voluntad de ser importantes, de tener muchas cosas y mucho poder… estructuran mal nuestras personas, nuestras familias y nuestras sociedades…
El deseo convulsivo e incontrolado del placer, del tener y del poder es causa de muchas infidelidades, sufrimientos... También nos sucede a nosotros, cuando nos dejamos llevar por la ambición del honor, del prestigio… Cristo, en cambio, nos propone con su propia vida que la verdadera grandeza y felicidad se encuentra en servir. Jesús propone que los que quieran ser los primeros, que lo sean, poniendo al servicio de todos y en especial de los débiles, sus capacidades de liderazgo, de trabajo, de educación e instrucción recibidas: “Quien quiera ser primero, que sea el servidor de todos”
La grandeza de nuestro Dios y Señor, la grandeza del hombre, hecho a imagen y semejanza suya es su amorponiéndose en último lugar como servidor de todos,
Jesús declara que la verdadera felicidad se encuentra en el compartir con los demás, en vivir en comunidad y en abierta colaboración por la felicidad de todos. Cuando nos comportamos así, lo celebramos unidos en familia, Dios se nos muestra, le damos gracias y Él nos bendice. Es la Eucaristía del Domingo.
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