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domingo, 8 de octubre de 2017

REFLEXIÓN DE DON MANUEL

DOMINGO XXVII DEL TEIMPO ORDINARIO. FIESTA DEL DESCENDIMIENTO.
     Sr. Presidente de la Agrupación Arciprestal de Cofradías,  Hermana Mayor y Junta de Gobierno de la Cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento y María Santísima en su quinta angustia, las tres Marías.  Hermanos Mayores y cofrades. Queridos hermanos todos. ¿Qué alegría produce ver a los hermanos y hermanas unidos en torno al altar para celebrar el acontecimiento trascendental de nuestra vida: la victoria de Cristo sobre nuestro pecado y sobre nuestra muerte! Sí, lo celebramos cada Domingo en la Eucaristía. Y hoy de una manera especial en la Fiesta de vuestro  Titular, el Santísimo Cristo en su Descendimiento de la Cruz por parte de sus amigos y discípulos José de Arimatea y Nicodemo, sostenidos por la oración y la contemplación de María, su Madre y las tres Marías. Estremecedora escena que se actualiza aquí también hoy   entre nosotros, sus discípulos.
                  
                           PARA LA REFLEXIÓN
     Queridos hermanos y hermanas, nosotros somos ese Pueblo Nuevo de Dios, al que se le ha entregado el Reino y del que se esperan  muchos frutos. Sin embargo, este nuevo Pueblo de Dios, que somos nosotros, es fruto de una historia pasada que hoy se nos ha descrito en la Palabra de Dios proclamada. Y hoy se nos recuerda esa historia para que  no caigamos en los mismos errores.
     Dios se siente desilusionado en un momento de la historia de su pueblo. No hay desgarro, dolor, sufrimiento más grande que ver como un amor incondicional, puro, desinteresado y sacrificado, no se ve correspondido; se da de bruces con el desengaño. Es el drama de Dios, la historia de amor no correspondido entre Dios y los hombres.: “¿Qué más podía hacer…?  El ha amado hasta el máximo al hombre, a cada hombre…, pero los hombres no le corresponden: Esperaba derecho, justicia y sólo hay asesinatos y lamentos.
     Con Jesús y su tiempo sigue la misma historia y la misma postura del hombre, pero la historia ya no es la misma. La historia cambió radicalmente con el Hijo de Dios, hecho hombre. Jesucristo es la piedra angular… y los cristianos piedras vivas. Así lo expresó Jesús mismo con estas palabras: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos…”  Dad fruto; para ello nos poda, nos ama…, y donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia… Gracia a Jesucristo, Dios hecho hombre, la respuesta a Dios, la vida es posible
      Surge un pueblo nuevo con la misión de hacer presente en el mundo el Reino de Dios. Somos nosotros, acusados de no ser fieles…, sin embargo nuestra historia esta llena de mártires y de testigos de la verdad del derecho y de la justicia. Hoy también se nos pide fidelidad, dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza a quien la pidiere. Hoy se nos pide, sobre todo, corresponder al amor de Cristo y se nos concreta: “Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta y ponedlo por obra”.
APLICACIÓN: La historia de la viña se aproxima a la vida de cada cristiano. El amor de Dios se nos ha  manifestado y regalado en Jesucristo, su Hijo; con Cristo hemos recibido muchos dones, familia, posición social, valores… ¿Qué respuesta damos a ese amor de Dios? ¿Qué frutos de justicia y de amor? ¿Desilusionamos a Dios? ¿Desilusionamos a los demás?     Jesús permanece fiel y nos ayuda con su gracia y su testimonio, que nos muestra y nos regala en la Eucaristía. Dejemos que nos llene de su gracia y de su amor. Que una vez más nos enamore.

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