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sábado, 28 de octubre de 2017

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor

 Reflexión del Papa Francisco


 Jesús compone su equipo y luego se encuentra rodeado por una gran multitud de gente que llegada para escucharlo y ser curada porque de Él brotaba una fuerza que sanaba a todos. Son las tres relaciones de Jesús: Jesús con el Padre, Jesús con sus apóstoles y Jesús con la gente. Jesús oraba al Padre por los Apóstoles y por la gente. Y aún hoy reza.

Es el intercesor, el que reza, y reza a Dios con nosotros y ante nosotros. Jesús nos ha salvado, hizo esta gran oración, su sacrificio, su vida, para salvarnos, para justificarnos: estamos justificados gracias a Él.

Ahora se ha ido, y reza ¿Pero Jesús es un espíritu? ¡Jesús no es un espíritu! Jesús es una persona, un hombre, con carne como la nuestra, pero en la gloria. Jesús tiene las llagas en las manos, en los pies, en el costado y cuando ora al Padre muestra este precio de la justificación, y reza por nosotros, como diciendo: "Pero, Padre, que esto no se pierda"

Jesús tiene la primicia de nuestras oraciones, porque es el primero en orar y como nuestro hermano y un hombre como nosotros, intercede por nosotros.

Al principio, Él realizó la redención, justificó a todos, pero ahora, ¿qué hace? Intercede, reza por nosotros.  Pienso en qué habrá sentido Pedro cuando lo renegó, y luego Jesús lo miró y él lloraba. Podía arrepentirse.

Muchas veces, entre nosotros, nos decimos: "Reza por mí, ¿eh?, lo necesito, tengo tantos problemas, tantas cosas: Reza por mí". Y eso es bueno, ¿eh?, porque nosotros hermanos debemos rezar los unos por los otros.

Pidamos a Jesús: "Reza por mí, Señor, Tú eres el intercesor".

Él reza por mí; reza por todos nosotros y reza con coraje porque hace ver al Padre el precio de nuestra justicia: Sus llagas. Pensemos tanto en esto y demos gracias al Señor.

Agradezcamos por tener un hermano que reza con nosotros y reza por nosotros, intercede por nosotros. Y hablemos con Jesús, digámosle:

"Señor, Tú eres el intercesor, Tú me has salvado, me has justificado. Pero ahora, reza por mí".

Y confiemos nuestros problemas, nuestra vida, tantas cosas a Él , para que Él las lleve al Padre (Homilía en Santa Marta, 28 de octubre de 2013)
 "Nunca nos dejemos arrastrar por la vorágine del pesimismo. La fe mueve montañas". Papa Francisco

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