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miércoles, 19 de julio de 2017

 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-27):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco

Este término "pequeños" indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en particular, a los niños. Más adelante Jesús dirá:

"Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt 18,10).

Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: aquella de no considerarnos autosuficientes sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. Y todos estamos necesitados de ayuda, de amor, de perdón. Todos

Los niños nos recuerdan otra cosa bella; nos recuerdan que somos siempre hijos. Incluso si uno se convierte en adulto o anciano, aún si se convierte en padre, si se ocupa un lugar de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo.

Todos somos hijos. Y eso nos vuelve a llevar siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que la hemos recibido...

[...] Hay tantos dones, tantas riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos. Traen su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura.

El niño tiene una confianza espontánea en el papá y la mamá; y tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen.

Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, todavía no está contaminada por la malicia, por los dobleces, por las “costras” de la vida que endurecen el corazón...

Pero, los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente....

Además, en su simplicidad interior, traen consigo la capacidad de dar y recibir ternura. Ternura es tener un corazón de carne y no de piedra, como dice la Biblia (cf. Ez 36, 26).

También tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos cuando los tomo para besarlos, sonríen. Otros, me ven de blanco, creen que soy el médico y que vengo a hacerles la inyección y lloran. Espontáneamente. Los niños son así.

[...] Tenemos que preguntarnos nosotros mismos: ¿yo sonrío espontáneamente, con frescura, con amor? ¿O nuestra sonrisa es artificial? ¿Yo todavía lloro? ¿O he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.

Por todas estas razones, Jesús invita a sus discípulos a ser como los niños, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. (Catequesis, Audiencia General, 18 de marzo de 2015)
 "La Iglesia invita a todos a acogerse al amparo de la ternura y el perdón del Padre". Papa Francisco

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