Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y
le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús
le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo,
extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
¿Cómo
va el primer amor?. Es decir, ¿estoy enamorado de ti como el primer
día? ¿Soy feliz contigo o te ignoro? Preguntas universales que hay que
hacerlas con frecuencia.
Y
no sólo los cónyuges en la pareja, sino también los sacerdotes y los
obispos ante Jesús. Porque es Jesús quien nos lo pregunta como un día
hizo con Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"
Esta
es la pregunta que me hago a mí, a mis hermanos obispos y a los
sacerdotes. Como va el amor de hoy, el de Jesús, ¿no? ¿Es como el
primero? ¿Estoy enamorado como el primer día? ¿O el trabajo, las
preocupaciones un poco me hacen mirar otras cosas, y olvidar un poco el
amor? Pero los cónyuges pelean, pelean. Y eso es normal. Pero cuando no
hay amor, no se pelea: se rompe.
Jamás
olvidar el primer amor. Jamás. Hay que tener varios aspectos presentes
en la relación de diálogo de un sacerdote con Jesús:
1.
Antes de querer convertirse en un intelectual de la filosofía, de la
teología o de la patrología debe ser un pastor, tal como Jesús le pidió a
Pedro cuando le dijo: "Apacienta mis ovejas".
El
resto, viene después. Apacienta. Con la teología, con la filosofía, con
la petrología, con lo que estudias, pero apacienta. Se pastor. Porque
el señor nos ha llamado para esto.
Y
las manos del obispo sobre nuestra cabeza son para ser pastores. Es una
segunda pregunta, ¿no? La primera es: "¿Cómo va el primer amor?".
2.
La segunda es ésta: "¿Soy pastor, o soy un empleado de esta ONG que se
llama Iglesia?". Hay una diferencia. ¿Soy pastor? Una pregunta que yo
debo hacerme, que los obispos se deben hacer, y también los sacerdotes:
todos. Apacienta. Pastorea. Ve adelante.
3.
No hay gloria ni majestad para el pastor consagrado a Jesús. No,
hermano. Terminará del modo más común, incluso más humillante, tantas
veces, en un lecho, que te dan de comer, que te deben vestir. Pero
inútil, allí, enfermo. El destino es terminar como terminó Él, amor que
muere como la semilla de grano y después vendrá el fruto. Pero yo no lo
veré.
4. Sígueme: Si
nosotros hemos perdido la orientación o no sabemos cómo responder sobre
el amor, no sabemos cómo responder sobre este ser pastores, no sabemos
cómo responder o no tenemos la certeza de que el Señor no nos dejará
solos, incluso en los momentos peores de la vida, en la enfermedad, Él
dice: Sígueme.
Es ésta nuestra certidumbre. Sobre las huellas de Jesús. En ese camino. "Sígueme". (Homilía en Santa Marta, 06 de junio de 2014)
"Todos los bautizados somos discípulos
misioneros, llamados a ser en el mundo Evangelio vivo". Papa Francisco
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