DOMINGO
VI DE PASCUA CICLO A
“Si
me amáis…” Es
el final, pero Jesús sigue interrogando acerca del amor, poniendo a
prueba su fidelidad. Recordemos como a Pedro le cuestionó, se
aseguró de los sentimientos del pescador: “Pedro,
¿de verdad me amas más que estos?”. A
Jesús le sigue preocupando si después de todo le amamos o no.
¡Tantas veces le hemos fallado!
Segunda
consigna:
“Guardad
mis mandamientos”. Jesús
solo nos pide amor. No tanto que le amemos a él, sino que nos
amemos entre nosotros. Que nos dejemos amar, que creamos en el amor,
que vivamos desde él y para él. El amor a Dios se traduce en
imperativo hacia los hombres, nuestros hermanos. Somos nosotros los
encargados de hacer llegar el amor de Dios a todos los rincones de
esta tierra. Su credibilidad dependerá, en parte, de nuestra
autenticidad. ¿Seremos capaces de amar de este modo?
Tercera:
“No
os dejaré huérfanos, volveré”.
No, no estamos solos a la hora de amar y propagar este loco amor.
¡Imposible tarea para nosotros solos! Pero ni solos, ni huérfanos.
Dios no abandona a los que quiere. Él estará siempre con nosotros.
No temamos ni a la soledad ni al vacio. El Espíritu defensor viene
en camino. ¡Ya queda menos!
Ojalá
que estas palabras de despedida, dichas a modo de último testamento
(que nos habla de amor, perdón y compromiso auténtico), queden
grabadas en nuestro corazón y remuevan lo más profundo de nuestro
interior; como esas últimas palabras de nuestros seres queridos,
cuando nos dejan, cuando nos dicen definitivamente adiós. Últimas
palabras y voluntades, testamentos vitales que no se olvidan, nos
dan fuerza, se graban, se recuerdan toda una vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario