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sábado, 4 de febrero de 2017

 Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,30-34):

EN aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Palabra del Señor

 Reflexión del Papa Francisco

Dios visita a su pueblo, en medio de su pueblo, y acercándose. Cercanía. Es la modalidad de Dios. Y después hay una expresión que se repite en la Biblia, tantas veces: «El Señor tuvo gran compasión».

La misma compasión que tenía, dice el Evangelio, cuando vio a tanta gente como ovejas sin pastor. Cuando Dios visita a su pueblo, está cerca de él, se acerca a él y siente compasión: se conmueve.

El Señor se siente profundamente conmovido, como lo estuvo ante la tumba de Lázaro. Como se conmovió aquel Padre cuando vio volver a casa a su hijo pródigo: Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo.

Y cuando nosotros queremos anunciar el Evangelio, llevar adelante la Palabra de Jesús, éste es el camino.

El otro camino es el de los maestros, el de los predicadores de aquel tiempo: los doctores de la ley, los escribas, los fariseos… Alejados del pueblo, hablaban… bien: hablaban bien. Enseñaban la ley, bien. Pero alejados. Y ésta no era una visita del Señor: era otra cosa. El pueblo no sentía esto como una gracia, porque faltaba la cercanía, faltaba la compasión, es decir, padecer con el pueblo.

[...] Cuando Dios visita a su pueblo, devuelve la esperanza al pueblo. Siempre. Se puede predicar la Palabra de Dios brillantemente: en la historia hubo tantos buenos predicadores. Pero si estos predicadores no fueron capaces de sembrar esperanza, esa prédica no sirve. Es vanidad.

Debemos pedir como gracia que nuestro testimonio de cristianos sea portador de la visita de Dios a su pueblo, es decir, de la cercanía que siembra la esperanza. (Homilía en Santa Marta, 16 de septiembre de 2014)

 "El amor de Dios no es algo abstracto o genérico; el amor de Dios tiene nombre y rostro: Jesucristo". Papa Francisco

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