SOLEMNIDAD DE SANTA
MARIA, MADRE DE DIOS
Queridos hermanos, os deseo un feliz y prospero Año Nuevo. Hoy es el primer día
del año 2.017; y el primer día del resto de nuestra vida. Y es que siempre
estamos comenzando. Y siempre estamos sintiendo la necesidad de una nueva
bendición y protección.
Hoy imploramos la bendición del Señor: Que el Señor te bendiga y te proteja, el
Señor te ilumine, el Señor te sonría, el Señor te pacifique, el Señor te
fortalezca. Si no te quita los obstáculos... que te ayude a superarlos. Lo más
importante es que El te acompañe siempre. Si El te acompaña, pase lo que pase,
serás feliz.
Todas las bendiciones se concentran en el Niño que nos ha nacido y que hoy fue
circuncidado y recibió el nombre de Jesús. El nombre de Jesús expresa todas las
bendiciones de Dios al hombre: Es el Dios que salva, que se acerca benévolo y
compasivo, con poder curativo y liberador. No es el Dios que viene a ajustarnos
las cuentas, Él viene a perdonarnos, a sacarnos de nuestras prisiones, a
devolvernos nuestra dignidad...
MARIA, MADRE DE DIOS
Y al Niño, a Jesús se le encuentra gracias a María, la Madre. La Misión de
María fue y es propiciar el encuentro de Dios y el hombre. Su vocación no es
otra que la de ser MADRE DE DIOS, la que permite que Dios sea engendrado
en su vientre, la que proporciona a Dios el cuerpo y la sangre, la que alimenta
a Dios, la que cría y hace posible a Dios. ¿Qué más puede ser y se puede decir
de una criatura? - Si Dos piensa y siente como hombre se debe a María. Si
Dios puede mirar y amar como hombre, se debe a María. Si Dios puede
emocionarse, llorar... se debe a María.
Por eso, María está asociada a la misión de Jesús. En todos los momentos
importantes de su vida aparece María. Maria se convierte en Sacramento de
Cristo, como la Iglesia. Si acudimos a Maria no tardaremos en encontrar a Jesús.
María es también una bendición de Dios, un don para el hombre. Dios no solo nos
regala al Hijo, nos regala también a la Madre. La Iglesia, cada uno de
nosotros, tiene también una Madre. Y como Madre, Maria nos protege, nos
ayuda, intercede permanentemente por nosotros. Acudamos...
¿Cómo no agradecer a Dios esta bendición, este don? ¿Cómo no amar y agradecer a
María? ¿Quién puede sentirse
huérfano
en la Iglesia? Tenemos a un Dios que es Padre, tenemos a una Madre que
está cerca de Dios.
2.- DANOS, SEÑOR, TU PAZ.
Hoy celebramos también la Jornada Mundial de la paz instaurada por el
Papa Beato Pablo VI hace 50
años. Y con San Juan Pablo II
hacemos memoria de la Jornada Mundial de oración por la paz, que tuvo lugar en
Asís hace 30 años. Y con Zacarías
recordamos que aquel sol que viene del cielo, viene “para guiar nuestros pasos por el
camino de la paz”. Y con la primera
lectura de hoy pedimos al buen Dios que ilumine su rostro sobre nosotros y
sobre el mundo entero y nos conceda la paz. Y con el niño en el pesebre que,
cuando será mayor subirá a la montaña y gritará con todas sus fuerzas: “Dichosos los que trabajan por la
paz”, los que siembran por todas partes semillas de paz. A todos los que
hoy, en un mundo zarandeado por tantas tensiones, violencias, apuestan por la
paz, la bienaventuranza les dice que “ellos se llamarán los Hijos de Dios”.
¡Qué alegría trabajar por la paz! ¡Qué compromiso más hermoso trabajar por la
paz!
Y con el Papa Francisco hoy
nos hace el siguiente LLAMAMIENTO: “La
construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento
necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso
de la fuerza por medio de normas morales, a través de su participación en las
instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de
tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús
mismo nos ofrece un “manual” de esta estrategia de construcción de la paz en el
así llamado Discurso de la montaña. Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10)
trazan el perfil de la persona bienaventurada, buena y auténtica.
Bienaventurados los mansos, dice Jesús, los misericordiosos, los que trabajan
por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de justicia.
Esto es también un programa para los líderes políticos y religiosos, para los
responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las
empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las
bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades”.
La paz la tenemos que pedir a Dios como un don,
pero la tenemos que trabajar cada día nosotros. Y para ello hoy día uno de
Enero de 2.017 comenzará su andadura en la Iglesia el nuevo Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover,
con creciente eficacia, “los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y
la protección de la creación” y de la solicitud hacia los emigrantes, “los
necesitados, los enfermos, los excluidos, los marginados y las víctimas de los
conflictos armados y de las catástrofes naturales, de los encarcelados, los
desempleados y las victimas de cualquier forma de esclavitud de tortura”
Comenzamos un nuevo año y pedimos a María, Reina de la paz, que nos ayude a
encontrarla y mantenerla siempre en nuestro interior, y que esta paz en el corazón
contribuya a hacer cada día más posible la paz en la sociedad que nos rodea.
Así sea.
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