DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO CICLO “A”
Queridos hermanos la Palabra de
Dios proclamada es una gracia y un
don que se nos regala. Nos invita a preparar el camino al Señor que
viene a salvarte. Es una llamada a salir de nuestros escondrijos…, donde
vivimos sin vivir. Es una constante invitación
a que nos volvamos al Señor. Pero sólo en el desierto y desde nuestras
limitaciones (sequia, sed…) apeteceremos el oasis, el paraíso perdido y la casa
paterna, el encuentro con el Señor.
Cada adviento es necesario que
despertemos de nuestro sueño, adormecimiento desértico y estéril; es tiempo
de gracia donde el Señor pasa de nuevo a nuestro lado. Jesús viene a ser
nuestra fuerza en la debilidad, nuestra constancia en el desaliento, nuestra
luz en la oscuridad.
Si esto es así, adviento no es
algo triste; es la preparación a una fiesta, a la
fiesta con tu Señor que te invita a gozar.
PALABRA DE DIOS: Así nos lo ha
mostrado el profeta Isaías. De un
tronco viejo y seco, como es a veces tu vida…, brotará un renuevo, una rama nueva,
llena de vida. Es el Mesías que
nace en ti y que te trae todos los dones de parte de Dios. Viene a tu
historia, para defenderte como pobre y para hacer que reinen en tu vida la
justicia, la confianza, la esperanza, la ilusión, la alegría y la paz.
Juan Bautista insiste en el
Evangelio en la misma idea: “El
que viene os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Es decir, con todos los
dones de parte del Padre… (Leer Isaías). Esto es lo que nos llena de optimismo
y alegría en estas próximas fiestas, en medio de un mundo de dolor y miseria,
en medio de la historia particular de cada uno, que nos siempre es gloriosa y
esperanzada.
¡Lástima
que muchos cristianos estén atareados solo en la preparación de la otra
Navidad! Los cristianos damos importancia sobre todo, al gran misterio que
vamos a celebrar:
Dios se hace uno de nosotros para elevarnos y hacernos divinos.
Esta es la Buena Noticia
comprometedora. Pues nada hay más exigente que el amor y la amistad de
Dios. La Buena Noticia que acabamos de escuchar nos presenta un programa lleno
de dinamismo y compromisos que tiene sus concreciones:
1ª.- Convertíos, es decir
“preparar el camino del Señor, allanad sus senderos”. Quizás no seamos grandes
pecadores, pero a todos se nos pide que reorientemos nuestra vida y con
convirtamos a Él: Escucha, acogida, oración, compartir, disponibilidad…
2ª.-
Su venida es portadora de
salvación, pero también de juicio y discernimiento. Se nos dice que
nos bautizará con fuego y Espíritu. Es porque viene a cambiar algo, a
purificar, a transformar nuestras actitudes. Las imágenes están claras: “El
hacha está ya apuntando a los árboles inútiles; el labrador tiene el bieldo en
la mano para separar el trigo de la paja".
En resumen nuestro Adviento y
la Navidad con ser una gran noticia para el que está hundido(por los dones que
Cristo nos trae, es:
-Una llamada a tomarnos en serio su venida
y a hacerle un lugar en nuestro proyecto de vida.
-No
puede quedar todo igual ni en nuestra persona, ni en nuestra comunidad después
de esta Navidad.
-Jesús
viene a allanar senderos, a abrir caminos nuevos.
Jesús
te dice: “Estoy a tu puerta y
llama, ¿me abres? Si
quieres, Jesús te llenará de vida. Reflexiona
ante los senderos de tu vida y abre con Jesús caminos nuevos.
La Eucaristía que celebramos
es la actualización de la salvación de Cristo en cada uno de nosotros. Dejemos
que llegue a nuestra casa, y nos inunde de su justicia, de su paz, de su amor,
de su vida divina…
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