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domingo, 4 de diciembre de 2016

REFLEXIÓN DE DON MANUEL


DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO CICLO “A”

     Queridos hermanos la Palabra de Dios proclamada es una gracia y un don que se nos regala. Nos invita a preparar el camino al Señor que viene a salvarte. Es una llamada a salir de nuestros escondrijos…, donde vivimos sin vivir. Es una constante invitación a que nos volvamos al Señor. Pero sólo en el desierto y desde nuestras limitaciones (sequia, sed…) apeteceremos el oasis, el paraíso perdido y la casa paterna, el encuentro con el Señor.

     Cada adviento es necesario que despertemos de nuestro sueño, adormecimiento desértico y estéril; es tiempo de gracia donde el Señor pasa de nuevo a nuestro lado. Jesús viene a ser nuestra fuerza en la debilidad, nuestra constancia en el desaliento, nuestra luz en la oscuridad.

     Si esto es así, adviento no es algo triste; es la preparación a una fiesta, a la fiesta con tu Señor que te invita a gozar.

PALABRA DE DIOS: Así nos lo ha mostrado el profeta Isaías. De un tronco viejo y seco, como es a veces tu vida…, brotará un renuevo, una rama nueva, llena de vida. Es el Mesías que nace en ti y que te trae todos los dones de parte de Dios. Viene a tu historia, para defenderte como pobre y para hacer que reinen en tu vida la justicia, la confianza, la esperanza, la ilusión, la alegría y la paz.

     Juan Bautista insiste en el Evangelio en la misma idea: “El que viene os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Es decir, con todos los dones de parte del Padre… (Leer Isaías). Esto es lo que nos llena de optimismo y alegría en estas próximas fiestas, en medio de un mundo de dolor y miseria, en medio de la historia particular de cada uno, que nos siempre es gloriosa y esperanzada.

¡Lástima que muchos cristianos estén atareados solo en la preparación de la otra Navidad! Los cristianos damos importancia sobre todo, al gran misterio que vamos a celebrar: Dios se hace uno de nosotros para elevarnos y hacernos divinos.

     Esta es la Buena Noticia comprometedora. Pues nada hay más exigente que el amor y la amistad de Dios. La Buena Noticia que acabamos de escuchar nos presenta un programa lleno de dinamismo y compromisos que tiene sus concreciones:

1ª.- Convertíos, es decir “preparar el camino del Señor, allanad sus senderos”. Quizás no seamos grandes pecadores, pero a todos se nos pide que reorientemos nuestra vida y con convirtamos a Él: Escucha, acogida, oración, compartir, disponibilidad…

2ª.- Su venida es portadora de salvación, pero también de  juicio y discernimiento. Se nos dice que nos bautizará con fuego y Espíritu. Es porque viene a cambiar algo, a purificar, a transformar nuestras actitudes. Las imágenes están claras: “El hacha está ya apuntando a los árboles inútiles; el labrador tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja".

     En resumen nuestro Adviento y la Navidad con ser una gran noticia para el que está hundido(por los dones que Cristo nos trae, es:

-Una llamada a tomarnos en serio su venida y a hacerle un lugar en nuestro proyecto de vida.

-No puede quedar todo igual ni en nuestra persona, ni en nuestra comunidad después de esta Navidad.

-Jesús viene a allanar senderos, a abrir caminos nuevos.

Jesús te dice: “Estoy a tu puerta y llama, ¿me abres? Si quieres, Jesús te llenará de vida. Reflexiona ante los senderos de tu vida y abre con Jesús caminos nuevos.

     La Eucaristía que celebramos es la actualización de la salvación de Cristo en cada uno de nosotros. Dejemos que llegue a nuestra casa, y nos inunde de su justicia, de su paz, de su amor, de su vida divina…

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