SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Queridos hermanos y hermanas. Hoy culminamos el año litúrgico y el “Año Jubilar de la Misericordia” con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Durante este año la persona de Jesucristo, el Hijo Único de Dios y Señor nuestro, nos ha revelado Dios Padre misericordioso, nos ha donado el Espíritu Santo y nos ha fascinado; sus hechos y palabras nos han admirado. Hoy se nos presenta como Rey Absoluto, Dueño y Señor del universo, el único capaz de dotar de sentido a nuestra existencia y de disipar nuestros miedos... Y todo desde su lugar de preferencia: la cruz y el calvario que hablan por si solos.
La Palabra de Dios proclamada y nuestra reflexión nos ayudan a captar que
quiere decir que Jesús es Rey, que se entiende por su Reino y lo que supone
también para nuestras vidas.
1.- DIOS REINA DESDE LA CRUZ.
Su
persona anuncia lo que el Mesías
realizará en plenitud.
Así Cristo realiza en su
persona, pero en la cruz, la unidad perfecta y definitiva del Pueblo de Dios y
de todo el género humano. “Dios
Padre ha querido fundar todas las cosas en su Hijo muy amado” (oración), “y todo se mantiene en Él” (2ª
lectura), gracias a su Misericordia.
Pero lograr esa unidad en el amor no
le ha resultado nada fácil al Hijo: Logra “reconciliar consigo todos los seres
por la sangre de su cruz” (2ªlect.) Y eso le ha merecido ser Dueño y
Señor. Y lo demuestra en su misma muerte, diciendo al ladrón que agoniza a
su lado: “Hoy estarás conmigo en
el paraíso”. Es en ese momento cuando más se manifiesta la gloria de Dios a
los hombres.
Por ello, Jesús es Vencedor y Señor de la muerte. “Primogénito de entre los muertos”.
Él no va sólo al Padre. Con Él
va el buen ladrón y van con Él todos los que lo aceptan como Rey y Señor: los
pobres y los extraviados, los ladrones y publícanos, las prostitutas..., todos
los que desde el abismo de su pecado (pobreza) le claman arrepentidos: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu
Reino”.
Se han abierto las puertas para aquellos que confiesan
que el ajusticiado en la cruz y que muere entre dos ladrones, es Dueño y Señor.
Es el objetivo que todos los cristianos hemos procurado celebrar y vivir este
Año de la Misericordia: “Ser misericordiosos como Dios Padre,
manifestado en la persona de Jesucristo”
2.- CONSTRUCTORES DEL REINO.
Pues bien, desde esa experiencia del amor misericordioso de Dios, todo el que cree en Él, ha de vivir
involucrado en su misma misión: Poner de manifiesto y construir en el mundo
la Unidad del Reino que Cristo ha venido a instaurar: El Reino eterno y
universal, el Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, el Reino
justicia, amor y de paz.
¿CÓMO HEMOS DE HACERLO?
- Siguiendo el camino trazado por
Jesús: Él lo ha hecho con la fuerza del amor, un amor que lo ha levantado
en la cruz.
- Trabajando como Él por la
humanización siempre creciente de toda la creación: Es el proyecto
permanente de Dios, pues todo trabajo por el Reino pasa por el amor, única
fuerza plenamente humana y transformadora.
- Tengamos en cuenta que es
un Reino Universal: Que la Buena Noticia que anunciamos debe tomar cuerpo
en todas las civilizaciones y culturas, lejos de nosotros y a nuestro lado: en
nuestro pueblo, en nuestro trabajo, familia, grupos...
- Humanizar este mundo de personas
que nos rodea: inyectarle amor, misericordia, es hacer presente en este
mismo mundo el Reino de Dios, es “reconciliar
todos los seres, haciendo la paz”.
- Hemos de orar más que nunca y
llenarnos de la fuerza de Palabra de Dios y del Pan de la Eucaristía, para
con Jesús y en su nombre, poner nuevo color en los corazones de todas las
personas.
Qué mejores conclusiones que estas
para finalizar el “Año de la Misericordia”. Así pues hermanos y hermanas,
amemos con el amor de Cristo y hagamos crecer el Reino de Dios Padre entre
nosotros. Con la fuerza del Espíritu Santo seamos testigos del amor de Dios Uno
y Trino en nuestro mundo.
En esta Eucaristía, mientras
compartimos en la fe y en la esperanza el Pan del Reino, glorifiquemos a Jesucristo, agradezcámosle
y pidámosle que aumente nuestra fe, que ahora unidos vamos a confesar.
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