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martes, 1 de noviembre de 2016

REFLEXIÓN DE DON MANUEL PARA EL DÍA DE HOY


SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 

            INTRODUCCIÓN: Queridos hermanos: Cuando la naturaleza declina en el otoño y cuando terminamos el año litúrgico, la Iglesia nos propone la meditación de las postrimerías de nuestra vida terrena y la contemplación esperanzada de las promesas de Dios que han de realizarse en nosotros. Y lo hace con la Solemnidad de todos los Santos y la Conmemoración de todos los fieles difuntos.

            Hoy celebramos la Solemnidad de todos los Santos con esta pregunta: ¿Qué son y que suponen los Santos para nuestra vida?

 

LOS SANTOS NOS AYUDAN EN NUESTRO CAMINO

 

             El Concilio Vaticano II hizo muy bien en centrar nuestra vida en Cristo Jesús, en su Pascua, su Muerte y Resurrección, a celebrar cada Domingo. Pero junto a Cristo, también la Virgen, los Ángeles y los Santos forman nuestra familia y nos aportan una ayuda muy válida para nuestro camino cristiano. Todos ellos son como una traducción concreta, una “encarnación” del evangelio proclamado. A lo largo de los siglos, miles y miles de personas han hecho suya la lista de las bienaventuranzas de Jesús.

              Y nosotros podemos estar orgullosos de pertenecer a una familia, la Iglesia de Jesús, que ha sabido dar a la humanidad personas tan llenas de valores. Y sentirnos estimulados a imitarles en la vida y animados a pedirles su ayuda, porque son los mejores intercesores ante Dios.

 

·        EN LOS SANTOS HONRAMOS A DIOS.  Los santos son los que mejor han acogido en su vida el proyecto de Dios y lo han intentado cumplir radicalmente... En ellos nos muestra Dios su presencia en la historia de la humanidad que a veces aparece tan pobre. Vale la pena celebrar a estos Santos y dar gracias a Dios por ellos.

·        EL MEJOR FRUTO DE LA PASCUA DE CRISTO.  Los Santos son los mejores discípulos en la escuela de Cristo. Son el mayor éxito de Cristo Jesús, Maestro. Han sabido escuchar su Palabra y ponerla en práctica. Se han tomado en serio las bienaventuranzas y el amor... que Cristo propuso a sus seguidores. Por ello, recordar y honrar a los Santos, empezando por María, la Virgen Madre, es honrar al mismo Cristo, que es la Cabeza de ese cuerpo, la Iglesia, que desde hace veinte siglos esta siendo signo de la presencia de Cristo.

·        UN DON DEL ESPÍRITU A LA IGLESIA.   El Espíritu de Dios, al que llamamos “Santo”, esta comunicando a la Iglesia y, por ella a toda la humanidad, su luz, su gracia, su amor, en esos Santos que llenan la historia. Unas veces es el Espíritu de la verdad y de la sabiduría quien suscita en su Iglesia hombres y mujeres llenos del saber de Dios, que consideramos “doctores y doctoras” de la Iglesia.   Otras, es el Espíritu de amor quien mueve a los Santos a dedicarse por entero a los pobres y enfermos. O el Espíritu de la fortaleza, quien les da fuerza en el testimonio del martirio en los momentos de persecución...

El Espíritu sigue animando a su Iglesia. Sus frutos se ven en esas personas y en sus obras que ellos, muchas veces con admirable herencia de instituciones, han puesto en marcha.

  

·        ORGULLO PARA LA COMUNIDAD ECLESIAL.  La Iglesia puede con razón estar orgullosa de los Santos. No han sido personas de otro planeta, héroes, sino creyentes que desde la vida monacal o en medio del mundo han vivido el Evangelio de Jesús y lo han traducido en obras.

Empezando por la Virgen Maria de Nazaret... Luego, unos han sido papas y obispos, otros en la vida religiosa; otros muchos la vida matrimonial, con diversas profesiones. Muchos han sido mártires, siendo coherentes con su fe… Algunos hicieron milagros extraordinarios. Otros fundaron familias religiosas o dejaron escritas obras admirables. La mayoría han pasado a la historia por la amable entrega a los demás y la sencillez de su vida cristiana.  Campeones de medallas de oro, plata y bronce por sus valores humanos y cristianos.

 

·        INVITACIÓN A LA CONFIANZA EN LA HUMANIDAD. En unos momentos en que podemos caer en el pesimismo, porque los valores de la fe se van perdiendo, porque los valores de la familia y las vocaciones al sacerdocio o religiosa no tuvieran demasiado futuro, mirar y celebrar a los Santos nos puede hacer recuperar la esperanza y la confianza. Los Santos no son teorías: son ejemplos vivos de muchísimas personas que sí han sabido vivir según Dios.

Esas personas de todos los tiempos, también del nuestro, nos lanzan un reto a nosotros y nos invitan a seguir el mismo camino de honradez y de coherencia en nuestra vida de cristianos.

*SIGUE HABIENDO SANTOS: Beatos Manuel Lozano “Lolo”, Pablo VI, Teresa de Calcuta, Santos Juan XXIII y San Juan Pablo II. ¿Tú? 

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