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sábado, 4 de junio de 2016

Del Santo Evangelio según San Juan 19,31-37

María guardaba todo en su corazón: Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados".Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres" Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

Los doctores estaban llenos de asombro y José y María, al ver a Jesús, quedaron atónitos. El primer efecto de la Palabra de Dios es, por lo tanto, el de asombrar, puesto que en ella volvemos a encontrar el sentido de lo divino, y después nos da alegría.

Es necesario custodiar la Palabra de Dios, y esto lo dice el Evangelio: su madre custodiaba todas estas cosas en su corazón. Custodiar la Palabra de Dios: es una expresión que en los relatos evangélicos se encuentra a menudo: también en la noche del nacimiento de Jesús, después de la visita de los pastores, María estaba asombrada.

Yo recibo la Palabra, ¿luego tomo una botella, pongo la Palabra en la botella y la custodio?. Custodiar la Palabra de Dios quiere decir abrir nuestro corazón a la Palabra, como la tierra se abre para recibir la semilla. La Palabra de Dios es semilla y se siembra. Y Jesús nos dijo lo que sucede con la semilla. Algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen. Esto sucede cuando no se custodia la Palabra. Significa que ciertos corazones no saben recibirla. Sucede también que otras semillas caen en una tierra con muchas piedras y la semilla no logra echar raíces y muere, es decir, cuando no somos capaces de custodiar porque no somos constantes; y cuando llega una tribulación nos olvidamos de ella.

La Palabra cae también en tierra no preparada donde hay espinas, y al final muere porque no se la custodia. Pero, ¿qué son las espinas? Lo dice Jesús mismo: «El apego a las riquezas, los vicios, todas estas cosas. Custodiar la Palabra de Dios es recibirla en nuestro corazón»,

Es necesario preparar nuestro corazón para recibirla. Meditar siempre sobre lo que nos dice esta Palabra hoy, mirando lo que sucede en la vida. Es lo que hizo María durante la huida a Egipto y en las bodas de Caná, cuando se preguntaba acerca del significado de esos acontecimientos. He aquí la tarea para los cristianos: acoger la Palabra de Dios y pensar qué significa hoy.

Juan Pablo II decía que María tenía, por este trabajo, una fatiga especial en su corazón. Tenía el corazón fatigado. Pero esto no es una angustia, es un trabajo: buscar lo que significa esto en este momento; lo que me quiere decir el Señor en este momento. En conclusión, leer la vida con la Palabra de Dios: esto significa custodiar. Pero significa también hacer memoria. La memoria es una custodia de la Palabra de Dios, nos ayuda a custodiarla, a recordar todo lo que el Señor ha hecho en mi vida, todas las maravillas de la salvación. (Homilía en Santa Marta, 08 de junio de 2013)

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