El pasado sábado por la mañana en el Seminario Diocesano de Jaén, tuvo lugar la primera reunión de este año, del Consejo Diocesano de Laicos. Tras la oración, el Sr. Obispo Don Ramón comenzó la reunión haciendo las siguientes aportaciones: nos recordó a todos que en el día de hoy celebramos la Iglesia Diocesana, la parroquia como lugar de referencia y al sacerdote como persona esencial en la misma. A continuación se trató, debido a los terribles acontecimientos, del tema de los atentados perpetrados en Paris, impresionados, siendo un día de dolor y preocupación. Son ataques contra la humanidad. Como cristianos seguimos al amor frente a la venganza, estando siempre con las victimas.
La guerra no es la solución, como cristianos debemos invocar a favor de la libertad religiosa, el Papa Franciso nos dice que es un derecho fundamental.
No podemos ser fundamentalistas, debemos acercarnos a otras confesiones religiosas desde el respecto a la verdad. Dialogo interreligioso.
En nuestra diocesis se está trabajando y dialogando para que en Jaén, Alcalá, Linares y Úbeda los rumanos ortodoxos puedan celebrar sus cultos en las iglesias de estos lugares.
Posteriormente se aprobó el acta de la sesión anterior con una pequeña matización.
Los distintos representantes fueron exponiendo sus respuestas a las preguntas que se demandaban con respecto al próximo año dedicado a la Misericordia y que se puede realizar para acercar a Cristo a los más alejados.
Remedios alentadores que seran trasladados a las parroquias y se puedan poner en marcha, así como muchas y enriquecedoras propuestas para trabajar las obras de Misericordia.
Para terminar y por el avanzado tiempo, el presidente diocesano de Cáritas manifestó la situación de los refugiados en Europa.
Terrible situación de la mayoría de ellos, pues no todos son legales. Además que la administración no se hace cargo de ellos en un peridodo de tiempo, entre 18 y el máximo de 24 meses, por tanto vuelve a ser la Iglesia a través de Cáritas la que les de cobijo y manutención posteriormente.
El marco común de la Iglesia ante esta situación es tratar a todos iguales migrantes y refugiados. Se trata de devolverles su dignidad y esta es conseguirles un puesto de trabajo, que también es una obra de misericordia.
Tenemos que ENTRAR EN LA AVENTURA DE JESÚS.
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