DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO “B”
Queridos hermanos: Hemos
sido elegidos por Dios y enviados por Cristo a continuar su misión en nuestro
mundo. Este es el mensaje de la Palabra de Dios de este Domingo
Sí. Dios elige y envía a anunciar su Palabra. El Señor Jesús incorpora a los
Doce a su misión, a su proyecto y a vivir sus consecuencias: la acogida o el
rechazo. Son enviados a evangelizar, a que los hombres se encuentren con
el Dios de la vida…
El Profeta Amós es enviado por Dios a denunciar con gran energía las
injusticias de su pueblo. Amós se resiste y responde: “No soy profeta
ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. Pero el Señor me sacó
junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel”. Si lo
acogen como si lo rechazan, el profeta seguirá hablando en nombre de Dios, pues
sabe que esta misión se la encomendó el Señor.
San Pablo da gracias a Dios por el infinito amor que nos tiene en el misterio
de Cristo, sabiendo que todos estamos llamados a ser santos e inmaculados ante
Dios por el amor… “Él nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus
hijos”. Estamos destinados a vivir eternamente en la comunión con Dios. Y
en el relato del Evangelio de hoy, Jesús quiere colaboradores para su misión,
para predicar el Evangelio y la conversión. Todo ello nos lleva a adentrarnos
en el corazón de la Iglesia conscientes de que siempre es misionera; algo
que ha subrayado el Concilio Vaticano II.
Jesús podía hacerlo todo por sí mismo, como Hijo de Dios. No obstante quiere
compartir nuestra existencia y su misión. “Llamó Jesús a los Doce y los fue
enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos”.
¿Cuáles son algunos espíritus inmundos de nuestros días? El egoísmo, la
soledad, el miedo, la falta de sentido de la vida, el no valorar la dignidad de
la persona, el aborto, la eutanasia, la devaluación de la verdad… Tarea que los
Apóstoles, hoy nosotros hemos de llevar entre manos; realizar un exorcismo
eficaz y la bendición desde el testimonio de la vida de Jesús.
Les da una serie de instrucciones resumidas en el desprendimiento y la
advertencia de que en ocasiones no serán bien acogidos. “Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más. Ni pan, ni alforja, ni
dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no un a túnica de
repuesto…Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos, sacudíos el
polvo de los pies, para probar su culpa’”.
Dedicados en cuerpo y alma a la edificación de la comunidad de la fe, con
completo desprendimiento. Si nuestro corazón está apegado a realidades
que nos son Dios, no podemos ser verdaderos mensajeros de Dios. La Iglesia está
atenta a esta actitud: “Dichoso los pobres de espíritu, porque de ellos es
el Reino”
Por otro lado. El Señor les abre los ojos: no siempre serán bien recibidos,
sino que en ocasiones serán rechazados, o incluso perseguidos. Una realidad que
forma parte de su tarea. Se ha de tener claro que hemos de hablar en nombre de
Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocupaciones del éxito… Pero cuidando
la interrelación personal, esperando siempre el paso gratuito de Dios que
suscita la fe.
Pensemos en los sacerdotes… y en su labor entregada y fiel; y en los
catequistas ejemplares en su atención a los niños; y en tantos seglares
apóstoles que son testigos del Evangelio de Cristo…
“Ellos salieron a predicar la
conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los
curaban”. Es decir, predicar la Palabra y manifestar la bondad de
Dios con acogida, escucha, disponibilidad, servicio, humildad y libertad. Nos
acogemos a la intercesión de la Virgen María, auténtica misionera de la
belleza de Dios.
¿Confío en Dios? ¿Tengo puestas mis seguridades en Él? ¿Qué tenemos que cambiar
para asemejarnos al estilo evangelizador de Jesús? Señor, gracias por haberme llamado a
predicar tu Evangelio y la conversión. Ayúdame a serte fiel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario