CONTACTA CON NOSOTROS

Todos los que queráis mandarnos vuestros comentarios y sugerencias podéis hacerlo a: parroquiasanpablo2011@gmail.com

domingo, 1 de febrero de 2015

REFLEXIÓN DE DON MANUEL PARA ESTE DOMINGO


DOMINGO IV DEL TIEMPO LITÚRGICO ORDINARIO

                    INTRODUCCIÓN: Queridos hermanos celebramos un nuevo encuentro con Jesús, nuestro Maestro y lo vamos conociendo mejor. Siguiendo a Marcos, después de la vocación de la vocación de los primeros discípulos, nos encontramos hoy con la descripción de cómo Jesús enseñaba al pueblo su doctrina y proclamaba su mensaje: El Evangelio nos ha dicho que lo hacía “CON AUTORIDAD”.  Conviene que reflexionemos sobre el sentido que tiene para nosotros la autoridad de Jesús, y también sobre la manera cómo la Iglesia, los cristianos, debemos ejercer nuestra autoridad...

                   1.- LA AUTORIDAD DE JESÚS EN SU PALABRA.

                    Se nos presenta Jesús practicando su religión, actuando en la Sinagoga de Cafarnaún. Y dice que sus oyentes “quedaron asombrados de su enseñanza, porque nos enseñaba como los letrados, sino con autoridad”.

                    ¿Cómo enseñaban los letrados? Se limitaban a repetir los que estaba escrito, sin ninguna convención personal. Jesús mismo los había acusado de que “hablaban correctamente, pero no vivían lo que decían”

                   Jesús habla por sí mismo; como quien tiene la verdad y la proclama, en virtud de la conciencia que tiene de transmitir la misma voluntad de Dios: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado”.

                   La autoridad de Jesús está unida a su vida, a su modo de proceder, de vivir: Libre e independiente; no atado a poder alguno. Sus enemigos le decían: “Maestro sabemos que eres sincero y que enseñas de verdad el camino de Dios y no te importa de nadie, pues no miras la personalidad de los hombres”.

                

                   Su doctrina era nueva; así lo captaba el pueblo: Frente al legalismo de la religión oficial, él predicaba el amor y ponía al hombre por encima del sábado. Apuntaba a una vida nueva y a un mundo nuevo. No era un repetidor, sino un creador, en su hablar y vivir. Irradiaba una fuerza nueva, interpelaba, hacia definirse, verdadero desafío para aquella sociedad y sus dirigentes.

 

                   Jesús enseñaba y lo vivía: Su palabra es eficaz y liberadora. El pueblo contemplaba cómo Jesús expulsaba a los demonios y les hacia callar. Ante la enfermedad y el mal, el poder de Jesús brillaba como ser humano y divino. El poder de Dios estaba con Él.

                  2.- LA AUTORIDAD DE JESÚS HOY Y LA NUESTRA

                   Así lo sentimos y lo proclamamos cantidad de cristianos a través del tiempo y hoy en nuestra Iglesia en el mundo entero. Su Palabra sigue teniendo autoridad. Es eficaz, liberadora, da vida. Los que la hemos experimentado, no podemos limitarnos sólo a admirar a Jesús, como sus contemporáneos. Debemos tener la misma autoridad de Jesús.

                   Por el bautismo somos profetas en el pueblo de Dios. Y siempre que hablamos en el nombre de Dios, siempre que somos fieles a su Palabra, hablamos con autoridad. Es la misma autoridad de Dios la que da fuerza a nuestras palabras. Siempre que actuamos en catequesis, en conversaciones, testimoniando nuestra fe, Dios está hablando a través de nosotros, y nuestras palabras y gestos participan (deben) de aquella autoridad con que hablaba y actuaba Jesús, nuestro Maestro.

                   Una vez más su Palabra se hace carne en esta Eucaristía; nos enardece su testimonio y nos convierte en testigos de su amor, de su vida en el mundo. Esa será nuestra mayor autoridad en nuestra sociedad.                    

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario