DOMINGO
3º ORDINARIO CICLO “B” SANTA INFANCIA
Queridos
hermanos, continuamos nuestro seguimiento de Jesucristo, nuestro
maestro… El pasado Domingo nos preguntaba “¿Qué
buscáis?”
Y le contestamos “queremos
saber dónde y cómo vives”. “Venid y lo veréis”,
nos dijo. Y nos quedamos con Él.
Hoy
vemos que Jesús se ha enterado de que Juan Bautista ha sido
encarcelado, y toma su relevo, comienza su misión. Juan Bautista ha
culminado la obra que tantos Profetas habían realizado enviados por
Dios: Preparar la venida del Reino de Dios y de su Mesías. El
terreno, pues, está preparado, abonado.
Ahora
Jesús va a echar la simiente del Reino y comienza presentando la
Buena Noticia a los hombres: Dios os ama y os pide que también os
améis. Invita a acoger esta Buena Noticia y por eso invita:
“Convertíos,
volveos a Él, a su amor”.
Y
esta invitación la hace primero a todos, pero luego la personaliza:
Venid conmigo; ven, yo soy el amor de Dios y su Reino. “Quien
me acoge a mí, acoge al Padre”.
Y “lo
dejaron todo y lo siguieron”.
Es todo un proceso vocacional, en el que podemos
destacar:
1.-
Que Jesús ofrece siempre el amor de Dios y nos lo ofrece ahí en la
vida normal que llevamos entre manos.
2.-
Que ese ofrecimiento hay que tomárselo en serio; lo que supone dejar
nuestras redes, nuestra forma de enfocar la vida, y abrirnos al
estilo de vida de Jesús, donde solo cuenta Dios y las personas.
COMENTARIO:
Es cierto que nosotros somos cristianos; que tenemos ya nuestra vida
organizada; que tenemos un lugar para Dios… Pero Él viene, quiere
transformarlo todo.
A
veces sin darnos cuenta, queremos integrar a Dios y a su llamada en
nuestros esquemas y estilos, cuando lo que nos pide es que nos
queramos integrar en su proyecto. No acomodar a Dios a nuestros
esquemas.
El
nos invita a dar el paso del proyecto centrado en uno mismo, en
función mía, a una disponibilidad a los proyectos de Dios,
proyectos de Dios que se hacen visibles en la Iglesia, en las
necesidades de los demás: familia, trabajo, relaciones, apostolado…
Jesús
hoy como entonces, viene a nuestro encuentro allí donde estamos…,
pensemos y preguntémonos: la invitación de Jesús, ¿qué cambios
en mi vida debe provocar?, ¿qué debo dejar y que caminos nuevos me
pide emprender con Él? Recuerda que siempre nos invita a buscar a
Dios y a los hermanos. ¡Concreta!...
Hoy,
Día de la Santa Infancia, se nos invita a compartir los frutos de la
paz que disfrutamos; a saber, la alegría, la esperanza, la
fraternidad, el entusiasmo, el optimismo, el amor, el progreso, la
cultura, el desarrollo... Pero aún muchos niños y pobres carecen de
esos frutos, porque no conocen la paz. Lo vemos por los Medios de
comunicación social que no estamos en el mejor de los mundos y que
falta la paz en muchos lugares de la tierra: guerras, deportaciones,
actos terroristas, cárceles, injusticias, desconfianzas, emigración,
hambre, incultura, niños soldados y prostituidos. Y siempre los que
más sufren son los débiles, los pequeños, los niños, los
ancianos, los enfermos, los pobres…
¿Qué
hacer ante este panorama?, ¿Qué hace Jesús en el Evangelio? Va
llamando a sus apóstoles y les hace pescadores de hombres. En esa
lista también estás tú; Jesús cuenta contigo, te llama y quiere
que seas “un niño misionero”, un apóstol. Los cristianos hemos
de trabajar y colaborar con los demás en la recta ordenación de los
asuntos económicos y sociales, cuidando esencialmente la educación
de los niños y adolescentes por medio de las escuelas.
También
los niños habéis de tomar parte en los esfuerzos de los pueblos por
conseguir mejores condiciones de vida… y afianzar la paz en el
mundo y su pleno desarrollo.
En
esta Eucaristía presentamos a Dios Padre lo poco que hacemos (en
forma de propósitos concretos) y lo mucho que deberíamos hacer
para ser fieles a la Buena Noticia de su Hijo y de su Reino.
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