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sábado, 6 de diciembre de 2014

REFLEXIÓN DE DON MANUEL


DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO
 
                         Queridos hermanos. ¿Cómo vamos preparando la llegada de Jesús a nuestra vida?, ¿Qué hemos hecho esta semana pasada para acogerlo más y mejor?
                      El pasado Domingo la Palabra de Dios nos quiso concienciar sobre la necesidad que tiene nuestro mundo (particular y universal) de que llegue el Señor. Quería que desde nuestra pobreza y realidad suspirásemos y gritásemos ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! Oración, súplica y grito que hacíamos nuestro. Y Dios nos respondía a estas súplicas mostrándonos su venida y su presencia.
                       
                       Hoy, segundo Domingo de Adviento, nos ha regalado unas palabras, un pregón de confianza, de optimismo... en un mundo que no hay demasiadas buenas noticias: Hambre, guerras, terrorismo, desuniones, maltratos...                         
                       Isaías, el centinela, anuncia la llegada de Dios que viene generoso, con un salario impresionante, dispuesto a recompensar por las penas y los sufrimientos pasados. Viene, llega victorioso prodigando cuidados y ternura para hacer posible un cielo nuevo y una tierra nueva:
 -Viene a hablarte al corazón y consolarte como la mejor madre...  
 -Quiere confortarte. Él lo puede todo; no tengas miedo...                
 -Quiere enriquecerte, colmarte de sus dones más preciosos…
 -Quiere darte a su Hijo, un amor tan grande que Dios se hace tu fiesta, tu banquete. Quiere darte su Espíritu que es su vida más íntima.
 
 -Quizás te sientas pobre y vacío, que no tienes cualidades, que no vales para nada, pues bien, Dios ya está pronto  dispuesto a darte todo: su Hijo, su Espíritu... La recompensa le precede.                       
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-A cambio sólo te pide una cosa. Que prepares tu corazón, que sepas y quieras abrirte a la gracia; que creas en Él una vez más.

 

                        LLAMADA A LA CONVERSIÓN

 
                        Porque Isaías y Juan Bautista no han pronunciado sólo palabras de consuelo, de esperanza, también nos han llamado a la conversión: “Preparad los caminos para el Señor que viene”:  
 
  -Nuestra espera, pues, no es una actitud pasiva y conformista; es una actitud activa: la del que camina ya hacía la persona que viene.
 
   -Y la concreción de la llamada es clara y enérgica: “Convertios”.Convertios no significa que seamos grandes pecadores y debamos hacer penitencia. Convertirse es creer en Cristo Jesús que llega, volverse a Él, aceptar sus criterios de vida, acoger su Evangelio y su mentalidad. Irla asimilando en las actitudes fundamentales de la vida: Negocios, familia, profesión, tiempo libre...
 
  -En el fondo se nos invita a actualizar nuestra opción   por Cristo y que podamos decir: “No soy yo, es Cristo quien vive en mí”.       
 
ALGO TIENE QUE CAMBIAR EN ESTE ADVIENTO
 
                        Si Cristo viene y viene con fuerza, su venida nos compromete y debe notarse. ¿Qué es lo que cambiará en nuestra vida, en nuestra sociedad en este Adviento? ¿Se allanarán los senderos, daremos pasos firmes y eficaces hasta esa tierra nueva, sociedad mejor
 
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con mayor justicia y fraternidad? xenofobia, distribución justa de los bienes, guerras, paz, trabajos para jóvenes.
 
¿Qué es lo que va a cambiar en nuestras familias y comunidades?Se notara que hemos aceptado a Jesús como criterio de vida, con sus actitudes, en nuestro diálogo, comprensión, disponibilidad, servicio, perdón, alegría y amor?
 
¿Qué es lo que cambiará en nuestra vida personalSan Pedro nos decía “mientras esperáis, procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables”.                                                                                    
 
¿Te dejarás querer por Jesús, que Él limpie tu vida deteriorada, que te libere de tus apegos y consumos?
 
¿Querrás compartir tus bienes con los hermanos, librarte de ti mismo, demasiado preocupado por ti?
En definitiva, te abrirás en oración a Dios que viene a regalarte todo su amor, para que, viviéndolo, los demás gocen contigo?
 
EUCARISTÍA
 
                        Para vivir esta conversión, esta opción por Jesús, Él mismo se nos da en esta Eucaristía por su Palabra y su Cuerpo. Ambos harán con tu “sí”, con tu colaboración que renazca la esperanza, la ilusión y la vida en ti, en tu familia, en tu comunidad y en nuestro mundo.

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