DOMINGO VI DE PASCUA
Queridos
hermanos, celebramos el Domingo Día del
Señor. Queridos enfermos, (queridos confirmandos) familiares y comunidad
cristiana. Ha llegado el día esperado con ilusión y preparado con esmero. Hoy
es el día de acoger los frutos de vuestro trabajo, del trabajo de los
catequistas, del sacerdote y, sobre todo, del trabajo que Dios ha ido
realizando en vuestras vidas. Hoy recibís el Espíritu Santo por el Sacramento
de la Unción de Enfermos (y de la Confirmación.)
LA FE EN
CRISTO ES UNA FIESTA.
Así lo
descubrimos en la Palabra de Dios proclamada: - La ciudad de Samaria, “se
llenó de gran alegría”. ¿Qué había pasado? Que el Apóstol Felipe había
anunciado la Buena Noticia del Evangelio: Dios os ama en Jesús. Que de muchos
poseídos salían los espíritus inmundos y muchos paralíticos y lisiados se
curaban. La ciudad lo estaba viendo: el sufrimiento y la pena desaparecían y
los enfermos se curaban.
Era la
continuación de la obra de Jesús, que venia a liberar al hombre de todas sus
dolencias y esclavitudes. Cuando aparecía Jesús, enfermos y pecadores se echaban materialmente sobre Él; sobre Él
descargaban todo su dolor y la tristeza y Jesús les devolvía una vida nueva...
Y la reacción de todos era la alegría y el gozo.
NUESTRA
FIESTA: CRISTO.
Hoy nosotros
estamos también de fiesta, y es nuestra fe en Jesús quien la motiva. ¿Qué ha
ocurrido? Nuevos Apóstoles (sacerdotes, cristianos, catequistas...) nos han
mostrado el Evangelio, a Cristo y su Reino, su amor a nosotros, su estilo...
Nos han amado y hemos sentido la fuerza de su amor. Su perdón su libertad, su
paz, su salud (Repensar). Y aquí estamos... Nuestra comunidad, llena de gozo y
de alegría; enganchados a Cristo que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.
NUESTRA
ALEGRÍA CONTAGIA AL MUNDO.
Después de
nuestra fiesta, iremos al mundo, a nuestro (tu) mundo y allí encontraremos el
dolor y la pena personales…(enfermos, vicios, marginación), necesitados de
Alguien, que les alivie, que les comprenda, les cure, les ame. Y ese alguien
eres tú, cristiano, que tienes a Cristo y tienes su amor que libera y sana.
Somos nosotros los que hemos de continuar la hermosa obra de Jesús, de Felipe,
de Teresa de Calcuta, de San Juan de Dios...
A todo hombre
doliente, que esté con nosotros, podemos decirle: “No tengo oro ni plata, pero lo
que tengo te lo doy...” Te
doy mi cercanía, mi servicio, mi tiempo, mi amo, mi fe; en nombre de Jesús
Nazareno ponte a andar, anímate, confía, vive, sé feliz. Será aún más fiesta en
ti y en nuestra ciudad y en nuestro mundo.
¿QUIÉN NOS
AYUDARÁ A VIVIR ESTA FE?
Jesús nos
dice: “No os dejaré huérfanos”, “Volveré”. Nunca estaréis solos.
Quiere meterse incluso dentro de nuestras entrañas: “Vosotros en Mí y Yo en
vosotros”. Así la separación será imposible.
Puesto a
dejarnos, nos dejará su Palabra, su Cuerpo, su presencia en los pobres y en el
prójimo: ahora nos promete su Espíritu “para que esté en vosotros”. Nos deja:
-
Una carta viva: El
Evangelio.
-
Una firma con sangre: El
mandamiento del amor.
-
Una foto entrañable: Los
pobres y los que sufren.
-
Un alimento vivo: Su
Cuerpo.
-
Un beso y un abrazo
permanentes: Su Espíritu.
En definitiva un amor inexplicable
humanamente que tiene su origen en Dios. Es el amor del Padre que llena el
corazón del Hijo, y desde ahí se vierte hacia sus discípulos. “Como
el Padre os ha amado, así os he amado yo”.
¿Qué pide a cambio? Que creas en su amor; que
te dejes amar y que vivas en su amor.
La Eucaristía
es la donación, la vivencia y la celebración de todo este amor de Dios en
Cristo y en nosotros por la acción del Espíritu Santo.
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